Capítulo 8

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Escuché un titubeante golpe en la puerta y rápidamente sequé las lágrimas de mi rostro.
-¡Adelante! -Miré a la puerta, esperando ver a Hades. Estuve sorprendida cuando una adolescente delgada y de pelo oscuro entró en su lugar. Mis ojos se centraron en el unicornio que se alzaba hacia la luna llena en su camiseta púrpura, sorprendida de ver algo que reconociera en este lugar extraño.
-Soy Cassandra -dijo ella animadamente, ofreciéndome su mano. La tomé, y ella me arrastró sobre mis pies-. Has tenido unos buenos treinta minutos para sentir lástima de ti misma. Ahora es tiempo de ver los alrededores de tu reino.
Me enojé, abriendo mi boca para decirle que se fuera, pero cambié de opinión. Aunque yo estaba enoja, Cassandra no era quien debía lidiar con las consecuencias. La observé, ella no podía ser mucho mayor que yo. Tal vez no tenía mucho de qué quejarme.
Después de todo, seguía viva.
-Soy Perséfone. -Consideré presentarme a mí misma como Kora, pero no quería estar aquí abajo lo suficiente como para justificar que alguien me llame por mi apodo-.Y sí, supongo que me gustaría un tour.
Ella me guió por el pasillo, deteniéndose en un conjunto de puertas negras dobles frente a la habitación en la que había despertado.
-Esta es mi habitación. -Abrió la puerta.
La cámara tenía una sala de estar con un largo pasillo que se desviaba a lo supuse era la habitación. Miré boquiabierta los posters de personajes de anime pegados en las paredes, las ventanas panorámicas con vistas a un horizonte desconocido, un enorme televisor de pantalla plana fijado en la pared, rodeado de un cómodo sofá de cuero.
-¡Genial! No sabía que tenían TV aquí abajo. -Esto no sería tan malo como había pensado. Al menos no me quedaría atrasada en mis programas favoritos.
-Cada tendencia eventualmente muere -explicó Cassandra con una sonrisa. Asentí con la cabeza como si eso tuviera mucho sentido, y ella rió-. ¡Estoy bromeando! Nosotros tenemos acceso a casi todo lo que ustedes hacen. Es simplemente diferente. Podemos llamarnos o enviarnos mensajes, pero los vivos están estrictamente fuera de los límites. -Ella me dio una mirada pícara-. De lo contrario nosotros causaríamos un montón de problemas.
Tuve la sensación de que cuando dijo nosotros, quería decir ella. Le devolví la sonrisa. Como que me gustaba esta chica.
Ella me acompañó fuera, cerrando la puerta tras ella.
-¿Todos viven aquí?
-¿En el palacio? Nah. Las almas en su mayoría viven en los suburbios. El palacio solo es para unas pocas personas especiales. Como Moirae, Caronte, deidades visitantes... oh, y ahora tú, supongo. Soy una especie de asesora de Hades por lo que me mantiene a mano.
Asentí con la cabeza, asimilando el conocimiento de que estaba de pie en una especie de castillo. ¿Asesora? A juzgar por los carteles en su habitación, Cassandra no había estado muerta por más de cinco años. Yo dudaba que fuese asesora de Hades. ¿Tal vez ella era su novia? Si era así, ella estaba tomando todo este asunto del matrimonio muy bien.
-¿Suburbios? -pregunté, viendo que Cassandra me miraba expectante. Ella rió.
-Iremos a esos después.
Me condujo por el palacio, señalando el impresionante comedor. La sala de entretenimiento me sorprendió, completa con un computadora, un televisor de pantalla grande, y cada consola de videojuegos que nunca había sabido que existía. Eso simplemente no iba con la decoración antigua.
-Él se aburre. -Cassandra se encogió de hombros-. La eternidad es un largo tiempo.
La seguí por otro largo pasillo, tratando de recordar todos los giros y vueltas y habitaciones que habíamos atravesado.
-¿Puedo tener un mapa de este sitio?
Cassandra solo se rió y me guio por una escalera de caracol hasta una torre. Parpadeé, mirando a través de las paredes de cristal con vista a un pintoresco paisaje. Me quedé mirando el cielo, azul como una nomeolvides. Salpicaduras de flores fucsias florecían contra el verde esmeralda del césped. Deslumbrantes ríos aguamarina serpenteaban a través de montañas lavandas.
-Pensé...
-¿Que sería todo subterráneo y cavernoso? Sí, eso es un error común. Todo lo que muere viene al Inframundo. Es un mundo separado, y es enorme. Tomaría una eternidad verlo todo, pero desde aquí puedo darte lo más destacado.
-Está bien. -Estaba completamente asombrada por la belleza de este lugar. No había visto el sol, pero sentí la sensación de la luz del sol inundando a través de las ventanas.
-Así que ese... -Cassandra señaló uno de los hermoso ríos serpenteando a través del paisaje-... ese es el Río Lete. No bebas el agua, no te bañes él, ni siquiera lo toques.
-¿Por qué? -Miré con nostalgia el agua traslúcida y presioné mi mano contra el frío cristal. Siempre había odiado nadar, y toda el agua que alguna vez hubiera bebido venía de un grifo, pero algo sobre el agua brillante llamaba a todas las fibras de mi ser.
-Te olvidarás de las cosas. A veces cuando un alma viene aquí, su muerte ha sido traumática, o tal vez toda su vida apestó. Este río les da la oportunidad de olvidar las cosas que de otra forma les perseguirían.
-¿Como Oritía?
Cassandra vaciló.
-Ella es un caso extremo. Hay diferentes niveles de pérdida de memoria. El Lete puede quitar todos los recuerdos asociados con una persona o evento en particular, o borrar toda su vida, y todo lo demás. Algunos recuerdos son más profundos que otros. Bóreas sabía que ella vendría aquí así que él... lo hizo difícil. Él no quería ser olvidado.
No pregunté cómo. Estaba teniendo un momento lo suficientemente duro sabiendo lo que podría haberme pasado. No necesitaba más detalles.
-También lo usamos con las personas que han hecho casas malas en vida -continuó Cassandra-. Tomamos todos sus recuerdos, y ellos sirven en el palacio o en el Inframundo hasta que sus condenas terminan.
Eso no se parecía demasiado a un castigo.
-¿Por qué?
-Para la mayoría de las personas, las circunstancias contribuyeron a cualquier crimen que cometieron. Esto les da una hoja en blanco. Cuando terminan sus condenas pueden vivir el resto de su otra vida en paz. Por supuesto eso no funciona así para todos, pero entre Moirae y yo generalmente podemos decir quién debe ir derecho al Tártaro.
No quería escuchar nada sobre el Infierno. Era bastante malo estar ya tan cerca.
-¿Quién es Moirae? Cassandra sonrió.
-Te reunirás con ella después. De todos modos, el punto es que no bebas del Lete.
Asentí, mirando hacia el Lete. Deseaba poder olvidar las últimas cuarenta y ocho horas, pero eso no cambiaría nada. Yo seguiría estando aquí y Bóreas seguiría estando...
Levanté mi cabeza.
-¿Podemos darle agua a Bóreas? Hacerle olvidar que alguna vez me vio.
Ella sacudió su cabeza.
-No funciona en deidades. Tú no has crecido en tu divinidad aún, pero cuando lo hagas también serás inmune.
-Oh -dije, decepcionada.
-Sin embargo, esa es una buena idea -dijo Cassandra alentadoramente. Después de un momento de pausa ella señaló por encima del Lete-. ¿Ves esa montaña allí arriba? Ese es el Olimpo.
-Pensaba que el Olimpo debería estar en el cielo.
-Cayó hace miles de años cuando las personas dejaron de creer en los dioses. La mayoría de ellos murieron entonces. Ahora ellos viven en los Campos Elíseos en su montaña.
-¿Los podré conocer?
Cassandra se encogió de hombros.
-No puedes ir a los Campos Elíseos, pero los dioses se aburren fácilmente. Tal vez ellos vengan a ti. Eres nueva e interesante.
No estaba segura de cómo sentirme al respecto. Hasta el momento, teniendo a los dioses interesados en mí no había sido nada más que problemas. Cassandra me giró hacia la izquierda y señaló otro río.
-Ese es el Estigio, ¿y ves esas casas de allí?
Asentí.
-Esos son los Campos de Asfódelos. Yo los llamo suburbios.
Podía ver por qué. Casas de colores pasteles se alineaban en las calles, con prados verdes de postal rodeados por verjas de madera pintada.
-Lucen bien.
-Casi todo el mundo termina en los Campos de Asfódelos. Debes ser realmente impresionante para terminar en los Campos Elíseos, y realmente horrible para terminar en el Tártaro. La mayoría de las personas viven vidas normales, y viven un más allá normal.
-No es lo que me imaginaba. -Pensé de nuevo en el ensayo de la Divina Comedia que escribí para la clase de inglés.
Cassandra se apoyó contra la pared de cristal. Estaba tan limpio que parecía que no había nada deteniéndola de caerse a través de los brillantes cielos azules.
-El Inframundo es igual que el reino de los vivos, pero más tranquilo. Todavía tenemos tiendas, pero sin el dinero cambiando de manos. La gente tenía cosas que amaban hacer estando allí, y ahora lo pueden hacer aquí sin ninguna presión.
-Yo no quiero trabajar en mi otra vida -argumenté-. Me gustaría relajarme y... bueno, no lo sé, pero no quiero trabajar.
-Bueno, las personas condenadas al Lete hacen la mayor parte del trabajo, pero las tiendas son llevadas por los aficionados. Al principio, la mayoría de la gente no quiere hacer nada que se parezca al trabajo -dijo Cassandra con una sonrisa-, pero eventualmente se aburren y empiezan a aprender cómo hacer cosas nuevas o perfeccionar una habilidad que ya tenían.
-Supongo. -Yo no estaba convencida-. ¿Puedo conocer a Caronte?
-Tal vez más tarde. Está al otro lado del río en estos momentos. ¿Ves su pequeño bote? El nuevo grupo de almas debería llegar con él pronto. -Ella señaló a una mota flotando en el Estigio.
Miré de cerca el Río Estigio. En el centro había una pequeña isla con árboles. Apenas podía ver una larga canoa de madera similar a un barco deslizándose alrededor de la isla.
-De todos modos -continuó Cassandra-, hay algunos otros ríos más allá del Estigio, pero no tienes ninguna razón para visitarlos. Si pasas los suburbios te encontrarás con un río de fuego llamado Flegetonte, que marca el límite al Tártaro.
-Suena como un gran lugar para nadar -murmuré.
Cassandra echó a reír.
-No es tan malo como piensas. Es a prueba de caídas, para que las almas no se quemen de este lado del río. En realidad, se siente muy bien. -Ella hizo una pausa, reflexionando-. Pero yo ya estoy muerta. No sabemos lo que te haría a ti. De todos modos, puedes ir a cualquier lugar de los suburbios, el palacio y los jardines, pero no importa dónde estés, detente cuando llegues al agua.
Casi quise objetar... ¿quién era Cassandra para decirme dónde se me permitía ir? Pero suprimí el sentimiento. Más allá del río de fuego estaba el Infierno. No era un lugar al que querría ir a hacer turismo. Yo no quería correr el riesgo de tocar el Lete, y si recordaba correctamente, Cerbero, el monstruoso perro de tres cabezas de Hades, vigilaba el otro lado del Estigio. Si Cassandra decía que un área estaba fuera de los límites, yo no tenía intención de correr riesgos.
-Está bien. Creo que puedo manejar eso.
Cassandra sonrió.
-¡Genial! Ahora voy a mostrarte la mejor parte del Inframundo. -Ella me llevó de vuelta por las escaleras, a través del palacio, y abrió una serie de puertas dobles con una sonrisa-. Esta es la sala del trono.
Entré y miré con asombro. Era enorme y estaba totalmente tallada en mármol blanco. En el centro de la habitación circular había dos tronos cortados de una piedra sólida de color negro que no pude identificar. Dos sillas pequeñas del mismo material se encontraban situadas a cada lado.
-Vaya -susurré.
-Lo sé. Uno nunca se acostumbra a ella. El tribunal de los muertos se celebra dos veces por semana. Moirae se sienta allí. -Hizo un gesto hacia una silla a la izquierda del trono-. Yo estoy allá. -Ella indicó la silla de la derecha-. Tú y Hades estarán aquí mismo.
Miré a los tronos. Seguramente no habrían añadido un trono para mí. Yo no era realmente reina, y solo había estado aquí por menos de doce horas. ¿Pero por qué había dos tronos? Cassandra no había dudado antes de señalar su lugar habitual, así que no era como si ella normalmente se sentara allí. Consideré la mentalidad que había detrás de tener un asiento vacío a tu lado por toda la eternidad. ¿Quién desearía el recordatorio de que estaban solos?
Seguí reflexionando acerca de eso mientras la seguía hasta la sala con los dormitorios. Vi a un hombre caminando por el largo pasillo.
-¿Quién es ese?
Cassandra siguió mi dedo y entrecerró sus oscuros ojos.
-¡Eh, tú! -Ella corrió a través de la sala de entretenimiento hacia el pasillo.
Yo la seguí de cerca, estudiando al hombre. Algo en él estaba fuera. Era un hombre alto, vestido con ropas del mismo negro desorientador que había visto en Hades, pero eso no fue lo que me llamó la atención. La luz parecía curvarse a su alrededor, como si la estuviera chupando de la habitación.
-A los Segadores no se les permite estar aquí abajo. -Cassandra frunció el ceño-. ¿Cómo es que obtuviste autorización?
-Tánatos. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes autorización? -le preguntó con voz sarcástica.
Cassandra se enfureció. -Yo vivo aquí.
-Ah, sí, la mascota alma de Hades. Casi se me olvida. ¿Qué hay de ella? - Él hizo un gesto hacia mí.
-No es asunto tuyo. Ella pertenece aquí, tú no. ¡Así que fuera!
-Soy Perséfone. -Estaba decidida a ser educada, no me importaba lo muy sarcástico que él sonara.
Cassandra suspiró.
-No tienes que hablar con él.
-Soy Zachary. -Me dio un vistazo apreciativo-. Debes ser nueva aquí.
-Lo soy. -Me hice mirarle a los ojos. Era difícil mirarlo directamente; mis ojos se distraían por las extrañas curvas de luz a su alrededor-. Mucho gusto. - Le extendí la mano.
-¡No, Perséfone, no lo hagas! -Cassandra estiró su brazo para bloquear la mano del Segador. Sus dedos rozaron los míos y yo caí de rodillas gritando. Fuego corrió por mis venas. Algo dentro de mí se rasgó, tratando de liberarse.
-¡Mierda! ¿Ella está viva? -Zachary se apartó de mí, con las manos en el aire.
-¡Sí, está viva, idiota! -gritó Casandra. Se arrodilló a mi lado-. ¡Hades!
Di un grito ahogado. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, agarrando mis hombros para mantenerme unida. Mi visión nadaba. Me doblé con mi cabeza casi tocando el suelo de piedra.
-¿Qué pasó? -Hades apareció delante de mí. Se arrodilló a mi lado, un ceño
fruncido desfigurando su rostro por lo demás perfecto. Me tocó el hombro y grité. Algo dentro de mí se movió y de repente el dolor se había ido.
Le miré fijamente, respirando con dificultad. -¿Qué...?
Hades ya estaba de pie, encarando al Segador. -¿Qué estás haciendo aquí?
-¡Yo no sabía que estaba viva, lo juro!
-No te pregunté si sabías que estaba viva, te pregunté qué estás haciendo aquí.
-¿Qué pasó? -le pregunté a Cassandra cuando ella me tendió la mano y me ayudó a levantarme.
-Los segadores recogen las almas y las llevan al Inframundo -explicó.
-Tánatos me envió. Yo estaba consiguiendo la lista. Lo siento mucho. - Zachary me miró a los ojos-. Yo no sabía que estabas viva.
¿Esa horrible sensación había sido mi alma? Me quedé mirando a Zachary con incredulidad. Él se veía aterrorizado. Seguí su mirada hacia Hades.
-Fue mi culpa. Le estreché la mano. No sabía que eso pasaría. Cassandra puso los ojos en blanco.
-No debería estar aquí, y él lo sabe. Debes de ser capaz de caminar libremente en tu propio palacio.
-Su propio... -Zachary palideció-. Oh mierda. Quiero decir, yo realmente, realmente lo siento. No sabía que tenemos una reina.
Abrí la boca para corregir, pero Cassandra me apretó la mano. Hades miró a Cassandra y luego otra vez a Zachary.
-Ve a buscar a Tánatos y tráelo hasta mí.
Zachary se alejó a trompicones, pidiendo disculpas a cada paso.
-¿Estás bien? -Hades tocó mi hombro y me miró.
Asentí con la cabeza, conmovida. Hades se veía preocupado, así que me aclaré la garganta y me puse de pie.
-Estoy bien. -Para mi vergüenza me sentí inclinada a su toque. Me separé y miré a Cassandra-. ¿Por qué dijiste que era mi palacio? Solo estoy de visita...
-No, tú eres la reina -corrigió alegremente Cassandra. Le echó un vistazo a Hades-. Quieres que Perséfone tenga mucha exposición. Ella tiene que ser vista por todos.
-¿Qué viste? -Hades sonaba alarmado.
-¿Ver? -pregunté confundida. Mis ojos se abrieron cuándo hice la conexión-. Espera, ¿tú eres esa Cassandra?
Ella me sonrió calladamente y asintió antes de volverse hacia Hades. -No hay nada concreto todavía. Solo sé que Bóreas sigue buscando. Hades se apoyó contra la pared, pensativo y con el ceño fruncido. -¿Crees que va a renunciar si se entera de que ella está aquí? Cassandra se encogió de hombros.
-No puedo estar segura. Pero no hay forma de que pueda llegar hasta aquí. Mientras él no tenga razones para creer que ella va a regresar a la superficie, no veo por qué se molestaría.
-Pero puede causar problemas en la superficie para llevarla arriba.
Ella se encogió de hombros.
-Todo es posible en este momento.
-¿Qué quieres decir? -exigí-. Yo voy a volver. En tres meses, ¿recuerdas?
-Ya estoy contando los días -respondió Hades secamente-. Desafortunadamente, volverás el próximo invierno. -Miró a Cassandra-. Me pondré en contacto con Deméter y le diré que mantenga la guardia. Ella puede advertir a su gente.
-Bóreas no puede ser tan estúpido para pensar que dejaríamos salir a la reina de su reino -señaló Cassandra.
Hades no lucía convencido.
-Bueno, Brumalia está cerca. Ese es un buen momento para un anuncio matrimonial como cualquier otro. Si Bóreas tiene espías aquí, ellos la verán.
-¡Ella está parada justo aquí! -espeté-. No estoy segura que quiera actuar de reina. ¿Y espías? Pensé que estaba a salvo aquí.
-No estás actuado de reina -comenzó Cassandra.
Hades interrumpió:
-Estás a salvo...
-¡Alguien acaba de tratar de arrancar mi alma fuera de mi cuerpo!
-Fue un accidente, y tu alma no se estaba yendo a ninguna parte. Eres una diosa ¿recuerdas? En un par de años serás capaz de estrechar manos... - Me dio una mirada incrédula-... con Segadores todo el día sin ningún problema. Estás a salvo de Bóreas y sus espías. Es el resto de la superficie lo que me preocupa. Bóreas sabe que intervine, pero él no va a llegar a la conclusión de que mi siguiente paso fue casarme contigo y traerte aquí.
-Es verdad -dijo Cassandra-. Hades ha pasado milenios sin casarse. ¿Por qué elegiría compartir poderes ahora? Bóreas está probablemente buscándote por todo Atenas ahora, y tu gente no está exactamente acostumbrada al invierno.
Palidecí, pensando en todos mis conocidos allí arriba. -¿Qué hará cuando no pueda encontrarme?
-Irá detrás de las personas que tú conoces y les obligará a decir dónde estás. -La voz de Cassandra era gentil
-¿Cómo es que sabe quién soy? ¿O a quién conozco?
-Él sabe -respondió Hades-. Nunca se ha llevado particularmente bien con tu madre, así que es solo natural que él haya vigilado su paradero. Me imagino que él ha estado vigilándote desde hace bastante tiempo, esperando a que desarrolles lo suficiente tus habilidades para sobrevivir tu secuestro.
Contuve el aliento, dándome cuenta que la sensación de paranoia de estar siendo observada no había sido tan loco después de todo. ¿Cuánto tiempo había estado merodeando en las sombras esperando por el momento adecuado para llevarme?
-¿Él ha estado observándome?
Mi voz estaba temblando. Los ojos de Hades se abrieron y lanzó una mirada a Cassandra. Ella sacudió su cabeza y retrocedió, sus brazos en el aire en un movimiento de "me rindo".
-Estoy muerta, ¿recuerdan? No sirvo para consolar.
Todo lo que pensé que había imaginado era real. Me estremecí, pensando en todas las veces que había sentido como si algo estaba justo detrás de mí.
Una mano tocó mi hombro y salté.
-Está bien. -La voz de Hades era tranquilizadora-. Él no va a encontrarte aquí.
Tragué fuerte.
-Si ningún dios puede venir aquí abajo...
-La mayoría -intervino Cassandra.
Me congelé. Hades le lanzó una mirada molesta.
-No estás ayudando. -Él volvió su atención hacia mí-. Sin mi permiso. Y es un viaje de un solo sentido. Los únicos dioses que pueden ir y venir son Hécate, Tánatos, tú y yo.
-No he visto a Hécate en años -musitó Cassandra-. Ella sigue evitando a Moirae. Hermes solía ser capaz de cruzar los reinos, pero él murió. -Ella regresó la mirada asesina de Hades-. Está bien, no estoy ayudando. Ya lo entendí.
-¿Entonces cómo podría tener espías?
Hades suspiró.
-Cada vez que salgo del Inframundo, se crea una entrada a este reino. Generalmente dioses o humanos dotados puedes verla. Los humanos no pueden entrar sino por la muerte, y los dioses no pueden entrar sino por una invitación.
-¿Entonces cómo...?
-Semidioses -intervino Cassandra-. Ellos como que caen en un área gris.
-Es por eso que todas las entradas llevan al Tártaro -explicó Hades-. Eso en sí es suficiente para disuadir a la mayoría de ellos. Además, no pueden cruzar el río si caen por debajo de un cierto nivel moral. Dado que Bóreas es uno de los pocos dioses que todavía se reproduce por ahí, es lógico pensar que tiene algunos espías entre nosotros.
-Ellos no se atreverían a atacarte. Hades es un dios feroz. -Cassandra puso los ojos en blanco cuando Hades sonrió-. Algo así. Nadie va a tocarte si piensan que tendrán que hacerle frente después. Él tiene la única capacidad de matarte y luego torturarte.
Hades rió entre dientes y el sonido envió escalofríos por mi columna.
-Por supuesto, estamos siendo excesivamente cautelosos. Una vez que Bóreas sepa que estás tomada, simplemente deberá seguir adelante. No importa cuán interesado esté en ti, no vale la pena meterse con un dios de mi calibre.
-Uh, gracias. -Hice una mueca-. Me siento más segura. Si eres un dios tan poderoso, ¿por qué permites espías en tu reino?
Hades me dio una sonrisa salvaje. Sus pasos resonaron en la larga habitación cuando caminó hacia su trono.
-No tengo nada que ocultar. Dejémosle ver cuánto han caído. Y en este caso sirve para nuestros propósitos. -Se puso serio-. Sin embargo, necesitarás un guardia. ¿Necesitamos agregar clases de baile en tu... -Él suprimió una risa-... entrenamiento de combate?
Su voz era tan presumida que estuve tentada a darle un puñetazo en la cara. Me gustaba más cuando estaba preocupado por mí y siendo reconfortante. No cuando estaba siendo un idiota arrogante.
-Melissa y yo tomamos clases de cotillón un par de años atrás. Resopló.
-Por supuesto que lo tomaron. -¡Cállate!
Sus cejas se levantaron. Se levantó del trono y se enderezó. El aire pareció crecer pesado y más oscuro, crepitando con una carga eléctrica.
-¿Cállate? -exigió-. ¿Has olvidado con quién estás hablando? ¡Yo gobierno una tercera parte de la creación! ¡Soy el dios más poderoso que queda en este mundo, y no recibiré órdenes de una infante!
Vi la garganta de Cassandra moverse mientras tragaba. Miraba al suelo con fuerza. Una parte de mí se sentía como sumergiéndose debajo del trono y escondiéndose como una niña pequeña, pero algo en lo profundo de mi ser respondió ante su demostración de poder.
Me erguí, levanté mi barbilla y entrecerré mis ojos a él.
-Vaya, me sorprende que todavía no te hayas casado todavía. Mira... -le corté antes que pudiera hablar-. Aprecio que me hayas salvado y hagas todo este esfuerzo para mantener segura a las personas que quiero, pero eso no te da el derecho de burlarte de mí y gritarme. ¿Entendiste? Puede que no reine una tercera parte de la creación...
-En realidad -intervino Cassandra, pero una mirada fulminante de Hades la cortó.
-Has que esté preparada para el baile. Tengo muchas cosas que atender. -¡Espera un minuto! -protesté-. ¿Qué demonios es Brumalia?
-Ahora, Cassandra -gruñó Hades.
-Por supuesto. Estábamos terminando nuestro tour. -Cassandra tomó mi mano y me empujó por el pasillo-. ¡Hasta luego!

Persephone. Hija de ZeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora