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Aún así, a Ana le tomó tres días enteros el reunir el valor de buscar a Verónica.

Daniela ya tampoco estaba insistiendo en contactarla, pero algo le decía que la próxima vez que se vieran, las cosas iban a ser un poco tensa entre ambas, así que agradeció bastante cuando llegó al café y se dio cuenta que su amiga no estaba ahí.

Sus ojos  recorrieron el lugar, felicitándose por haber seleccionado este día y este horario, pues era uno durante los cuales había muy poco movimiento en aquel lugar.

Al llegar a la entrada, la fotógrafa tuvo que sujetarse del marco de la puerta para detenerse físicamente de huir de nuevo. Verónica estaba ahí, sentada frente al mostrador, un cuaderno de dibujo entre sus manos y esa expresión concentrada mientras sus dedos se movían con pericia sobre el papel, logrando seguros y marcados trazos.

Okay, aquí era... este era el momento.

El lugar estaba tan callado, que el simple crujido de su ropa rosando contra su cuerpo, alertó a la barista de su presencia.

— Buenos días, en qué puedo ayudar... le.

Su voz había pasado de animada a seria en una milésima de segundo. 

Verónica lucia tan sorprendida como ella, al encontrarla ahí parada, sonriendo de la forma más extraña posible.

— Hola — saludó débilmente.

La barista endureció las facciones de inmediato. El ángulo de su mandíbula marcándose con su evidente molestia contenida.

— ¿Algo que te pueda ofrecer?

Ana suspiró lo más discretamente posible, buscando darse el valor necesario para continuar este encuentro.

— Un... un cortado y un postre de nuez al café.

Había estado muy equivocada cuando creyó que ese detalle ayudaría en algo.

— Claro, en un momento está tu orden.

Ana asintió un par de veces y recorrió los pocos pasos que la separaban de su mesa de siempre.

Regularmente su formulismo incluía sacar su portátil y comenzar a editar en lo que su café estaba listo, pero sin estos en sus manos, el tiempo de espera estaba probando ser eterno.

Ávida de algo en qué entretenerse, comenzó a revisar el sitio, tratando de identificar algún cambio desde la última vez que había estado ahí. Realmente todo parecía igual. Bueno, la colección de suculentas que Socorro cuidaba tan religiosamente estaba más grande, algunos de esos 'cositos' lucían más altos y oh, ¿era ese un nuevo dispensador de gel antibacterial?

— Toma.

La presencia de Verónica la tomó por sorpresa, obligándola a dar un pequeño salto al escucharla. Algunas gotas de cayeron sobre la mesa, producto de la fuerza con la que la barista acababa de azotar el vaso.

— En un momento está tu pastel. Sigue en el horno.

— Okay, gracias. 

Los ojos verdes de Verónica hicieron un gracioso sonido cuando se giró sobre su propio eje, decidida a alejarse, pero en un movimiento instintivo, Ana la tomó de la muñeca, impidiéndole marcharse.

— Hey, no te vayas — pidió.

La dureza con la que ojos con aroma de café la observaron, le hicieron soltarla inmediatamente.

— ¿Necesitas algo más?

— No, bueno, hablar contigo, necesito hablar contigo — explicó.

— Ah, Bueno... ahora sí quieres hablar, ya te cansaste de ignorarme.

I Can Be Better (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora