Dagnor

6.1K 395 7
                                    


Regresamos a casa. 

Las mujeres, niños y los pocos hombres que permanecen trabajando y protegiendo el pueblo, nos recibieron con alegría y gritos de júbilo. 

No solo por regresar sino por el sustancioso botín obtenido. 

Habíamos logrado nuestro cometido. Así nos prepararíamos para la gran expedición y conquista. 

Todos los hombres estaban contentos por regresar, se encontraron con sus mujeres e hijos. 

A Arl le recibieron sus hijas y su esposa, Kara. A pesar de las muchas discusiones que tuvimos, Arl no dudó en agradecerme y contar al pueblo mi cometido por saquear más pueblos pudiendo lograr un sustancioso botín. 

Todos los hombres gritaron y alzaron sus espadas mostrándome respeto y orgullo por mí. 

Asentí a Arl y agradecí sus palabras. Agradecí a mi pueblo brevemente y puse rumbo a mi casa. 

No sin antes comprobar que tal mujer me seguía por detrás. 

Llegamos hasta mi casa, estaba vacía y sin vida. No tenía ni animales ni cultivo. Vivía yo solo y por ello que no podía permitirme tener nada vivo debido a mis expediciones. 

No me era un problema, la gente del pueblo me respetaba lo suficiente como para darme comida suficiente, sobre todo las mujeres solteras. 

Estuve casado, por deber, la pobre mujer murió a los pocos años por fiebre. 

No pudo engendrar hijos. 

Nunca la quise, ni ella a mí. No nos casamos por nada más que no sea por deber. 

Me acostaba con otras mujeres al igual que ella lo hacía con otros hombres. 

Fue una relación distante y aburrida. Ni siquiera puedo decir que era mi amiga.

Su muerte no me dolió tanto como el tener que soportar ahora a todas las mujeres solteras arrodilladas por querer casarse conmigo. 

Puedo entenderlo, pero yo solo quiero sexo, no quiero atarme a más mujeres. 

¿descendientes? pues como todo hombre claro que quiero tener descendientes para perdurar mi sangre. 

Pero no los quiero con cualquiera. 

Y por el momento tengo otros asuntos más importantes en mi cabeza, como por ejemplo la conquista de nuevas tierras, alzar a mi pueblo en el triunfo, convertirlo en una gran ciudad de hombre fuertes y valientes, ser motivo de tormento a nuestros enemigos, sembrar respeto y miedo a nuestro paso. 

Hacer de este pueblo lo que siempre tuvo que ser, un reino poderoso. 


Abro la puerta y me giro, ahí está, de pie a considerable distancia de mí. 

- ¿piensas entrar? 

Ella se me queda mirando. 

- ¿a tu casa? 

- no tengo corral, y aunque lo tuviera, no vivirías allí - respondo seco. 

Ella respira, se arma de valor y se acerca pasando por la puerta que mantengo abierta. 

Entro por detrás de ella. 

Ella se queda mirando aquella humilde y poco acogedora choza. 

- prenderé el fuego - digo pasando por su lado. Se estremece. - como ves, no es mucho más acogedora de lo que estás acostumbrada - hablo sin saber por qué. 

Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora