REIGN: El amor sobre el trono | Yoonmin | #1

"Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ vᴇɪɴᴛɪᴛʀᴇs"

Jimin despertó solo como la mayoría de los días. El aroma a roble y canela de Yoongi perduraba en la almohada y las mantas a pesar de que estaban frías, prueba de que había abandonado el lugar hace ya mucho rato. El Omega se arrastró hasta su lugar en la cama y hundió su rostro en ella, llorando en silencio. De nuevo estaba solo.

Esperó un par de horas para levantarse. Se aseó desganado y se vistió con una simple camisa blanca y unos pantalones negros. No usó joyas, ni siquiera se maquilló. No tenía ganas de hacer nada y estaba triste. Los recuerdos del día anterior lo azotaban como olas salvajes, pero no eran capaz de llenar su vacío.

La única persona en el castillo que parecía poner interés en su estado era Nanmin, quien le llevó el desayuno a la cama y tuvo la gentileza de decirle que Yoongi había ido al pueblo y que quizá volvería tarde. Ella lo peinó e incluso intentó animarlo llevándolo a las costureras para hacer nuevas prendas para él. Pero ni siquiera miró las telas. Ni siquiera vió una reacción cuando le dijo que podían solicitar la presencia del joyero. Jimin estaba demasiado decaído.

Tenía un mal presentimiento, así que no lo dejó solo ni un momento, excusándose para limpiar el gran armario de su habitación o dejar la bañera lista para cuando alguno quisiera tomar un baño.

-¿No cree que esta bañera es enorme? Digna de un Rey.-Nanmim fingió admirar la gran bañera redonda.-Pueden nadar en ella si quieren.

-Nanmin.-Llamó Jimin desde su lugar en la cama, a lo que ella se apresuró hasta él.-¿Sabes para que es esta llave?

Jimin mostró la llave en sus manos. No era distinta a otras llaves, pero Nanmin la reconoció de inmediato.

-¿De dónde la sacó?

-Yoongi me la obsequios. Pero nunca dijo para qué.

Nanmin limpió sus manos de su delantal blanco y meditó unos momentos. ¿Por qué Yoongi le daría esa llave a Jimin? Debía confiar profundamente en él.

-¿Quiere que lo lleve al lugar que abre esa llave?

Jimin la miró sin ninguna emoción.

-Si, por favor.

Nanmin y él subieron escaleras y caminaron a través de los pasillos, llegando a una puerta lejana que Jimin dudaba que alguien visitara alguna vez. Abrió la puerta con incertidumbre, entrando al oscuro lugar y mirando sus alrededores. Era pequeño. No, no era eso. Eran todas las cosas que habían acumuladas, no dejaban mucho espacio y dejaban un aroma extraño. Jimin miró todos los cuadros que ocupaban espacio, los cofres grandes y pequeños con candado y la enorme cama lisa y probablemente fría. No necesitaba una explicación, sabía bien a quien pertenecía.

-Lo dejaré solo.

Nanmin salió y Jimin se quedó en medio de la habitación, totalmente frío. Camino con pasos cortos a cada esquina, solo mirando, pensando indebidamente que si tocaba algo podría obtener algún tipo de maldición. Como si su vida puediera acabar tan mal como la vida de la dueña de aquellas cosas. Jimin fué a la cama y se sentó en ella, sintiendo unas repentinas ganas de llorar. No por Yoongi.

Por Hyuna. Y por él mismo.

Siempre había tenido un profundo amor mezclado con odio hacia Hyuna y estaba seguro de que ella se sentía igual con él. La parte irónica era lo similares que eran los dos. Como si Jimin fuera realmente su hijo y hubiera heredado sus más destacables cualidades.

Luego de que el Rey de Kusan para ese entonces ordenara la muerte de su madre solo tuvo a su abuela y a su tía Soyeon, una Alfa amargada y llena de rencor que no rondaba a Jimin más que para intentar venderlo por algunas modenas. Estuvo acompañado por tiempos breves de otras compañías como lo eran la de sus hermanos mayores cuando no estaban ocupados y un amigo cercano que lo había alimentado y vestido en momentos difíciles, pero al final del día volvía a su fría casa y pasaba el tiempo con su abuela. Era solitario, aburrido y asfixiante. A su alrededor nada parecía encajar con él, era como un bicho raro a los ojos de los demás por circunstancias del pasado y no tenía ninguna esperanza de que pudiera crear una vida buena para él en ese lugar en donde todos lo atormentaban con el pasado de otras personas.