1.- ATLANTIS

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El mayor pecado que un ser humano  puede cometer , es  adherir  más dolor a lo profundo de las heridas para evitar  a que cicatricen

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El mayor pecado que un ser humano  puede cometer , es  adherir  más dolor a lo profundo de las heridas para evitar  a que cicatricen.

🗡🗡🗡

ISMAIL

Sus recuerdos me consumen a diario,  el vacío ha sobrepasado los límites y ahora cuesta demasiado detenerlo.

Dos años han transcurrido desde que la perdí por completo, un error  de mi parte fue suficiente para que su vida diera un final. 

Fue mi culpa.

La misma que me invadirá por siempre hasta el día quedé mi último respiro.

He regresado después de tanto tiempo y aun parece incierto, el clima es lo contrario a la última vez que estuve en este lugar.

El silencio me envuelve ya que no existe sonido alguno a mi alrededor a diferencia de uno, en particular,  la zuela de mis zapatos tras chocar en el césped verde de aquel mismo lugar de hace dos años, me recuerda lo miserable que fue ante mis decisiones sin darme cuenta.

Al comienzo solo lo vimos como una manera de escapar de nuestras vidas, pero después todo cambió radicalmente hasta causarnos daño y mucho más a ella.

Ella no está y no soy el mismo, ya que naufragué en aguas en las que nunca conocí y las consecuencias me abordaron sin piedad.

Un nudo se me hace en la garganta y me dificulta respirar cada que avanzo hasta su tumba.  Tras perderle me di cuenta que fuí su perdición y que eso jamás lo voy a olvidar.

Me arrodillo junto a su lápida, la misma que trae grabado su nombre donde se encuentra con nuestro hijo, encima coloco una caja en la que dentro yace su helado favorito.

Chocolate.

— Creo que se ha estropeado — susurro abriendo el bote y darme cuenta que se ha derretido solo un poco. 

Mis ojos arden y siento como mi pecho late rápidamente, me llevo las manos al interior del blazer y extraigo las velas que he traído.

— Ya casi es tu cumpleaños — murmuro y siento como mis mejillas tiemblan y hormiguean, colocando las velas dentro del envase.

Es su cumpleaños número veintiocho.

— Tal vez no pueda venir después, así que me gustaría celebrarlo ahora — se me vuelve hacer un nudo en la garganta — Y, también — vuelvo a mirar una tercera vela en mis manos — celebrar el de nuestro hijo — acomodo el número dos delante de los otros.

Mis ojos no contienen las lágrimas y caigo de golpe sobre el césped, derrumbándome por completo.

Es la primera vez que lo hago tras su muerte, ya que al regresar a Estambul solo me dedique a perderme en el alcohol y no sentir nada.

KILL ME, LOVE 🗡 2° Libro Mafia Turca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora