Un año después de la partida de Charlie, intenté ponerme en contacto, con mi madre, pero no lo conseguí. Lucy vió mi cara de preocupación, me sugirió ir a casa de mi madre y me dijo que me acompañaría.
No se porque, pero fui al despacho y cogí mi revólver, que tenía guardado bajo llave. Salí con Lucy del apartamento y le dije al portero, que necesitabamos un taxi. Nos subimos al coche y le dí la dirección al taxista.
Cuando llegamos a la casa de mi madre, todo estaba muy tranquilo. Le pedí al taxista que esperara y le dije a Lucy, que no se moviera del taxi.
El jardín estaba lleno de cosas, para niños, pero no veía a nadie.
Me asomé a una ventana y lo poco que pude ver, me preocupó aún más.
Todo estaba revuelto. Por el rabillo del ojo, pude ver que me observaban, desde la casa de al lado. Decidí ir a preguntar. A través de la puerta, la señora me pidió que me marchara, le pregunté por mi madre y los niños. Sin abrir la puerta, me dijo que hacía unos días, unos hombres se los habían llevado por la fuerza.
Entré en pánico.
Le dí las gracias a la señora y volví al taxi
Al ver mi cara, Lucy preguntó que había sucedido, le respondí que después hablaríamos.
Pagué al taxista y subimos al apartamento. Allí, le expliqué a Lucy lo ocurrido.
Seguro que Guillermo, se enteró de la marcha de Charlie y fue a por mi familia.
Le dije a Lucy que no se moviera, hasta que regresara a por ella. Se abrazó a mi y me pidió que no la dejara, nos besamos y le dije que tenía que recuperar a los míos. Tenía que deshacerme de Guillermo, para poder vivir en paz.
Llamé a Greco y no sabía nada de él. Le expliqué, lo sucedido y me ofreció su ayuda para borrar del mapa a esa escoria.
Al cabo de una par de horas, llamó el portero y me dijo qie había unos caballeros, preguntando por mí.
Lucy lloró y me pidió que volviera de una pieza. Le dije que la amaba y que la familia de Greco, la protegería hasta mi regreso.
Me subí al coche y conduje a los hombres, hasta un almacén en new Jersey, para coger armas.
Nos armamos hasta los dientes y decidí que destruiría, todo lo relacionado con Guillermo.
Barrimos toda la ciudad sin encontrar rastro, hasta que al fin, un ratero nos dijo su paradero.
Llegamos a un almacén abandonado, cerca del puerto. Apagamos el motor y esperamos.
Estuvimos 3 horas, sin quitar la vista del almacén, Tommy vigilaba la parte trasera. Por fin apareció, iba con dos hombres, que nadie conocía.
Cuando nos vieron aparecer, intentaron sacar sus armas, pero Tommy apareció por detrás y dejó secos a los desconocidos.
Guillermo, en cambio, levantó las manos en señal de paz. Con toda mi ira controlando mi cuerpo, le disparé en cada una de las rodillas y cayó al suelo, gritando de dolor. Me insultó, de todas las maneras conocidas. Le dije a los hombres de Greco que esperaran allí.
Entré en el almacén, encontré a mi madre muerta, la habían torturado, hasta que falleció y entonces oí llorar a mis hijos, al fondo del almacén, en un pequeño cuarto, encontré a mis hijos metidos en una jaula.
Sucios, con miedo y llorando. No me reconocieron y era normal, hacía 4 años que no me veían.
Los intenté calmar, diciendo que venía a sacarlos de ahí. Me miraron con recelo, pero se fiaron. Los saqué de la jaula y les pedí que cerraran los ojos, hasta que los avisara. Cuando los subí al coche, les pedí que abrieran los ojos y los abracé, les prometí que estaban a salvo, que los mandaria con una amiga y nos iríamos muy lejos para tener una nueva vida.
Le pedí a uno de los hombres que llevara a los niños a mi apartamento y que le dijera a Lucy que preparara las maletas.
Le pedí a los niños que estuvieran tranquilos, porque regresaría a por ellos.
Cuando el coche se marchó, me dirigí hasta Guillermo, me preguntó si lo iba a matar y le dije que si, pero antes destruiría todo lo que le perteneciera.
Lo arrastramos hasta el coche y fuimos hasta su casa. Entramos con el vehículo hasta el porche, Astrid salió de la casa preguntando si nos habíamos vuelto locos, le dije que se callara y qie hiciera el favor de volver a entrar.
Los muchachos sacaron a Guillermo del maletero y lo entraron en la casa. Cerré la puerta. Le dije a Astrid que se sentara en la silla en silencio, puse otra silla delante de ella y los muchachos sentaron a Guillermo.
Astrid miró a su marido y le preguntó que había echo. Su marido le dijo que me había vuelto loca. Le golpeé tan fuerte con el revólver, que le saltó algun diente. Le grité que le explicara la verdad y él se rió en mi cara. Le expliqué lo sucedido. Le pedí disculpas porque ella se convertía en un daño colateral.
Le pedí a Guillermo que mirara como iba a destruir todo lo que amaba.
Mandé a uno de los hombres de Greco a buscar a su hijo, le dije que su hijo dejaba de ser un Rodríguez, para convertirse en Greco. Astrid me suplicó que no lo hiciera. La miré, le acaricié la mejilla, me acerqué por detrás y le rajé el cuello.
Guillermo me miró con todo el odio que se puede, me dijo que me destruiría.
Lo miré, respiré hondo y le disparé en la frente.
Fue una muerte demasiado rápida, pero por fin había terminado.
Luego le dije a los muchachos que lo limpiaran todo y que no dejaran ninguna evidencia.
Después con un par de ellos nos fuimos a casa de Greco.
Nadie dijo nada por el camino. Primero pedí hacer una llamada para saber que los míos estaban bien.
Cuando me presenté delante del Padrino, le entregué la libreta, las escrituras de las fábricas, el apartamento, la casa de los Hamptons, las llaves del local y al hijo de Astrid y Guillermo.
Le di mi futura ubicación, pidiéndole que si Charlie regresaba de la guerra, le dijera donde encontrarnos.
Greco me entregó 6 bolsas llenas de dinero. Le dí las gracias por todo. Salí a la calle y tomé un taxi.
Cuando llegué a la quinta avenida, salió el portero con un montón de bolsas de ropa, tres maletas y me dijo que ahora avisaba a la señorita Lucy para que bajara con los niños.
Mientras fui a buscar mi coche, pagué al taxista y le dí una generosa propina, para que me ayudara a cargarlo.
Por esa puerta salía mi familia, hacía un futuro mejor, sin complicaciones, ni asesinatos, ni nada malo.
Lucy y los niños corrieron a abrazarme. Subimos al coche y emprendimos nuestro viaje a una nueva vida
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El Rancho de los Sueños
Historical FictionPrincipios del s. XIX 1839 en un pequeño pueblo de Irlanda, se encontraba un joven matrimonio. Eran pobres, pero se amaban y sabían que saldrían adelante. El sueño del hombre era poder llevar a su esposa al nuevo mundo, porque la gente decía que er...