Las cosas, sin embargo, no cambiaron en lo absoluto con el paso de las semanas.
Si a caso, Daniela y Verónica lucían más enamoradas y convertidas en una pareja tan doméstica que se asemejaba bastante a las que pasaban el resto de su vida juntas.
Nada quedaba de la previa reputación de su amiga.
La barista era la única mujer que ocupaba sus pensamientos, sus conversaciones, su cama y en honor a la verdad, dentro de sí misma podía encontrar un poco de consuelo al saber que su mejor amiga era muy feliz y que una persona tan linda como Verónica, estaba siendo tratada tan bien como se merecía, llevándose la mejor versión de Daniela.
Ninguna de las dos, Verónica o Daniela se refería, tenían la culpa de sus sentimientos no correspondidos, así que estaba tratando de ser feliz por ambas.
Aún así, cada vez que despertaba y lo primero que encontraba en la cocina de su departamento era a Verónica preparando el café de la mañana, Ana ardía de deseo de ser ella el motivo por el que la barista estuviera en casa.
Por momentos, Ana se dejaba soñar más de lo que debería y apenas escuchaba el sonido de tazas y cucharas siendo removidas, salía de inmediato de su habitación, con la certeza de que tendría esta fantasía de la pareja doméstica por un buen rato, antes de que Daniela se despertara y llegara a saludar a su novia, con un beso en la boca y sus manos aferrándose inapropiadamente a su trasero.
Cuando eso sucedía, Ana desviaba la mirada y escuchaba la falsa reprimenda de Verónica, diciéndole a su pareja que se comportara, que no estaban solas.
— Hola. ¿Vas a quedarte ahí parada todo el día, o te sirvo café?
La pregunta de Verónica sacó a Ana de su divagación, ayudándole a notar que estaba observando demasiado. No podía evitarlo, verla con esa camiseta enorme que le llegaba hasta los muslos, mientras se movía por la cocina no le hacía bien a su corazón enamorado.
Ana sacudió la cabeza tratando de volver a su realidad y avanzó lentamente hacia la barra que servía de desayunador.
— No, uhm, hola... sí está bien el café.
— ¿Tus pancakes con miel está bien o prefieres mermelada?
— Miel
— Claro
Verónica se dio la vuelta, tomó un plato del gabinete donde estos se guardaban, la botella con la miel de abeja y sirvió el desayuno para ella.
La familiaridad con la que se movía por todos lados, le agradaba tanto como le dolía.
— Toma
— Gracias
Luego trajo una taza, se quedó un momento sin hacer nada y sonrió, como si se hubiera dado cuenta de algo que la otra chica no.
— ¿Qué? — preguntó Ana, a punto de dar el primer bocado.
— Ya estaba lista para ponerme a dibujar en la taza — explicó, sacudiendo la cabeza con una sonrisa contagiosa.
— ¿Neta?
— Sí, mira... — le mostró como sostenía el recipiente de cerámica y el sharpie que tenía en la otra mano — supongo que extraño mucho tenerte por el café.
Ahora que Verónica se había incorporado de nuevo a la universidad, solo podía ayudar los fines de semana en las mañanas y esos dos días eran los que Ana menos podía darse la vuelta por 'La cafetera de la abuela', por un sinfín de razones, entre las que sobresalía su propia paz mental, porque eran justo los que Daniela tenía libres.
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I Can Be Better (VerAna)
RomanceEl amor que sentimiento tan extraño y confuso, pero solo es cuestión de encontrar el tiempo perfecto