Capítulo 23.

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Madeline's POV:

Cuándo abrí los ojos estaba en un hospital, la habitación estaba fría, las sábanas y una manta cubrían mi cuerpo, mi brazo estaba conectado a una aguja, supuse que era suero. Suspiré profundamente, estaba algo aturdida y me dolía la cabeza, estaba sola.

Me levanté cómo pude y fregué mi rostro con fuerza, sentía puntadas en mi cuerpo, estaba muy adolorida. Miré a mi costado y me llevé una sorpresa cuándo vi ramos de flores, peluches y algunas cartas.

Colgué mis piernas de la camilla y las sentí completamente entumecidas, mordí mi labio tembloroso, me acordaba de todo lo que había pasado.

Él estaba muerto.

Ni siquiera sabía que pensar o decir, mi cabeza seguía hecha un lío. Sólo quería ver a mis seres queridos. Quería verlo a él, a mi chico.

Sollocé con fuerza, los recuerdos habían caído cómo tonelada sobre mi así que me dedique a llorar, a sacar todo lo que estaba sintiendo mediante mis lágrimas.

- Madeline -escuche una voz femenina.

Gire mi cabeza mirando hacia la puerta, una enfermera bajita estaba en la puerta mirándome, su mirada me había dado buena sensación, parecía esa típica enfermera buena que te regalaba dulces cuando el médico no la veía. Se acercó hacia mi después de cerrar la puerta y examinó mi rostro.

- Soy Lucia, la enfermera que está a cargo de ti -se presento-. Cómo te sientes? -preguntó sacando un tubito de su bolsillo.
- Me duele la cabeza -dije cómo pude.
- Es normal -dijo mirándome-. Voy a chequear tu vista.

Encendió su tubito cuyo nombre desconocía y lo enfoco en mis ojos haciendo que la luz me moleste pero me quedé quieta en mi lugar.

- Tienes los ojos un poco irritados, voy a traerte unas gotas, el dolor de cabeza puede presentarse por la deshidratación -me explico-. Y también por lo emocional.

Me miró y asentí con mi cabeza, no tenía muchas ganas de hablar. Se marchó después de avisarme que volvía enseguida con las gotas y una inyección, odiaba las inyecciones pero si me iba a quitar el dolor de cabeza no iba a quejarme. Me acosté en la camilla nuevamente y suspiré mirando a mi alrededor, me había llamado la atención otra vez los peluches, las flores y las cartas, sonreí sin querer.

Volví a llorar y ya no era ninguna sorpresa para mi, no sabía de dónde sacaba tantas lágrimas pero lo que si sabía es que no iba a dejar de llorar porque simplemente salían las lágrimas solas, sin tener que esforzarme. Poco después la enfermera volvió, me inyectó un calmante y me dio unas gotas en los ojos.

- Dónde están todos? -pregunté.
- Todos quienes? -me miró extrañada.
- Mi familia, mis amigos, mi novio -dije.
- Oh, no está permitida la visita, sólo puede entrar su madre cinco minutos para dejar cosas necesarias o para que el medico le comunique tu situación -dijo haciendo una mueca.
- Oh.. -dije simplemente.
- Quédate tranquila, seguro enseguida viene tu madre, ella ha estado por aquí -sonrió levemente.
- En serio? -mordí mi labio tembloroso.
- Si, claro -sonrió asintiendo con su cabeza-. Tranquila si? Intenta dormir.

Asentí con mi cabeza secando mis lágrimas y me acomode en la camilla intentando dormir, aunque se me hacía bastante difícil conciliar el sueño después de enterarme que podía ver a mi madre.

Escuché ruidos en la habitación, me levanté un poco desorientada, fregué mis ojos y escuché murmullos, enfoque bien mi vista y vi a una mujer agachada revisando algo.

- Mamá? -pregunté confundida.

Mi madre se levantó de golpe y me miró con los ojos abiertos, tapó su boca y se largo a llorar, corrió hacia mi tirándose encima mío, solté un quejido y me miró asustada.

Consequences. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora