Dazai pensaba seriamente en conseguir ayuda psiquiátrica.
Sus dos queridos discípulos hacían que se quisiera suicidar más de lo normal, tanto que hasta había dejado de disfrutar el sentimiento.
Higuchi todas las tardes le mandaba capturas de su chat con Akutagawa que no hacía más que quejarse por su casi algo con Atsushi.
Empezaba a pensar que debería pagarle por soportar tanto. Tal vez pedir indemnización por daño moral por hacerlo sufrir tanto a él.
Después recordaba que solito se había metido en eso, no podía escapar ahora.
No tenía nada en su cabeza que lo pudiera ayudar, casi todo lo que hacía ya había sido pensado previamente, pero ahora su cabeza estaba en blanco, no tenía ni la más puta idea de que hacer.
Él lo había empezado, entonces lo tenía que terminar, pero mientras más se comía la cabeza en eso parecía que se alejaba más de la respuesta.
Decidió salir a dar un paseo, tal vez visitar a Odasaku le ayudaría, eso ya era una opción porque sabía perfectamente dónde lo podía encontrar.
Tomo su celular, sus llaves y se dirigió a su destino, llegando en lo que le pareció muy poco tiempo ya que todo el caminado estuvo enfrascado en sus pensamientos.
La casa de Ango era muy bonita y espaciosa, privilegios de los funcionarios de gobierno.
El castaño toco la puerta tres veces con sus nudillos y no tardó en ser recibido por el dueño de la casa.
—Dazai, que sorpresa tenerte aquí —dijo Ango abriendo la puerta y haciéndose a un lado—, pasa, mi casa es tu casa.
El castaño entró y se dirigió a la sala de estar, en la cual su querido amigo estaba ocupado haciendo absolutamente nada.
Se sentó a su lado en el sillón familiar y se recostó sobre sus piernas, costumbre que tenía arraigada desde hacia mucho tiempo, y con la certeza de que Oda estaba lo suficientemente recuperado como para aguantar su poco peso.
—¿Gustas algo de tomar? —Ofreció Ango en cuanto el repentino visitante se acomodó.
—Si no me va a matar instantáneamente, no gracias.
Los dos notaron la falta de entusiasmo y la inusual cortesía de sus palabras, a lo cual intercambiaron unas miradas silenciosas, sabiendo que esto probablemente iba para largo.
—Dazai, ¿Te paso algo?
El susodicho se quedó unos segundos mirando a la nada, se enderezó, soltó unas carcajadas y respondió:— ¿Algo? Más bien, ¿Qué no me ha pasado? Ya estoy HARTO. Nunca más volveré a ser cupido de nadie.
El castaño prosiguió desahogandose, como un niño que hubiera perdido algún juego de forma "injusta". No pasaron más de 15 minutos hasta que por fin sacó todo lo que le molestaba de su sistema.
—Bueno, ya estoy mejor—suspiró Dazai—, pero necesito una ayudita. Muy chiquita, lo juro.
Los dos mayores se miraron, sabiendo que cualquier cosa que pidiera Dazai no iba a ser algo mejor.
—¿Alguno sabe la mejor manera de hacer oficial una relación?
{...}
El albino estaba furioso.
O bueno, tal vez decir furioso era muy poco para lo que sus amigos estaban presenciando.
Atsushi estaba pateando un bote de basura fuera de la escuela hasta el cansancio, gritando y quejándose como si fuera un bebé.
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El Plan |•| Shin Soukoku |•|
FanfictionAkutagawa y Atsushi estudian en la misma escuela, se conocen desde hace poco, pero se odian como si así hubiera sido toda su vida. Los dos compiten por la atención de Dazai, el genio de la última generación el cual ambos admiran mucho. Dazai, cansad...