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Abrió sus ojos, estaba en un lugar que perfectamente nombraria como el paraíso.

Enormes pastizales llenos de flores blancas, carmesi, celestes. Tantas flores silvestres que le era imposible contar cuantos colores.

Todo era luz acompañado de esos hermosos destellos blanco del cielo.

Veia más allá pero solo se veia el océano, él estando sobre aquel acantilado disfrutando de la hermosa vista.

Un mal paso lo haría caer al océano bajo sus pies.

-Es bello...- dijo elevando su mano para tocar  el aire, se sentia distinto. Algo hermoso le regalaba paz.

Jisung sonrió abiertamente mostrando sus dientes, achinando sus ojos.

Vio hacia atrás y comenzó a correr sin tener que pensarlo siquiera.

Comenzó a reir y a gritar de alegría, se sentia en paz, tranquilo...feliz.

Vestia una hermosa camisa de mangas largas hasta sus dedos, suelta. Y unos pantalones blancos sueltos también, descalzo.

Cual niño pequeño vio a cientos de mariposas aleteando cerca de muchas flores.

Parecia un pequeño felino preparándose para atacar, caminó agachado en el enorme pasto blanco para luego dar un salto y gritar ¡Boo!

Ocasionando que miles, literalmente hablando, de mariposas de todos los colores que podían existir, salieran volando por todo el lugar y rodeándolo.

Comenzando a correr tras ellas entre risas y gritos de emoción.

Jisung se detuvo en seco porque en su cabeza cruzó la frase: "Puedo hablar...sin limites"

De su rostro sorprendido se transformó en uno lleno sonrisas y inmensa felicidad.

-¡Hola!- Gritó mientras seguia corriendo en los infinitos pastizales. -¡Mírame padre!- llegó hasta el acantilado- ¡Aqui puedo ser quien yo quiera!- se estaba desahogado...- ¡Aqui no ne puedes hacer nada!- se burló eufórico- ¡Soy tan feliz sin ti!-

Las últimas palabras sin saberlo salieron de lo profundo de su corazón.

-Claro que eres muy feliz sin tu padre, mi niño-

Jisung se asustó volteando a ver hacia atrás, no creía lo que veia...

-Madre...-

Sin pensarlo por un nanosegundo se lanzó a los brazos de su madre siendo calidamente recibido. Las lágrimas parecían ser infinitas pues no dejaban de salir.

Mina acariciaba la espalda de su niño mientras su cabeza descansaba en su pecho.

-Ya mi niño...mamá esta aqui- tomaba entre sus celestiales manos la cabeza de su hijo para brindarle paz y tranquilidad -Estas haciendo las cosas bien cariño, pero tu padre te hace creer que no...-

Los jadeos de Jisung eran constantes pues al fin durante muchos años, por fin estaba entre el hombro que tanto anhelo llorar.

Su madre siempre iba ser esa persona en la que podía confiar plenamente.

-Ya no quiero seguir con todo esto mamá...- lloró con más fuerza, tomando con más fuerza el agarre en la cintura de su madre, escondiendo su rostro en el hueco del cuello y el hombro de Mina.

-Se como te sientes...- Mina hizo una mueca triste mientras su vista estaba en la cabellera castaña de su príncipito- Se que eres la persona más triste con el alma más rota que cualquiera en todo el mundo...

𝑬𝒍 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒆 𝒔𝒊𝒏 𝒗𝒐𝒛 [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora