EVELYN
- Sabes que me encanta saber que está pensando esa cabecita. - Me giro hacia Damiano que lleva sus míticas gafas de Sol y, obviamente, una gorra.
Parece un poco idiota yendo disfrazado de esa manera en mitad de un aeropuerto, pero no me voy a quejar. Al fin y al cabo, me gusta ir recalcando que es mi idiota.
- Esta vez, aunque te sorprenda, son buenos pensamientos. - Esos preciosos ojos marrones, o lo que puedo ver tras las gafas, me devuelven a otro momento.
5 DÍAS ANTES (el domingo)
Prometí no pensar en el juicio, y de verdad que he intentado no hacerlo, pero... ¡no es fácil controlar todo lo que se piensa! Menos cuando anoche casi se nos muere Sebas por eso.
Así que, intentando evitar un ataque de pánico, he hecho lo único que siempre ha conseguido tranquilizarme y organizar mis pensamientos: una lista.
Las gafas de Sol se me empapan y aparto el papel a toda prisa antes de que se moje. Damiano se tira encima de mí sin que a penas tenga tiempo de quitarme las gafas también.
Me besa y no se hace un lado hasta dejarme sin aire.
Después nos acomodamos en la toalla como sardinas en lata.
No es la metáfora más bonita o romántica, pero disculpad que esté demasiado ocupada intentando arreglar los próximos meses de mi vida como para ponerme a pensar en cosas bonitas.
- ¿Cómo está mi bella psicópata? - No sé bien cómo responder a eso. - ¿Qué escribes? - Prueba cuando no respondo.
Damiano nota que estoy tensa y se preocupa. Me muerdo el labio.
- ¿Momento confesiones? - No hace mucho que usamos esa frase, de hecho, creo que podría ser la primera vez.
En nuestra historia ha habido muchas grandes confesiones, y estoy segura de que habrá muchas más.
Así que pensamos que una frase así sería un buen comienzo para contarnos algo importante.
Suspiro y le entrego el papel.
Él lo coge con toda la delicadeza posible.
- Lista de cosas que hacer al llegar a España... - creo que mi mirada lo dice todo - ¿Evelyn?
- No me juzgues, ¿vale? Mira - saco otro papel de la bolsa con nuestras cosas-, también he hecho un lista de cosas que hacer aquí - comienzo a leerla para tratar de justificarme -. Tomarme un mojito, nadar hasta una bolla, quedarme dormida en la toalla... Puede ser una lista un poco aburrida, pero el caso es que no dejaba de pensar en el juicio, y al final terminé haciendo una de esto antes de volver a la de España y... y...
- ¿Y si respiras? - Sugiere.
- ¿Estás enfadado? - Suena un poco idiota, porque debería darme igual si se enfada o no por eso cuando no estoy haciendo nada malo, pero el caso es que me importa.
- ¡Claro que no, Eve! Cuando te dije que no pensáramos en el juicio, quería que tratases de disfrutar y ya. Pero no todo tienen porqué ser risas. Menos después de lo que ha pasado. Es normal que sigas preocupada y nadie va a negarte tu derecho a estarlo. - Suspiro y escondo la cara en su pecho.
Siento cómo me abraza un poco más tarde.
- Yo también tengo algo que confesar - lo miro, sorprendida -. A ver, he tratado de no pensar en nada más que en divertirme estos días, pero... cuando dejamos a mi hermana, tuvimos una conversación complicada. Sobre Alberto - asiento y dejo que termine de decir lo que tenga que decir -. No sé, para ella no significa nada. Nunca ha sentido que fuera como un hermano. La cosa es que ya no sé cómo sentirme al respecto. Creo que nunca he sabido cómo sentirme al respecto. Cuando se marchó cerré la puerta y dejé de preocuparme por él. Bueno, no es que ya no me preocupara por él, pero intenté dejar de hacerlo. Aunque una parte de mí siempre pensó en qué había sido de él. En resumen, no sé cómo sentirme con todo lo que pasó y pasa, pero tampoco quiero pensar en ello. - Me tomo un momento para pensar en mi respuesta.
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Tenemos un año
Roman d'amourUn año, doce meses... ¿suficiente para enamorarse? Sí, pero ¿y si ese no fuera el problema? Desde que casi se mata en un accidente de coche, Evelyn no es la misma. Se lo toma todo demasiado en serio y es más responsable de lo que lo ha sido jamás...