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Afortunadamente no había aún abierto su computadora, de lo contrario esta se habría arruinado definitivamente.

Dani: 'La bodeguita de café', ¿la recuerdas?, el café al que solíamos ir antes. El sábado a las 4

Ana: ¿De la tarde? 

Fuck, Ana... desde luego que de la tarde... ¿qué café iba a estar abierto a las 4 de la mañana?

Dani: Veo que lo de gay mess ya lo tomaste para todo en la vida. Sí, de la tarde

Ana: Okay nos vemos. 

Dani: También, ¿puedes no decirle nada a Verónica?, por lo menos hasta después de que hablemos

Ana: Sí, claro. 

Esa última petición le pareció extraña, pero no era quién para cuestionarla.

Con Verónica no habría ningún problema, aún si la mayoría del tiempo estaban juntas, ambas entendían que cada una podría tener sus compromisos y se tenían la suficiente confianza como para no pedir explicaciones respecto a su paradero, a menos de que quisieran hacerlo voluntariamente.

El sábado, Ana lo pasó hecha un manojo de nervios.

No pudo editar más que dos o tres fotografías que tenía para la exposición compartida que su grupo de amigos estaba montando para mostrar el trabajo de cada uno de ellos; rompió un vaso de cristal debido a sus torpes movimientos afectados por la intranquilidad y rectificó tener la dirección correcta del café más de veinte veces y cuyo cambio de ubicación había sido el comienzo de todo este enredo. 

Salió de casa con más que suficiente tiempo de anticipación y terminó arrepintiéndose de aquello porque ahora tenía que esperar por Daniela, y por más que revisaba el reloj, este parecía avanzar más lento de lo normal. 

Justo estaba por guardar su teléfono una vez más cuando la pantalla volvió a encenderse con la llegada de un mensaje. 

Era de Verónica. 

Vero: Acabo de comprar fresas. Son para que nos hagas uno de esos cocteles que preparaste la otra vez, en el cumple de Perlita. 

Ana: ¿El daiquiri?

Vero: Sí, ese

Ana no pudo evitar reírse porque las veces que Verónica se había negado a consumir alguna bebida que no fuera libre de alcohol eran incontables, pero había bastado un trago bonito para hacer quebrar su voluntad. 

Ana: ¿Si sabes que lleva ron, verdad?

Vero: Claro. También pasé a casa de mi madre por la botella que sobró ese día. 

Ana: Okay, no hay problema, yo siempre encantada de corromperte. 😏

Vero: ¿Ah sí?, cuando llegues ya veremos quién corrompe a quién. 😌

Ana: ¿Qué significa eso?

Vero: Ya verás...

Ana: 😳 

Vero: 😘

Sus dedos se movían libremente por la pantalla del aparato, dispuesta a seguir indagando el plan de su novia, pero sus intenciones se vieron cortadas abruptamente por la voz de Daniela.

— No me digas que esa es la cara que pones cada vez que te sexteas con Verónica.

Su tono era muy distinto al que le había escuchado la última ocasión, se escuchaba más relajado. 

Daniela arrastró la silla hacia atrás para hacer espacio y una vez que estuvo cómoda sobre ésta, llamó al mesero, pidiendo un capuchino de sabor. 

— ¿Disculpa?

— Estás toda roja de la cara, no me cuesta mucho sacar conclusiones — explicó contundentemente.

Ana se dio cuenta de que también sentía un bochorno que no había estado ahí hacía unos minutos, pero ese también podía deberse a saberse sorprendida por Daniela, mientras conversaba con Verónica. 

Seguía siendo extraño ¿okay?

— Ah, ya. 

El primer de esos silencios incómodos que la fotógrafa estaba consciente existirían en aquella conversación, hizo su presencia. 

A pesar de que ella había guardado por tanto tiempo el discurso con el cual le diría su versión de lo ocurrido, fue la otra mujer la que tomó la iniciativa. 

— Estoy muy bien, sigo en Guadalajara, no creo regresar para acá, tengo un muy buen trabajo y sí, mi familia está muy bien. Supongo que eso cubre las preguntas protocolarias — finalizó con mucho sarcasmo en la voz y en el comportamiento. 

— Que, que bueno... me da gusto. 

— Tampoco quiero saber de tu vida. Quiero creer que entiendes la razón. 

— Claro. 

Bien, esto no iba para nada de la manera en que lo había pensado, sus nervios habían sido tantos, que ni siquiera tenía una imagen mental de lo que podría ocurrir esta tarde. 

El mesero llegó en el tiempo adecuado para llenar el segundo silencio incómodo y Ana lo agradeció demasiado. 

— Creo que en el fondo siempre lo supe, ¿sabes? — volvió a hablar Daniela al saberse a solas de nuevo. 

— ¿Qué?

— Tú y Verónica. 

— Nunca hubo nada entre Verónica y yo mientras estuvo contigo — saltó a aclarar inmediatamente. 

Ana no contaba aquel beso, porque Daniela hablaba de una relación,  de intimidad, algo que completara la idea de traición que diera más sentido al rencor que seguramente sentía por Verónica. 

Ahora entendía por qué no quería que le dijera nada. 

Si estaba aquí era en nombre de su amistad de años, pero por quién había sido alguna vez su prometida, no sentía más que resentimiento y ella no la juzgaría, porque no sabía lo que era estar en su posición. 

— ¿No?

— No. ¿Más allá de un beso que sucedió en el calor del momento y que Verónica misma detuvo porque tenerte presente?, no, siempre nos mantuvimos como amigas y ni ella, ni yo pretendimos hacerte daño, pero... las cosas son más complicadas de lo que parecen. En realidad eran bastante sencillas, pero las dos terminamos por enredarlo todo. 

Daniela frunció el ceño. 

— Okay, venga Ana — retó. Una expresión satírica le invadía el rostro — quiero escuchar todo lo que tengas que decir, ¿querías hablar?, okay... te escucho. 

Por la forma en que había dicho aquello, Daniela daba a entender muy bien que mantenía la misma postura de aquella noche en el restaurante, sólo que sin la parte de ponerse violenta. 

La fotógrafa jaló una enorme bocanada de aire y comenzó a hablar. 

Le contó hablo de cómo habían coincidido sus vidas por primera vez, le contó del café, de 'Sí', de la eterna torpeza que venía con ser una 'useless gay', la pulsera, las interacciones, cómo había de apoco caído perdidamente enamorada de Verónica y la manera en que nunca llegó a hacer un movimiento al respecto por el miedo que le causaba perderla como amiga

I Can Be Better (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora