Dagnor

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Una batalla más, un triunfo por conseguir. 

Matar y saquear.

Matar y saquear. 

Una y otra vez. 

Esa es nuestra vida. La mía y la de mis hermanos. Por Odín. 

Rebanar cabezas, degollar cuellos, atravesar cuerpos, mutilar...

Es simple, no dejar un solo ser vivo. 

Llevarnos todo lo que encontremos de valor y regresar a casa. 

Ha sido un viaje corto. Nuestro objetivo, una pequeña ciudad al noroeste. 

Debemos suministrarnos lo suficiente para la gran expedición. Búsqueda de nuevas tierras y conquista. 

No he ansiado nada tanto como ello. 

Somos poderosos, hombres y mujeres fuertes, con sed de sangre, imparables e inquebrantables. 

Hemos nacido para la batalla. 

Matar y saquear. 

Somos vikingos. 


Limpio mi espada manchada por la sangre de algún desgraciado de esa ciudad mientras de fondo escucho los gritos desgarradores de mujeres, niños y hombres rogando por su vida. 

Si aquello me conmoviera lo más mínimo habría dejado de pertenecer a mi pueblo hace mucho tiempo. 

Los dioses lo quieren así. Y así será. 


- Dagnor - entra un hermano mío a la choza donde me encuentro, Vales. - no hay mucho de valor pero tienen reses crecidas

- nos servirán para el invierno - hablo - saquead la iglesia entera, deben de esconder su oro en algún lado - termino de decir sin quitarle atención a mi espada. 

- Arl dice que debemos volver ya 

Todo mi cuerpo se tensa. Me giro y le miro. 

- quiere regresar lo antes posible

Arl es el jefe. El líder de todos nosotros.  Nuestro padre y mentor. 

Ha sido un gran guerrero, fuerte y tenaz. 

Nuestro pueblo siempre estará en deuda con él. 

Pero los dioses me dan la razón cuando digo que se está volviendo loco. 

Apenas muestra intención por salir a saquear, por saltar a mar adentro en busca de nuevos tesoros y riquezas para nuestro pueblo. 

Si no fuera por mí o por su hijo tercero, Gonor, apenas saldríamos de caza. 

Yo me gané mi honor y respeto a base de luchar y matar. De pensar siempre en lo que es mejor para el pueblo.

De dirigirles y tomar el mando de líder cuando no teníamos a Arl a nuestro lado. 

Arl es viejo. Eso no le hace débil de fuerza, pero sí de mente. 

Y cada vez tolero menos su afán por regresar cuanto antes a casa y atrasar las salidas. 

Bufo conteniendo mi rabia. 

- ¿sabe que apenas hemos encontrado oro? - pregunto lentamente.

- quiere regresar cuanto antes, dice que puede ser que los ejércitos de ciudades vecinas estén de camino  

Golpeo con fuerza la pared de madera de aquella casa. Tiembla toda la estructura. 

Cierro los ojos y suspiro enojado. Debo permanecer sereno.

Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora