Han transcurrido dos años, desde aquel nefasto accidente en donde Selene sigue sin recuperar la memoria bajo las cálidas manos del empresario ruso Vlad Zelenskiy.
Por otra parte, el Jefe de los Yakuzas entrelaza relación con Dimitri para buscar ven...
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🗡SELENE🗡
El llanto de aquel hombre en la estación de policía ante la situación que encamina su padre me ha tomado por sorpresa.
Pude mirar de nuevo a un ser humano como hace unas horas y no aún témpano de hielo que le importó un bledo mis decisiones, en la noche anterior.
Mis ojos vieron un corazón destrozado y, un alma rota.
Su cuerpo desplomado contra la pared y un cese desesperante de su respiración le nubló el juicio por un instante.
— ¿Estás bien?— la voz de Elizabeth me vuelve a la realidad.
Mi cerebro proyecta el escenario y recuerdo que me encuentro en el jardín en la cada de Vlad.
Levanto la mirada y noto como su maquillaje al natural se le ve espectacular al igual que su vestuario, un chándal de color blanco y un suéter café, tejido con lana mientras se coloca en el asiento a mi lado.
Pude notar como la moda está en ella.
Le sonrío un poco y asiento — Lo estoy — respondo — ¿Y tú, estas bien?—.
— Si... ¿ Porqué no lo estaría?— menciona un poco nerviosa evitando mi vista.
El silencio de no más de dos segundos, me hace carraspear antes de hablar — No lo sé — respiro un poco, llenando los pulmones para tomar confianza — No quiero ser imprudente pero pude notar que existe algun tipo de relación entre tú y el hombre tatuado — señalo mis brazos dando a entender que tiene más que el resto —los vi que discutían en el estacionamiento del departamento de policía —.
Discusión, es la palabra correcta para lo que tienen ambos.
Remoja sus labios que parecen estar secos, sonríe apenas —¿Relación?— repite mientras lo piensa por algunos segundos hasta volver hablar — No puede existir tal cosa, sin siquiera haber comenzado al menos algo —.
Su mirada es triste, a la vez que absorbe un poco la nariz, su comisura de los labios la eleva pero es algo forzada y sus ojos caen fijamente en algún punto en especifico del césped.
— ¿Qué tan especial es para ti ?— pregunto y ella deja de respirar.
El rubor en sus mejillas se acelera y la transpiración en su tez también lo hace.
— Es similar a lo que sientes por Ismail — se atreve a decir dejándome sin habla.
Yo no siento nada por ese hombre.
— Es cierto, que tus pensamientos por el, no lo recuerdan pero hay una gran diferencia cuando sus ojos se conectan — siento como la respiración se hace más espesa — Ambos expresan ese brillo cuando están cerca, puedes negar todas las veces que quieras pero sus corazones — planta uno de sus dedos en mi pecho — se pertenecen — atribuye estas últimas palabras para tomar mis manos entre las suyas.
