Capítulo 21.

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Washington.

Tiré mi bolso a la cama y comencé a meter mi ropa rápidamente. Tomé mi iPhone y verifique la hora, aún tenía algo de tiempo. Afuera había mucho movimiento y eso me hacía sentirme más nervioso, tenía que marcharme cuanto antes del departamento.

Mi iPhone vibro encima de la cama y lo tome, la pantalla se iluminó mostrándome que me había llegado un nuevo mensaje.

"Ya sabemos dónde estás, van por ti, hijo de puta."

Maldije mientras caminaba por la habitación estirando mi cabello con nerviosismo, mierda y más mierda. Tenía que irme, ya, no se iba a escapar de mis manos otra vez.

Cerré el bolso después de verificar que nada me faltaba y me marche de la habitación. Cerré con llave, la metí adentro del bolsillo de mis pantalones y bajé corriendo las escaleras, para mi mala suerte no funcionaba el ascensor hace meses y nunca lo habían arreglado. Sequé el sudor de mi frente cuándo baje el último escalón y respire con fuerza. Puse mi mejor sonrisa cuándo la gente de recepción me miró con curiosidad, estaba harto de fingir que me caían bien, más de una vez había pensado en acabar con ellos pero no podía hacerlo, tenía que mantenerme al margen para que piensen que soy una persona normal, por supuesto lo había conseguido.

Salí finalmente, aunque tenía muchas ganas de marcharme iba a extrañar a el único lugar que me había visto planear esto por meses. Caminé rápidamente mirando a mis espaldas, sabía que no faltaba mucho para que aparezca la policía. Me metí en mi auto viejo, se supone que era de color azul pero se había gastado la pintura, me lo había dejado mi abuelo cuándo se murió, aunque al principio no me había agradado la idea este pedazo de chatarra me había llevado a ella en muchas ocasiones. Sonreí de sólo pensar que faltaba poco para tenerla entre mis brazos otra vez.

Arranqué el motor y apreté el acelerador a fondo haciendo que las llantas chillen en el asfalto, para mi suerte no había mucha gente en la calle así que eso me dio el pie para pasarme todos los semáforos. Mi iPhone vibro encima del asiento copiloto, lo mire de reojo y suspiré cuándo vi el nombre de mi madre.

- James -dijo la voz de mi madre, parecía nerviosa.
- Qué? -dije simplemente.
- D.. Dónde estas cariño? -preguntó.
- Qué quieres? -suspiré.

Sabía lo que iba a decirme y no tenía ganas de escucharla. A veces lograba convencerme pero esta vez ya estaba harto, había sido muy claro desde el principio.

- Cariño, sé lo que vas a hacer, yo..
- Si llamaste para detenerme pierdes el tiempo, ya no hay vuelta atrás -dije con firmeza.
- Pero James, cariño.. -suspiró-. Estás sacrificando tu vida en esto.
- Mi vida? -reí con sarcasmo-. Mamá, todo saldrá bien, no te preocupes.
- Y cómo lo sabes? -preguntó.
- Porque llevo planeando esto hace mucho, estoy seguro de que nada va a salir mal -me encogí de hombros aunque sabía que no podía verme.
- Cariño..
- Puedes callarte la boca? -dije apretando el volante en mis manos.

Estaba acabando con la poca paciencia que tenía.

- Mándame bien la dirección de dónde van a estar, que no se te escape nada.

Colgué la llamada sin darle tiempo a que me responda, no tenía ganas de escucharla. 

Ella también sabía muy bien en lo que se metía, ahora ya no hay vuelta atrás.

No sé cuánto tiempo estuve manejando pero comenzaba a cansarme y tenía que cargar combustible, necesitaba estirar mi cuerpo. Frene en una estación de servicio, cargue combustible y entré a la tienda para comprar cosas para comer, había olvidado completamente que no había comido nada en todo el día, supongo que eso era culpa de la adrenalina. Me devore el sándwich y lo baje con un jugo de naranja, miré con atención el lugar, las mesas estaban vacías, excepto por una, había una pareja hablando en susurros acalorados, parecían discutir.

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