- los hombres están listos para partir - le digo - ¿estás lista?
Miro su plato de comida, como anoche, apenas comió nada.
Suspiro molesto.
- partamos - digo.
Ella duda, me mira con miedo.
Le mantengo la mirada.
Se siente intimidada.
Finalmente se acerca y sale por la puerta.
Veo cómo los hombres la miran algo curiosos, deseosos.
Llego hasta mi caballo y la miro.
- montarás conmigo - digo firmemente.
Ella tan solo asiente tímidamente.
Le ayudo a subir y luego subo yo. La coloco por delante de mí, paso mis brazos alrededor suya para coger las riendas. Siento su cuerpo tenso.
- no temas, no tengo el mínimo interés en ti - afirmo con brusquedad y pongo en marcha mi caballo.
Siguiendo las indicaciones de ella, llegamos hasta los pueblos de alrededor.
Los saqueamos sin piedad y no dejamos nada a nuestro paso.
Discutía a menudo con Arl. Pero los hombres estaban contentos por luchar y hacer lo que mejor saben hacer, matar y robar.
A pesar de que me hubiera gustado enfrentarme a un ejército enemigo, no nos encontramos con ninguno.
Fue algo sencillo y fácil de hacer. Logramos un botín considerable y regresaríamos a casa con las manos llenas de oro, carne y vino.
La noche de antes de poner rumbo a casa, celebramos como bárbaros que somos, alrededor de una gran fogata bebíamos y cantábamos.
En todo momento la esclava permaneció a un lado. Lejos de la mirada de todos, menos de la mía que siempre se aseguraba de que no huyera. Incluso hasta ahora. Cosa que no entendía.
Suspiro.
He tenido suficiente de esta fiesta.
Cojo mi botella de vino, carne en un plato y me dirijo hacia ella. Ella levanta la cabeza asustada.
La miro.
- vamos - le indico.
Ella duda por unos segundos, pero finalmente se levanta.
Nos alejamos del grupo de hombres dejando atrás sus gritos y silbidos insinuando lo que no va a ocurrir entre esa mujer y yo.
Estamos en campo abierto, nos hemos acostumbrado a vivir así cuando estamos de misión.
Somos fuertes y rudos. Tan solo una fogata nos es suficiente para combatir el frío de la noche.
Llegamos hasta un claro de campo, la luz de la luna ilumina lo suficiente como para ver con claridad.
Dejo mi botella y la comida en el suelo. Me pongo a prender un fuego.
- siéntate - digo. - y come algo maldita sea - gruño sin mirarla.
Ella obedece y se lleva un trozo de carne a la boca.
El fuego listo.
Me siento alejado de ella.
Observo cómo se acerca poco a poco al fuego, gustosa de más calor.
Suspiro y me llevo la botella a la boca.
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Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.
RomanceMe he visto la serie de Vikings y me ha dado por escribir un romance a mi estilo. Dagnor es un duro vikingo que en un saqueo se encuentra con Lia, una esclava indefensa a quien ve de utilidad para la misión. A pesar de que ella le pidió que le matar...