- Perséphone...
Me encorvé, haciendo mi mejor esfuerzo por ignorar el sonido de mi nombre siendo susurrado en el viento. Se enroscaba a mí alrededor en una brisa sensual. Una vez me habría girado, tratando de encontrar a quien dijera mi nombre. Ahora lo sabía mejor. No había nadie allí. Nunca había nadie allí.
Lástima que no hubiera averiguado eso antes de que toda la escuela comenzará a pensar que estaba loca.
- Perséphone...
Estaba comenzando a pensar que tenían razón. podia sentir a alguien observándome. Ojos perforandome la nuca, arrastrándose sobre mi piel. Los silenciosos sonidos de mis compañeros hacían poco para hacerme sentir segura. La tela silbaba mientras se desplazaban y movían. Las uñas rascaban la piel, los labios hacían sonidos, y alguien respiraba ruidosamente. A pesar de todo eso, el Profesor Homero, hablaba con un tranquilo entusiasmo. Algo raro en un maestro, pero él aún era nuevo.
Algo rozó mi columna y me di la vuelta, con el corazón en la garganta, solo para ver las inocentes ramas de los arbustos sacudiéndose en el viento.
-¿Está todo bien, Kora? -Las gafas del Profesor Homero destellaron con el sol. Protegió sus ojos con su mano, y sus ojos marrones se arrugaron con preocupación.
- Lo siento. -Me volví, alejándome del arbusto y enfrenté al profesor. Él esperó a que Rachel y las gemelas, Jessica y Ashley, pararon de reír tontamente antes de continuar la historia.
Agaché mi cabeza para ignorar sus risas y susurros. El aire a mi alrededor se tensó, con un frío helado. Nadie más lo notó. Mi respiración se ralentizó, y me forcé a quedarme clavada al suelo, tan sólida e inamovible como el tronco gris del roble frente a mí. Tomó cada fibra de mi ser no cerrar fuertemente los ojos.
Por favor, que no me vean.
El pensamiento era tan ilógico como un ciervo rezando para no ser descubierto por un cazador. Yo ya estaba en la mira del cazador.
- ¿Estás bien?
Salté ante el sonido del susurro de Melissa, sus ojos avellanas manteniéndose clavados en el Profesor Homero para engañarlo, haciéndole creer que estaba prestando atención. Él estrechó los ojos en su dirección, sin perder el ritmo de la historia que estaba contando a la clase.
No es real, me recordé, y me aferré a la distracción que me proveyó. Le di al Profesor Homero una sonrisa inocente, tocando mi pecho con mi pulgar para indicarle a Melissa que estaba bien. Habíamos aprendido el Lenguaje de Señas Americano hace años para compartir secretos, pero el LSA no era a menudo discreto. Para aprender otro lenguaje "secreto" nos habíamos inscrito en latín. No tardamos mucho en darnos cuenta que el vocabulario no era lo principal de la clase de latín. No, teníamos que aprender declinaciones, conjugaciones, casos y estructuras de las oraciones. No era de extrañar que el idioma estuviera muerto.
El Profesor Homero trataba de hacerlo interesante mezclando educación clásica con mitología. Dado que mañana era el comienzo de las vacaciones de invierno y dos tercios de nuestros compañeros estaban haciendo exámenes de recuperación, estábamos teniendo lo que él llamaba un "día de salud mental". Él se inclinó contra el tronco del árbol de
roble, sus mocasines marrones se asomaban por debajo de sus pantalones a la medida. Un bloc de notas amarillo lleno de garabatos estaba apoyado descuidadamente contra el tronco del árbol.Un cambio en su tono de voz llamó mi atención. Arremangó las mangas de su camisa de vestir azul, moviendo sus manos mientras contaba la historia. Se inclinó hacia delante, su voz volviéndose siniestra.
-Oritía bailaba en la orilla del río, sin ser consciente de que estaba siendo observada.
Una nube ocultó al sol, bañando a la clase en una sombra repentina. Piel de gallina ascendió por mis brazos cuando la temperatura cayó en picada. Me estremecí cuando una ráfaga de viento derribó el bloc de notas con un golpe. Las páginas amarillas revolotearon, enviando trozos sueltos de papel volando hacia el lago.
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Persephone. Hija de Zeus
Teen FictionHay peores cosas que la muerte, peores personas también. La "charla" fue bastante mala, pero, ¿a cuántas adolescentes se les dice que son una diosa? Cuando su madre se lo dice, Perséphone está segura que su madre se ha vuelto loca. No es hasta que B...