Daniela accedió a la petición de los guardias, regresó a su mesa para tomar su bolso, acompañándolos después a la salida.
Verónica y Ana hicieron lo propio segundos más tarde, era obvio que no querrían continuar su velada, si el ardor en los ojos o su ropa manchada no fueran suficiente razones, estaban las miradas juzgantes de las personas a su alrededor para convencerlas de marcharse.
— ¡Ow! — se quejó Ana, al sentir el penetrante frío de la bolsa con hielo que Verónica había traído para poner sobre su mejilla.
— Lo siento, Anilla.
— No, pasa nada, se siente súper bien el hielo, ¿está muy rojo?
La otra chica confirmó con un movimiento de su cabeza.
— Creo que hasta los anillos te dejó marcados.
— Ugh... es lo malo de que las lesbianas seamos tan adictas a ellos.
La broma arrancó sonrisas que ambas necesitaban.
— La verdad no sé por qué esa manía de tener uno en cada dedo.
— Vero.. — habló con seriedad — los dedos son importantes para nosotras, tenemos que adornarlos, mostrarlos con orgullo.
La expresión de Verónica en este instante no tenía precio y no tardaron demasiado en estallar en fuertes risotadas.
La quietud volvió a invadirlo todo poco después, trayendo la seriedad que era necesaria para hablar de lo sucedido.
— Lamento que las cosas hayan sucedido así — Verónica fue la primer en romper el silencio.
— Yo también — admitió la fotógrafa — quizá debí ir a buscarla como tantas veces pensé y esto no habría sucedido.
Verónica soltó un largo suspiro.
— No es algo fácil que confesar, Ana.. la reacción hubiese sido igual o peor de todos modos.
— Lo sé — murmuró en respuesta, quedándose de nuevo sin decir nada por varios segundos, disfrutando del contraste de su piel ofendida contra la fría humedad del hielo.
— Perdón, Ana.
— ¿Perdón de qué?
— Pues, por mi culpa perdiste a tu mejor amiga.
Ana frunció el ceño y quitó la mano de Vero de su rostro, para rodearla con la suya.
— Eso no es verdad — sentenció mirándola a los ojos — no fue tu culpa, sino de las circunstancias. El amor es así, Vero...
— ¿Así cómo?
— Imperfecto. A veces te enamoras de alguien que no te corresponde, llegas a sentirlo por la persona equivocada o encuentras a la indicada, pero caes por ella en el momento más inoportuno — repitió una a una las palabras de su padre — y nuestro caso fue así, nos enamoramos, pero no era nuestro momento, ahora seguimos sintiendo lo mismo y por fin, por fin, encontramos nuestro tiempo perfecto.
Aprovechó para besar su mano y luego sus labios.
— Y lamento mucho que las cosas con Daniela acabaran así, pero esto, Vero, lo que tenemos ahora, no lo cambiaría por nada en el mundo.
Verónica unió sus frentes y cerró los ojos, rebasada por lo que sus palabras le hacían sentir. Después acarició su nariz con la de ella, pasó sutilmente los dedos sobre su mejilla lastimada y volvió a besarla, tratando de mostrarle que de su parte tampoco había arrepentimientos.
— Una cosa más — añadió la barista cuando el oxigeno fue necesario para seguir viviendo.
— ¿Qué?
— Si Daniela vuelve a ponerte una mano encima... no me voy quedar de brazos cruzados.
Ana sonrió contra sus labios, desde luego que su novia con ojos aroma de café estaba dispuesta a defenderla de cualquier amenaza.
— Eso fue bastante sexy ¿sabes? — aseguró, dejando un mordisco juguetón en su labio inferior.
— ¿Qué cosa?
— Pues tu, defendiéndome.
— ¿Ah sí?
Un beso.
— Oh, sí — otro beso — muy sexy. Me encanta que seas tan fuerte, me pone... mal — Verónica había comenzado a bajar por su cuello, dejando besos húmedo en la piel que Ana le ofrecía, inclinando su cabeza hacia un costado.
La barista dejó se alejó para poder verla a los ojos; aún si estos eran oscuros gracias a su tono aroma de café, Ana distinguió lo dilatado de sus pupilas.
— Ven — le dijo, una vez que estaba de nuevo sobre sus pies, ofreciéndole ambas manos.
Ana captó de inmediato lo que le pedía y sin cuestionar nada, se colocó frente a ella.
Con estos tacones le sacaba fácilmente cinco centímetros de ventaja y decidió aprovecharlos para acunarle el rostro, manteniéndola en su lugar mientras la besaba.
¿Cómo podía pensar Verónica que ella podría retractarse de esto?
La sensación de las manos de su novia serpenteando al rededor de su torso, ajustándose a su cintura le hicieron perder el ritmo por un segundo. Verónica aprovechó para tomar impulso, levantarla con un rápido movimiento y la fotógrafa enredó sus largas piernas en torno a su cadera, ayudándola a mantenerse arriba.
— ¿Está funcionando ahora? — susurró Verónica con el espacio apenas suficiente para poder articular palabras.
Ana sonrió con una mezcla de diversión y malicia.
— Oh sí, está funcionando— volvió a capturar su labio entre sus dientes, aprisionándolo a penas lo suficiente para causar el mínimo dolor y tener el pretexto perfecto para aliviarlo después con su lengua. El sonido que escapó de la garganta de Ana viajó desde su boca hasta su centro en cuestión de segundos — podría pasar haciéndote el amor.
Verónica comenzó a caminar lentamente hacia la recamara, cuidadosa de no dejarla caer y dispuesta a hacer que cumpliera una promesa que Ana estaba más que feliz de hacer valer.
***
Por más que Ana intentó contactar a Daniela, esta continuó rehusándose a contestar cualquier mensaje, audio y llamada que la fotógrafa intentaba.
No le parecía extraño.
Al contrario, cada vez que tomaba unos minutos para probar suerte, lo hacía con plena conciencia de que obtendría el mismo resultado.
Con el tiempo, las pistas que las redes sociales otorgaban le dieron a entender que la tenía más que bloqueada en cada una de ellas, pero nunca se rindió.
A pesar de que sabía que no habría una respuesta, cada cierto tiempo dejaba un mensaje con distintas variaciones de 'ojalá algún día quieras hablar'.
La esperanza muere al último ¿cierto?
Aún así, recibir aquel texto casi un año después, le hizo tirarse encima el cortado que Verónica le acababa de llevar a su escritorio.
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I Can Be Better (VerAna)
RomanceEl amor que sentimiento tan extraño y confuso, pero solo es cuestión de encontrar el tiempo perfecto