~Caricia XXIV~

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Izuku había llegado al hospital con la respiración agitada, sus piernas temblaban por los esfuerzos, su rostro sonrojado por el esfuerzo de la carrera, las gotas de sudor deslizándose por su frente pasando por su cuello, las enfermeras al ver al conocido pecoso se asomaron rápido a la entrada preocupadas al ver el estado agitado del menor. 

- Buenas Joven Izuku ¿Qué haces aquí? ¿Sucedio algo?- Le pregunto una enfermera castaña, de ojos azules y de alta estatura, con su uniforme y su nombre, Ryuu, mientras lo mira y le regala una de sus mejores sonrisas acompañada por un leve carmín que acompañaba sus mejillas.

- Me llamaron diciendo que mi mama estaba empeorando.- Explico el peliverde a su manera acortando los detalles de la llamada  que recibió esa mañana, ya que sus cerebro trataba de dar las ordenes que debía recuperar el aire que entraba y salía de sus pulmones, se enderezó y le explico lo sucedido a la enfermera la cual dudo sobre eso.

- Pero Izuku tu madre esta estable.- Le dijo la enfermera de manera tranquila y pudo ver como el peliverde se sorprendía ante sus palabras.

- ¿Qué?- Preguntó el peliverde sin quitar sus esmeraldas de la mujer.- ¿P-puedo ir a verla?- Titubeo ante la mujer sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas.

- Claro que puedes, además ya sabes cual es su habitación.- Le sonrió de manera cálida acariciando las hembras verdes con sutileza y se alejaba dejando al peliverde en la entrada.

Izuku ante las palabras de la enfermera camino con paso lento pero decidido, las miradas se posaban en su persona pero las paso de largo, su único cometido era ver a su madre.

...

Toga esperaba de manera paciente en la habitación de la peliverde, sintió que la puerta era abierta de manera suave.

- ¿Mama?- Dijo una voz cálida entrando de manera tranquila pero sus ojos se posaron en la persona que estaba al lado de su madre.

- Hola joven Midoriya.- Dijo la chica rubia cambiando un poco su voz, sus ojos estudiaron el cuerpo del menor y se sorprendió al ver que tenía un poco de musculatura pero que mantenía su tipo fino.

- Eres nueva ¿no?- Preguntó Izuku de manera cálida, mirando los ojos de la chica y sonrió.

- Ah s-si soy nueva.- Titubeó un poco la joven mientras se acomodaba la bata y se asomaba un poco a la puerta y a lo lejos pudo ver como Twice corría hacia ella con una jeringa con el sedante.

Izuku se acercó a su madre y le empiezo a comentar todo lo sucedido de esos días, mientras sonreía.

Toga al ver que el peliverde estaba distraído dejo pasar a su compañero el cual entro de manera lenta sin hacer ruido y se acercó a Izuku tapándole la boca y le suministraba el sedante.

- Es hora de dormir.- Susurro el hombre cerca del oído del menor.

El pecoso al sentir esas palabras cerca de su oreja, tembló y poco a poco el sedante le hizo efecto, haciendo que sus párpados le comenzaran a pesar.

Toga al ver al peliverde casi dormido se acerco a su compañero y le acarició la mejilla.

- Eres genial, Twice.- Le dijo la rubia acariciando su mejilla con suavidad.- Pero ya es hora de irnos.- Ordenó la mujer mientras caminaba delante de él, mirando a ambos lados del pasillo por si pasaba gente y le hizo un gesto para salir.

Twice al ver el gesto de la mujer cargo al peliverde al hombro y empezó a caminar de manera sigilosa, metiéndose por las escaleras de seguridad que justo lo guiaban a la puerta de atrás.

...

Los motores de ambos coches rugían en fogosidad, haciendo rechinar las ruedas a la hora de tomar curvas cerradas, ocasionando que varias personas que caminaban en la acera les gritaran o salían corriendo despavoridas.

Bakugo cambiaba de marchar con una brusquedad y miraba en el espejo retrovisor si su compañero lo seguía, sonrió de manera leve al ver el carro de Kirishima, su fiel y mejor amigo.

Las calles cada vez se hacían menos cortas, los minutos pasaban como eternidad y sentía que el hospital se alejaba de sus manos.

Apretó el volante con rabia e ira, dando volantazos con brusquedad acelerando mas y mas hasta llegar a la puerta del hospital.

Katsuki aparcó el carro y se bajo de manera rápida entrando al hospital h se acercó a la recepción.

- ¡Han visto a un peliverde pecoso entrar aquí! ¡Hablen malditas escorias!- Gruño en rabia pasando sus carmines por las personas que estaba en el hospital, ocasionando que les recorrieran un escalofrío.

- Y-yo si lo vi...- Dijo la joven enfermera castaña que había atendido a Izuku hace unas horas.

Bakugo al escuchar la voz aguda de ma mujer la miro con frialdad y se acercó a ella a pasos agigantados.

- ¿Dónde putas esta?- Preguntó de manera tosca a la mujer, chocando sus ojos rojos contra los azules.

- E-esta en la habitación 350, f-fue a ver a su madre.- Informo la mujer apartando sus ojos de manera temblorosa de los carmines que transmitían rabia, frustración y algo de preocupación.

Katsuki al tener la información que necesitaba se alejo de allí y camino de manera rápida mirando piso por piso, buscando la habitación donde se encontraba la madre del peliverde, subiendo escaleras de manera veloz, jadeando y recuperando el aire que abandonaba de sus pulmones.

Al llegar al piso 5 camino de manera veloz y a lo lejos divisó el número de la habitación.

Se empezó a acercar al cuarto, abrió la puerta y se quedo en blanco al ver a la mujer mayor, enchufada a varios aparatos.

Suspiro de manera temblorosa y se acercó a la mujer tomando la mano y besándola en el dorso.

- No se su nombre señora, pero prometo que cuidare de su hijo, si es necesario doy mi vida por él.- Habló de manera quebrada, dejando salir sus sollozos apenas audibles, levantó la mirada y salio del cuarto sin hacer ruido.







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