Verónica se dio un tiempo, antes de responder.
— La quiero muchísimo... pero no estoy enamorada de ella.
Ana levantó el rostro tan rápido, que sintió una pequeña molestia en su cuello.
De ella. De Daniela, no.
— Pero tú... dijiste que, creíste que ya no sentías nada por mí y... cuando, también que te gustaba, en... en pasado — elaboró con dificultad y una renovada ilusión burbujeando dentro de su pecho que estaba tratando de mantener a raya — eso... Vero, ¿ya no?
La mano de Ana se acercó al rostro de Verónica colocando un mechón de su pecho detrás de su oreja, antes de acariciar la piel de ese lugar, tocando con sus dedos las argollas que la adornaban, resbalando cariñosamente hasta su lóbulo.
— Ana — comenzó la otra chica, su voz acababa de recuperar la fortaleza de siempre. Lo que sea que estaba a punto de decir, no dejaría lugar a duda — yo estoy enamorada de ti.
De la boca de la fotógrafa escapó un suspiro trepidante, cargado de años de sufrimiento y pesado con los últimos instantes de esperanza.
¿Esto era real?, ¿Verónica acababa de decir eso?, ¿Qué estaba enamorada de ella?
Ana ya no pudo detenerse más y acunó su cara entre sus manos, recargando sus frentes juntas.
Dios, quería hacer tantas cosas ahora mismo.
Reír, pero el conflicto que notaba en el gesto de la barista la detenía.
Gritar, mas no creía ser capaz de producir ningún sonido en este instante.
Llorar, de lo cual no estaba tan segura de no estar haciendo ya.
Besarla, pero sabía que cualquier movimiento respecto a ellas dependía de la mujer frente a ella.
La mirada de Verónica se mantuvo en los labios de Ana por largos segundos, durante los que la barista pareció librar una batalla interna entre lo que se debe y lo que se quiere hacer. Y de no ser por el cosquilleo provocado por su cálido aliento chocando contra su piel, Ana no se habría percatado que era el segundo sentimiento el que ganaba la contienda.
Ella no quería ponerla en esa posición, así que en un momento de lucidez, intentó detener lo que estaba a punto de pasar.
—Verónica....
Su índice colocándose contra su boca le impidió hacer nada más que concentrarse en la manera en que Verónica recorría ahora sus facciones. Era como si se tomara el tiempo de repasar con su dedo los detalles que había trazado en una superficie de cartón por tanto tiempo.
— Quiero besarte — susurró la barista tan cerca de ella que sus labios prácticamente se tocaban.
— Hazlo — retó Ana, incapaz de ocultar su deseo de probar su sabor por primera vez.
— No puedo... no aún.
La fotógrafa asintió un par de veces. Por supuesto que la entendía y no iba a forzarla a hacer algo de lo que no estaba segura.
— Okay.
Primero tenían que aclarar las cosas, limpiar el camino, hablar quien fuera necesario para-
Las manos de Verónica llegando a su cuello jalándola hacia ella y plantando un beso sobre su boca eliminó cualquier pensamiento coherente dentro de su cabeza.
Ana se dejó actuar por instinto.
Sus dedos rodearon la cintura de Verónica, enterrándose ansiosamente dentro de la piel en esa zona con hambre de sentir lo que por tantos años se había estado deteniendo de tocar, sus pies se movieron hacia adelante, empujando con sus insistentes labios y su cuerpo a Verónica, hasta dar con la pared y aprisionar su figura contra esta, dando luz verde al deseo que había nutrido durante tanto tiempo de añoranza.
Verónica respondió con el mismo calor a cada gesto. Su lengua acariciando la de ella, sus manos sujetando su rostro, ayudándole a seguir el ritmo de ese beso, la mordida en su labio inferior, las caricias que por un momento amenazaron con salirse de control, pero que encontraron en la conciencia de ambas la voluntad para detenerse de hacer algo para lo cual ninguna se sentía lista, no mientras no pudieran poner en orden la vida que esperaba al exterior de ese departamento.
Ya habría tiempo para todo. Ana estaba segura de eso. Ana se haría cargo de eso.
— Lo siento, lo siento, Ana yo...
— Verónica, no. No te disculpes.
— Pero es que-
— ¿Te arrepientes? — cuestionó Ana, sintiendo el corazón en la garganta ante el miedo de que lo que más había deseado se escapara de sus manos ahora que parecía tenerlo tan cerca.
— No — la convicción con la que la palabra salió de la boca de Verónica, le permitió respirar de nuevo — es sólo que necesito, creo que antes...
— Sí, lo entiendo y tienes razón — aceptó la castaña, empezando a aumentar el espacio entre ambas, dejando ir su cintura, sintiendo sus manos frías sin el calor emanando de su piel.
— Voy a hablar con ella ¿okay?, voy a hacerlo y... entonces podemos hablar.
— De acuerdo.
A pesar de no hacer nada más, ambas mujeres, decidieron pasar la tarde juntas.
Verónica ayudó a deshacer las últimas cajas de cartón que habían quedado pendientes desde su última visita, ayudando a poner vida al lugar con los cuadros, las fotografías y las ornamentaciones que la dueña del lugar había pedido en línea.
Ana tenía la impresión de que Verónica estaba tratando de retrasar la tormenta que le esperaba al enfrentar su realidad y no podía culparla, ella tendría que hacer lo mismo en algún punto.
Ni siquiera sabía de donde sacaría el valor para romperle el corazón a su mejor amiga por segunda vez.
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I Can Be Better (VerAna)
RomanceEl amor que sentimiento tan extraño y confuso, pero solo es cuestión de encontrar el tiempo perfecto