Capítulo 38 - Vamos a la playa, oh, oh, oh, oh, oh.

18 2 1
                                    

EVELYN

Una vez más, Damiano conduce y yo soy su maravillosa copiloto, aunque ninguno de nosotros controlamos la música hoy.

No, hoy lo hacen tres de las personas con mejor gusto del planeta. Mis queridas, Val, Amy y Francesca.

Cuando salimos del aeropuerto fuimos a casa de Damiano para recoger a su hermana. Desde ese momento las tres no han parado ni un segundo de hablar y, si no fuera porque llevo años con dos de ellas, diría que se conocen de toda la vida. Incluso Val no calla.

Ahora mismo, se encuentran debatiendo la siguiente canción mirando atentamente su móvil.

- ¡La tengo! - Exclama Amy, pulsando la pantalla.

- ¡Me encanta! - Grita Francesca.

- Muy obvia, ¿no? - Val suspira pero también sonríe.

No importa que sea muy obvia, pues la cantamos igual.

Let's go to the beach-each.
Let's go get a wave.
They say what they gonna say.
Have a drink, clink, found the Bud Light.

Después ponen otra que Sandra amaría si estuviera aquí. Ella va con Luca, John, Matteo y Jack en otro coche.

Yeah, we're happy, free, confused and lonely at the same time.
It's miserable and magical, oh yeah.
Tonight's the night when we forget about the deadlines.
It's time, oh-oh.
I don't know about you
But I'm feeling 22.
Everything will be alright if
you keep me next to you.

- Ay, los 22. Que buena edad aquella. - Suspira Damiano.

- Oye, que sólo tienes 23. - Me quejo.

- Es verdad. La vieja eres tú, doña 26.

- ¡Eh! Un respeto que yo también tengo 26. - Se queja Val.

- Y yo aún 25 - Amy suspira, aparentando tranquilidad -. Chicas, sí que sois viejas.

Creo que alguno rechistará, pero cuando Francesca chulea de lo joven que es, con dieciséis años recién cumplidos, mis amigas comienzan a preguntarle sobre ella sin a penas darle tiempo a responder entre una y otra. En algún momento de la conversación, después de que compartan números, Instagram y esas cosas, la hermana de Damiano consigue que Amy se ponga a hablar de su boda y Val de los miles de preparativos que le quedan por hacer, porque, como si no tuviera bastante trabajo ya, se ha ofrecido a organizar la boda.

Tiene un problema con eso de echarse trabajo encima.

Me giro hacia mi Damiano cuando me canso de tratar de traducir la mezcla rara de español, inglés e italiano que están haciendo. Creo que he escuchado francés también y algo de alemán.

- ¿Vas bien? - Le pregunto. - Podemos cambiar si estás cansado.

No despega los ojos de la carretera cuando me responde pues ya sabe lo nerviosa que me pone. Pero suelta una mano del volante para darme un pequeño apretón.

- Estoy perfectamente. De lo único que tienes que preocuparte es de que no pienso soltarte desde que bajemos - suspiro y él sonríe antes de volver a poner las dos manos sobre el volante - . Va en serio, siempre ando caliente cuando estoy en la playa - rompo a reír y me alegro de que su hermana no haya oído eso, aunque es bastante probable que se hubiera dedicado a bromear de ello -. Venga, este fin de semana están prohibidas las malas vibras, ¿sí? - Dice cuando paro de reírme.

Mi afirmación se ve amortiguada por la música.

Me doy la vuelta y veo a las tres enfocadas en el teléfono.

Tenemos un añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora