Ya me encontraba con 90 años, en el hospital, mis hijos habían venido a verme.
Cuando acabé de explicarles mi historia (omitiendo muchas partes), les pedí que lo recordaran y les entregué el diario de la primera Maeve y el mío. El amor y la familia, eran lo más importante. Que nunca se arrepintieran, de no haber echo algo. Que cuidaran de sus matrimonios, pero sobretodo que fueran felices.
Que disfrutaran de cada pequeño detalle, que la vida les ofreciera.
Mis hijos lloraron, porque decían que parecía que me estaba despidiendo.
Les dije que no tenía miedo a la muerte y que además, echaba de menos a Lucy, desde que nos había dejado hacia unos años.
Que no se preocuparan, porque faltaba poco, para reunirme con ella.
Les dí un último consejo
CAER ES INEVITABLE
LEVANTARSE ES OBLIGATORIO
PROHIBIDO RENDIRSE
Levanté mis ojos y mis hijos no estaban, tampoco me encontraba en el hospital y yo....ya no era una anciana.
Ví una luz al final de la sala donde me encontraba y de repente, apareció Lucy, el amor de mi vida, tan preciosa, como el día que la conocí.
Se acercó a mi, puso sus brazos alrededor de mi cuello y me besó.
Me dijo que me estaba esperando y me preguntó si estaba lista. Le respondí, que con ella a mi lado, siempre estaría lista.
Y así cogidas de la mano, fuimos andando hacía la luz.
Fin
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El Rancho de los Sueños
Ficción históricaPrincipios del s. XIX 1839 en un pequeño pueblo de Irlanda, se encontraba un joven matrimonio. Eran pobres, pero se amaban y sabían que saldrían adelante. El sueño del hombre era poder llevar a su esposa al nuevo mundo, porque la gente decía que er...