Lia

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Durante la noche del último día antes de la gran partida, unos besos suaves y delicados me despiertan. 

Parpadeo y perezosa, miro a Dagnor acariciándome. 

Está vestido y fuera de nuestra improvisada cama de paja. 

- ¿Dagnor? qué haces... - hablo sin entender.

- quiero que me acompañes a un sitio - me susurra. 

Tras unos instantes, la curiosidad entra en mi mente. 

- a dónde

- es una sorpresa - sonríe. 

Me rasco un poco los ojos y me quejo con una mueca.

Estos últimos días han sido agotadores, y Dagnor y su afán de sexo sin descanso no ayudaba.

De ahí que estuviera tan cansada y dormida. 

- ¿ahora? 

- ahora - dice él. 

La luz de la luna resalta sus más bella facciones. Es tan hermoso. 

Suspiro y asiento. 

- está bien... 


Me envuelve en pieles y me lleva de la mano en medio de la fría noche por el pueblo. 

Llegamos a un claro del bosque donde diviso unas antorchas. 

Son Tara y Vale. 

Ella sostiene una gran ramos de flores y él una gran espada. 

Siento la mano de Dagnor apretarme más. 

Antes de llegar a ellos, él me detiene y me mira. 

Yo le miro a él. 

- ¿Dagnor? 

- Lia - le cuesta hablar, parece muy nervioso -  te dije que quería hacerte mi mujer...

Parpadeo. Mi pecho empieza a doler. 

Él suspira algo agitado. 

- pues no pienso irme a la batalla sin antes cumplir lo que te prometí 

Mi ser no da crédito. 

Me quedo inmóvil. 

- he... hemos preparado... - se traba y no le salen las palabras. Suspira. Me mira. - me harías el hombre más feliz si me concedieras ser tu esposo esta misma noche 

Las lágrimas empiezan a correr por mi cara. 

Me coge la cara y acerca la suya. 

- ¿quieres casarte aquí y ahora? - susurra. 

Miro hacia nuestros amigos, está todo preparado, flores, la correspondiente espada, una fogata, las antorchas, el tronco cortado para la ceremonia...

Miro de nuevo a ese gran hombre nervioso que tan feliz me hace. 

- sí quiero Dagnor 



Dagnor

No fue capaz de deshacer el abrazo por un más que largo rato. 

Por mí podría alargarse hasta hacerse infinito. 

La sensación de dejar a mi mujer tras tan solo horas de mi casamiento me carcomía. 

La sensación de dejar a Lia. 

Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora