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Ahora Ana estaba en problemas.

— ¿Qué quieres decir con que se daño la tarjeta? — preguntó una alarmada Daniela después de darle la noticia. 

— Pues eso Dani, la verdad no sé cómo pasó. El equipo lo metí en la maleta de siempre — mentira — y no sé, quizá le tocó revisión, alguien la abrió y arruinó el SD.

— ¿Pero qué no hace un respaldo automáticamente con wifi?

— Tendrían que estar conectadas a la misma red y no llevé mi laptop al viaje— otra mentira, aquel aparato era prácticamente una extensión de su cuerpo, no había manera de que lo dejara en casa, aún si su estancia en CDMX era solo de un par de días.

— ¿Y entonces?

— Entonces no tengo nada — la lengua la sentía entintada en hiel, pues aquello lo decía mientras observaba los cientos de imágenes descargadas a su computadora desde la tarjeta de memoria.

— ¿Ni siquiera una o dos?

— Pues hasta ahora todas me aparecen como archivos dañados.

— Qué mal. ¿Puedes intentar ver si alguna se rescata? 

— Sí, claro, justo eso hago, eso, uhm.. revisando una por una y, todo está perdido al parecer. 

— Bueno, sigue tratando, por fa... todas tus fotos quedan geniales así que la que logres salvar sé que será perfecta — El estómago comenzó a revolvérsele con culpabilidad — y si no, pues nos deberás doble sesión, video y álbum para la boda — anunció Daniela, orgullosa de su idea.

Boda, aún faltaba la boda. 

¿Cómo había podido olvidar ese pequeño detalle?

— Cla- claro... sí. Seguro.

— Okay, no se te olvide ¿eh?

— No, créeme que no. Aunque quisiera — la última parte la agregó mentalmente, haciendo un trabajo titánico para mantener controlado su sarcasmo.

— Perfecto. De todos modos, si una fotografía se puede salvar, me la envías.

— Okay.

Después de colgar la llamada, Ana se quedó sentada en el mismo lugar hasta que la tarde se volvió noche, contemplando las imágenes que la pantalla le mostraba, repasando una por una, dedicándoles varios segundos a admirar los detalles de aquel rostro que la había cautivada desde el primer instante.

Ni la cámara, ni ella, ni tampoco Daniela habían tenido alguna vez una oportunidad de no caer perdidamente enamoradas de esa preciosa barista. 

Fue con el sonido de la puerta del departamento abriéndose que notó el tiempo que había invertido en aquella actividad.

Todo el problema en qué se había metido y el  encontrar los ojos avellanados de Lucía observándola de esa manera en que le hacía darse cuenta que la modelo y ella no estaban en la misma página, le ayudó a darse cuenta de que nunca lo estarían y que no era justo para ninguna que siguiera pretendiendo que alguna vez sería así.

La noticia, Lucía la tomó de manera extraña.

No parecía estar contenta, desde luego, pero tampoco le sorprendió demasiado. No como Ana cuando la modelo soltó la aquella pregunta.

— Tú te das cuenta de que se trata de la prometida de tu mejor amiga, ¿verdad?

— ¿Qué?

— Verónica

— ¿Qué con ella?

— Anita — la forma condescendiente con que había dicho aquello no le agradaba para nada — ¿De verdad crees que nadie se da cuenta?
— No entiendo.

I Can Be Better (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora