Lia

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En cuanto oí el cuerno de aviso de que los hombres ya regresaban, me puse tan nerviosa que no supe qué hacer. 

Salí al camino, vi como todos corrían al puerto gritando de felicidad. 

Me topé con Mara, quien lloraba y corría con su bebé en brazos.

- ¡Mara! 

- ¡Lia, Lia! ¡han regresado! ¡ya han vuelto! 

Entonces se confirmó. 

No fui capaz de decir nada más. Mara no se detuvo y siguió corriendo hacia el pueblo para darles la bienvenida. 

Yo me quedé ahí, en mitad del camino. 

Incapaz de hacer nada. 

Mi mundo se detuvo. 

Había esperado oír sonar ese cuerno desde que Dagnor abandonó la casa después de aquella noche donde quiso dormir conmigo a pesar de que yo le dije que podría intentarlo sola. 

Y el recuerdo de él besando mi cuello con pasión y cariño sigue atormentándome de muchas maneras, sobre todo en mi centro, entre mis piernas. 

Suspiro nerviosa y asustada. 

El cúmulo de dudas, miedos y vergüenzas golpean todo mi cuerpo. 

¿se acordará de mí? 

¿espera que yo siga aquí? 

Él me pidió que estuviera para su regreso, y así es, pero no sé lo dijo por decir o si ha cambiado de opinión... 

¿viene solo? 

¿habrá traído a otra mujer? 

Aprieto mis dedos en puños haciéndome daño con las uñas. 

Las dudas y miedos siguen. 

¿estará bien?

¿estará herido? 

Pero la que más me atormenta,

¿sigue vivo? 

Ladeo la cabeza intentando no pensar en ello. 

Mara me ha asegurado una y mil veces que Dagnor es el mejor de los guerreros, el más fuerte y el más ágil. Inteligente y audaz. 

Invencible. Ese es Dagnor. 

Por supuesto que regresará me obligo a pensar. 

Pero eso hace que un cúmulo de nervios y miedos diferentes vengan a mí. 

Avergonzada me miro cómo estoy, sucia, con los pelos enredados, oliendo a cabra y gallina... 

Ahogo un grito y corro a dentro de la casa. 

Me alegro de ser alguien ordenada y que limpia su casa, ¿su casa?, porque aunque me pille por sorpresa el regreso de Dagnor, se encontrará una casa limpia y acogedora. 

Cojo un par de jabones que hice junto con Mara, un vestido limpio y corro al riachuelo. 

Me gustaría darle la bienvenida en el puerto como los demás, pero no soy nadie para hacerlo. Tan solo su esclava o la ex esclava que acoge en su casa por pena.

Eso es cosa de familia. 

Me tenso al pensar en ello. 

Llego al riachuelo y empiezo a desnudarme, poco a poco me meto en el agua, está gélida. 

Pero debo ser fuerte. 

Me echo agua con cuidado, sufriendo por el frío y al mismo tiempo me enjabono con el jabón de flores que aprendí a hacer en mi otra vida. 

Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora