Capítulo 35 - La despedida

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LUCA

Evelyn, Sandra, Jack, Matteo, mi padre y yo hemos venido antes de tiempo al bar para montarlo todo.

Damiano y John llegarán en cualquier momento y podría juraros que va a darme un paro cardíaco.

No he parado de moverme de un lado para otro desde que llegamos. No sé cuántas veces he recolocado las decoraciones, abierto y cerrado las campanas con la comida o alisado mi chaqueta.

Ahora mismo vuelvo a esto último. Es como un gesto nervioso.

- Estás genial, Luca. Deja de preocuparte.

- Sí, Luca. Tranquilízate antes de que manches toda la camisa de sudor.

Evelyn y Sandra sonríen a unos metros de mí.

Ellas tampoco están nada mal. Evelyn lleva unos pantalones anchos y elegantes y una camisa de flores. Por su parte, Sandra se ha puesto uno de sus mejores vestidos pegados que dejan entrever la pequeña barriga que le quedó tras el embarazo y que luce con orgullo.

- Por mucho que me digáis yo sigo nervioso. - Ambas comparten una mirada cómplice.

Me dan un poquito de miedo cuando están juntas.

- No tienes de qué preocuparte. - Dice Sandra guiñándome un ojo.

Me esperaba algo más como un: "pase lo que pase estaremos contigo" o un "no seas idiota, no serías el primer pringado al que le rompan el corazón", pero no un "no tienes de qué preocuparte" como si ellas supieran algo que yo no sé.

Pero no tengo tiempo de preguntar. Escuchamos fuera pasos y después aparecen John y Damiano.

Y mi corazón se salta dos latidos.

Al final puede que sí me dé un paro cardíaco.


EVELYN

Cuando John y Damiano terminan de saludarlos a todos, este último viene hacia mí.

Tenemos un momento tenso y muy incómodo.

- Tan bella como siempre. - Dice, nervioso.

- Tú no estás nada mal. - Respondo, señalando su gabardina, sus pantalones de etiqueta y sus botas con un poco de tacón.

- Me lo tomaré como un cumplido. - Desando los dos pasos que me quedan hasta él.

- Oye, sé que aún tenemos que hablar, y te prometo que hablaremos después de la fiesta, pero intentemos disfrutarla hasta entonces. Al fin y al cabo es el día de John. Y puede que el de John y Luca.

- Está bien - acepta -. Nada de pensar. Sólo disfrutar.

Siento un flash a nuestro lado. Veo como Jack nos apunta con su cámara.

- Oh, por favor, que la parejita no se corte por mí. - Damiano y yo nos miramos, sin saber bien qué hacer. Nos abrazamos incómodamente y sonreímos a cámara.

- ¡Vamos! Podéis hacerlo mejor. - Ruedo los ojos y creo que Damiano lo hace también.

- Sí - lo apoya Sandra -, siempre tan acarameladitos y ahora nada.

Matteo hace un ruido raro, creo que apoyando a sus padres.

- Anda, dejadlos en paz. - Dice John, que vuelve de la cocina.

Los cuatro miramos a Luca, que viene detrás suya. Nos niega con la cabeza.

- Eh, ¿a qué vienen esas caras largas? - Pregunta John. Todos nos cruzamos de brazos de un modo tan sincronizado que me da miedo. - Venga, chicos. Intentemos pasarlo bien esta noche. ¿Queréis comer? - Nos sonreímos.

Tenemos un añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora