Dagnor

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La convivencia con aquella extraña mujer me estaba resultando más sencilla de lo que pensaba. 

Creí que acabaría sintiéndome incómodo en mi propia casa estando ella allí. Pero después de varias lunas viviendo en el mismo techo, admito que su presencia no me desagrada.

Incluso podría admitir que en ciertos momentos agradezco que esté allí. 

Limpia, ordena, cocina comida deliciosa para mí, no molesta, no se queja, ni tampoco me grita como hacía mi anterior esposa. 

Situaciones como la otra vez que llegué a casa enfurecido y lo destrocé todo, ella me curó las heridas, me aconsejó y no solo eso, sino que tuvo la valentía de reprimirme el romper las cosas. 

Suspiro. 

Me gusta la gente con carácter. 

Paso poco tiempo en casa, puede que sea ese uno de los motivos también, al principio me obligaba a estar más fuera y llegar tarde, pero ahora tampoco lo fuerzo. 

Me gusta llegar a casa y encontrar comida hecha. 

Antes las mujeres me daban comida, cosa que estaba bien, pero creo que prefiero algo hecho en mi propia casa y solo para mí. 

Algunas noches llegó más tarde. Como todo hombre, tengo mis necesidades y hay un par de mujeres del pueblo que están dispuestas a satisfacerlas. 

No me quito de la cabeza lo que Lia dijo de que a lo mejor Arl necesita alguien a quien confiar a sus hombres. 

Su falta de ambición y poca confianza en nosotros me dolió, me dolió mucho. 

Pero he decidido que en lugar de saciar mi sed de rabia y odio destrozando todo, lo haré entrenando más y más, hasta que me sienta preparado en pedir que confíe en mí para liderar a los hombres. 

Los hombres están conmigo, más de uno ha insinuado quitarle el poder a Arl, en su estado sería sencillo, es viejo y delira un poco, pero es nuestro padre, es nuestro guerrero mayor, fue quien lo dio todo por nosotros. No seríamos nada sin él. 

Está por encime mi respeto por él que mi ambición. 

Por eso, que yo y mis hombres nos estamos preparando para ser cada vez más y más fuertes. 


Después de un días bastante agotado. Entrenamos hasta casi morir y luego tuve que ayudar en hacer una casa para un hermano que acababa de casarse. Mover piedras, talar y arrastrar troncos, remover la tierra... regresaba a casa apenas pudiendo mover el cuerpo. 

Sentía que me ardía todo. 

Una sensación que disfruto mucho. Quiere decir que eso me hará más y más fuerte. 

Llego a casa y no hay nadie dentro. La comida está lista, huele delicioso, pero antes de lanzarme a por ella, busca a Lia, no está. 

Miro por la ventana y la veo removiendo la tierra para el cultivo. 

Me quedo observándola. A pesar de ser del tamaño de un arbusto y más delgada que mi brazo, se estaba esforzando con tenacidad en remover aquella tierra dura y seca. 

Estaba manchada de tierra y sudorosa, su expresión era de cansancio puro, pero no se rendía. Ella seguía y seguía, avanzando poco a poco. 

Una sonrisa apareció en mi rostro. Me hacía gracia ver lo débil que era, pero también, lo tozuda en hacerlo. 

Suspiro y me dirijo hacia donde está ella. 

Ella me oye salir por la puerta y me mira sorprendida. Luego aparta la mirada algo avergonzada. 

Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora