EVELYN
Noches tan frías como esta no me inspiran demasiada confianza. No recuerdo la mayor parte de la noche del accidente pero creo que nunca se me olvidará el frío que hacía, el cielo sin nubes pero también sin estrellas o la sensación de vacío que me perseguía.
Mi yo tan pensativo me da miedo. Quizás debería volver a entrar y buscar a Luca o a Damiano, pero no hace falta.
- ¡Evelyn! – Me llama mientras llega a mi lado.
En cuanto lo hace me abraza y todos los malos pensamientos que tenía hace un momento se esfuman, deja de hacer frío y las estrellas se ocultan por lo deslumbrantes que me parecemos.
Sí, soy un poco muy romántica pero dejadme, estoy enamorada de nuevo.
Después de la última vez me da un miedo que nunca pensé que llegaría a sentir. Aun así, aunque estoy terriblemente aterrorizada, la emoción puede con ese miedo.
No será fácil, pero desde el accidente nada en mi vida lo ha sido.
- ¿Vienes corriendo? – Le pregunto volviendo al presente y notando su respiración acelerada.
- Un poco, pero las culpas échaselas a Luca.
- Todo lo que tenga que ver con el deporte es culpa de Luca. Créeme, lo sé.
No me suelta, pero se separa un poco de mí para mirarme y así puedo ver que el chiste le ha hecho gracia. Me alegro, porque parecía muy nervioso.
- ¿Damos una vuelta? – Pregunta mi lado masoquista que hace que terminemos nuestro abrazo.
- Vale. - Dice y ya siento como se separa.
Pero no se aleja demasiado. Me rodea la cintura con un brazo y aunque parecemos dos patos andando no me importa.
DAMIANO
Aunque hace tan solo unos segundos me desesperaba por decirle lo que siento, esa desesperación desaparece cuando echamos a andar.
Sólo he estado una vez enamorado en mi vida. Sandra dice que soy una de esas personas que nunca se enamoran... sólo que a veces lo hacen, y cuando lo hacen, lo hacen de verdad. Quizás con demasiada intensidad.
La otra vez fue cuando tenía quince años, y como esta vez, me colé por ella hasta los huesos.
Se llamaba Cloe e iba a nuestro mismo instituto. Recuerdo que nos sentábamos juntos en química, así que sí, los chistes eran fáciles. Era más bien bajita, pelirroja e increíblemente bella. No como las otras chicas con las que salí más tarde. Ella tenía una de estas bellezas adorables, una de esas personas que te pasarías días mirando.
Es en lo único en lo que me recuerda a Evelyn. Porque en el resto son completamente diferentes.
Cloe era delicada, dulce y confiada. Desde el primer día que la conocí era difícil no vernos juntos. Jamás se hubiera resistido a una primera cita o a llevarme en su coche. Pero eso es justo lo mejor de Evelyn. Siempre es un reto, complicada de entender, valiente y decidida. Con ella las cosas no han sido tan fáciles y si eso no ha evitado que me enamore de ella, no creo que muchas otras cosas lo hagan. No a corto plazo, a menos.
No como pasó con Cloe. Con ella las cosas eran demasiado fáciles. Tanto para lo bueno como para lo malo. Fue muy fácil enamorarme de ella. Era fácil dejarnos llevar. Llegamos a estar tres años juntos. Pero también fue muy fácil separarnos.
Como ya sabéis, a los dieciocho, Luca, John, Sandra y yo nos mudamos aquí. Para entonces las cosas con Cloe ya no eran como al principio. Nos faltaba esa chispa, esa emoción, ese amor que habíamos tenido cuando empezamos. Simplemente habían desaparecido cuando las primeras veces pasaron a ser segundas y terceras. La emoción que traía esa novedad se había evaporado y nada había quedado para reemplazarlo.
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Tenemos un año
RomanceUn año, doce meses... ¿suficiente para enamorarse? Sí, pero ¿y si ese no fuera el problema? Desde que casi se mata en un accidente de coche, Evelyn no es la misma. Se lo toma todo demasiado en serio y es más responsable de lo que lo ha sido jamás...