Dagnor

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Pasaron tres lunas, y ya estábamos de regreso a nuestro pueblo, Arath. 

Como corresponde, el saqueo fue rápido y sin complicaciones. 

Logramos un botín decente. Pieles y oro. 

Bien es sabido que la tierra de religiosos está cargada de oro, por ello que sea tan difícil dar con ellas. 

Navegamos rumbo a casa. 

Miro el horizonte mientras pienso. 

Vales me da una palmada más que fuerte en la espalda y se coloca a mi lado. 

- ¿con ganas de regresar? - me pregunta. 

Me encojo de hombros.

- ahora tienes más motivos - insinúa. 

Le miro con una ceja levantada. No le entendiendo. 

- vamos, ahora tienes a alguien que te espera en casa 

Habla de Lia. 

Frunzo el ceño y vuelvo a mirar al mar. 

- ella no me está esperando 

- y a quién sino esperaría, es tu esclava - dice. 

Le ignoro, me quedo callado. Vales suspira. 

- al menos te recibirá con la casa caliente y servida de comida. 

Pienso en lo que dice. 

Suena bien. Con mi antigua esposa nunca fui bien recibido, pero al menos tenía la casa caliente y con comida. 

Hace muchos ciclos lunares de eso. 

Suspiro. 


Llegamos a tierra, y como me imaginaba, ella no vino al puerto como todos los demás a recibirnos. 

Sin entretenerme mucho, me dirigí hasta mi casa. 

Alcé la mirada y me la encontré a ella en la puerta mirándome. 

Aquello me sorprendió. 

Me detengo y la miro. 

¿Parece contenta? ¿por mi regreso? 

Ella se aleja de la casa y se aproxima a mí. Yo solo la miro. 

Llega hasta mí. 

- hola - sonríe. - has vuelto - me mira - y de una pieza 

- ¿suponías que no regresaría?

- ¿qué? no, claro que sabía que regresarías 

Su expresión es intrigante. 

- ¿vamos? - dice recordándome que me he quedado en mitad de camino. 


Entramos en la casa y me recibe un calor muy agradable y el aroma de una deliciosa y abundante comida. 

- desde que sonaron los cuernos de vuestra llegada me di prisa en cocinar 

Miro la comida, tenía un aspecto delicioso. Durante las misiones apenas se come otra cosa que no sea carne asada al fuego. 

La casa está limpia y ordenada, desde la ventana veo que el cultivo cada vez coge más y más forma. 

Todo parece acogedor. 

Suspiro tranquilo. 

- ha sido algo raro que no estés por aquí - dice Lia por mi espalda. 

Me giro y la miro. 

Un poderoso vikingo se enamora de una esclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora