Dagnor

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Llego hasta donde se encontraba mi grupo de hombres reunidos, preparados para partir con el escaso botín que apenas pudieron obtener. 

Las miradas extrañadas se dirigen hacia mí, pero no es concreto a mí, sino a la chica que prácticamente arrastro del brazo. 

No les culpo, no suelo dejarme ver con mujeres.

Me coloco ante Arl, el jefe, y la suelto. 

- habla - ordeno a ella. 

Ella se queda inmóvil, mira asustada alrededor. 

- habla o estos hombres de aquí serán los que dicten tu futuro - le amenazo. 

Siento cómo se estremece. 

Levanta la cabeza y mira a Arl sentado en su caballo listo para partir. 

- qué es esto Dagnor... - empieza a decir Arl. 

- no hay pueblos vecinos - dice ella con una voz rota. - la ciudad más cercana está a tres días...

Todos callan ante sus palabras. 

Arl le presta atención. Frunce el ceño. 

- qué significa esto

- ya la has oído - intervengo. - no vendrá ningún ejército, y en tal caso de que supieran de que estamos aquí, tardarán días en llegar - levanto la voz para dirigirme a todo el grupo. - y si aún fuese el caso de que estuviesen ya aquí, ¡les recibiríamos con mucho gusto! - grito desenvainando mi espada y alzándola. 

-¡SÍ!

Todos los hombres gritan conmigo.

Miro a Arl. 

- no hay necesidad de huir - hablo con conteniéndome. - no somos unos cobardes, somos Vikingos, del pueblo de Arath.

Desafío con la mirada a Arl. 

Él permanece callado mientras espera que los gritos de los hombres cesan. 

Cuando el silencio plena, nuestro padre habla. 

- mi deber es pensar por el bien de mi pueblo - dice con sabiduría. - enfrentarnos a un ejército supondría muertes de hermanos míos

- somos guerreros, por ese cometido hemos nacido 

- no permitiré poner en riesgo a mis hombres 

- necesitamos el botín al completo

- debemos regresar 

- ¡con qué fin! - arrojo mi espalda. - ¡¿con el de que nos reciban y no tengamos apenas nada para ofrecerles?! 

Debo contenerme. 

- debemos quedarnos, terminar con esta ciudad y saquear aldeas próximas - digo y mira a la esclava. - tú sabes dónde se encuentran esas aldeas - le grito igual de enfadado como lo hacía con Arl. 

Ella se estremece y se encoge asustada. 

Miro a Arl. 

- padre, tus hombres te necesitan, yo te necesito 

Contenemos miradas. 

Pareciera que fueran a desafiarme por levantamiento. 

Permanezco tenso ante su silencio, expectante por una respuesta. 

Finalmente suspira. 

- bien pues - dice el gran jefe dando pie a un océano de gritos de los hombres deseosos de cazar.


Finalmente sonrío victorioso. Arl me sonríe a mí. Respiro más tranquilo. 

Me giro y la miro a ella. Aterrorizada y sin saber qué hacer. Sin tener idea de qué le deparará el futuro. 

Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora