Uno de los políticos que no se podían comprar, había mandado llamar al ayudante de Elliot Ness. Para quién no lo conozca, el señor Ness, había conseguido meter en la cárcel a Al Capone.
Suponía que si el gobernador del estado lo había llamado, era para demostrar su integridad moral.
Y eso sería un problema para los negocios.
En cuanto Charlie apareció por la puerta vio mi cara y se preocupó.
Sin decir nada, le entregué el periódico. Lo leyó tranquilamente y me dijo que eso se arreglaba hablando con Guillermo. Cuando dijo ese nombre, mis ojos se abrieron como platos. ¿Que tenía que ver Guillermo?
Charlie me dijo que tenía que organizar una reunión con las familias y que Guillermo tenía que acudir. Ya que el ayudante del señor Ness, era el hermano mayor de Guillermo.
Me levanté de la silla, le dije a Charlie que desayunara, mientras yo iba al despacho. Pedí que no entrara nadie.
Saqué la libreta y empecé a hacer llamadas, al cabo de 2 horas, ya lo tenía atado con las familias, ahora solo me faltaba ponerme en contacto con Guillermo.
Pensé en hacerle una visita, porque una llamada telefónica, no sería lo más adecuado.
Salí del despacho y lo cerré con llave, fui a buscar a Charlie y me llevó en coche a casa de Guillermo. No me pude despedir de Lucy y eso me dejaba mal cuerpo.
Contra más cerca estábamos de la casa, más nerviosa me ponía, empecé a sudar. Charlie intentó calmarme, prometiendo que no me dejaría sola. Le pregunté si iba armado y me respondió que siempre.
Charlie aparcó en la puerta y se bajó del coche.
Me sentía un poco más tranquila sabiendo que él estaba detrás, protegiéndome.
Llamé a la campana de la puerta y nos abrió Astrid.
Me miró con esos preciosos ojos suyos, y recordé lo mucho que Lucy me amaba y lo mucho que yo la amaba a ella.
Sonreí cortésmente, pregunté por su hijo, por como les iba con la nueva familia y por último pregunté dónde se encontraba su esposo.
Los ojos de Astrid se convirtieron en tristeza al ver a Charlie detrás de mí.
Fue consciente de que era una visita de trabajo.
Nos acompañó hasta el salón, miró hacia todos los lados con discreción y me advirtió que su marido tramaba algo contra mí.
Charlie se puso en guardia de inmediato y yo intentaba mantener la calma.
Guillermo apareció en el salón y detrás de él su hermano, con un par de policías.
El señor Rodríguez, se presentó y sin rodeos, me dijo que le entregara la libreta de mi marido, porque si colaboraba, yo quedaría libre de todos los cargos. Le dije que no sabía de que me estaba hablando, que mi marido, solo me había dejado las escrituras de las fábricas textiles, de las que era socio y que ese era mi sustento.
Y que si tenía alguna duda de mi palabra, le pedía que me acompañara a mi casa y yo le daba permiso, en presencia de testigos, para un registro, si el señor Rodríguez lo consideraba oportuno.
La cara de Guillermo se llenó de ira al oír mis palabras, se despidió de su hermano y salió del salón enfurecido.
El señor Rodríguez me dijo que me escoltaría a casa y que junto a los agentes, haría el registro.
Se subió al coche patrulla y nos siguió hasta casa.
Al llegar Nani nos abrió, le dije que buscara a Lucy, que se dirigieran a la cocina y nos esperaran allí.
Charlie sin moverse de mi lado, mientras yo guiaba a los agentes y al inspector por la casa.
Fuimos sala por sala, desde el sótano, hasta la guardilla, pasando por el despacho, el garaje y la última parada, mi habitación.
Me dejaron la casa patas arriba, pero cuando entraron en mi habitación, entendí que Guillermo nos había espiado la noche de la muerte de mi marido.
El señor Rodríguez, fue directamente a la tabla de debajo de la alfombra y encontró rápidamente la caja fuerte.
Me pidió la combinación y se la di gustosa. Charlie me miraba con cara incrédula. El señor Rodríguez, creía que estaba a punto de saborear la victoria, pero se quedó con las ganas.
Cuando abrió la caja fuerte, solo encontró mi testamento, las escrituras de las fábricas téxtiles y mis joyas.
El señor Rodríguez, entró en cólera y empezó a gritarme, preguntando por la libreta y los documentos de mis otros negocios.
Le respondí de nuevo, que no sabía de que me hablaba, le pedí que dejara de gritarme que hablara con el pajarito que le había dado aquella información falsa. Le dije que había muchas personas enfadadas conmigo, por haberme convertido en jefa de mis empresas textiles y estaba segura de que le habían dado esa información falsa, para desacreditarme.
El señor Rodríguez no estaba muy convencido, pero no le quedaba otra alternativa que creerme.
Los policías y él no encontraron nada. Mi difunto esposo, me avisó, por suerte le hice caso y estaba preparada.
Los agentes se marcharon por donde habían venido y lo más importante, es que se llevaban las manos vacías.
Charlie y yo fuimos a la cocina, donde nos esperaban Lucy y Nani.
Pude ver la cara de preocupación de las mujeres. Le dije a Charlie, que las reuniones seguirían en pie, pero ahora le daríamos un escarmiento a Guillermo. No quería matarlo porque una vez fuimos amigos, pero necesitaba un toque de atención.
Los cuatro nos mantuvimos ocupados, arreglando la casa y colocando todo en su lugar.
Después de enviar el Charlie con mensajes para cada una de las familias. Y el mensaje más importante, era para la familia Greco, dónde Guillermo trabajaba.
Continuamos con nuestra rutina como si no hubiera pasado nada.
Dejamos que el tiempo pasara, para evitar sospechas.
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El Rancho de los Sueños
Fiction HistoriquePrincipios del s. XIX 1839 en un pequeño pueblo de Irlanda, se encontraba un joven matrimonio. Eran pobres, pero se amaban y sabían que saldrían adelante. El sueño del hombre era poder llevar a su esposa al nuevo mundo, porque la gente decía que er...