Capítulo 18 | Contienda

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«La verdad esta en marcha y nada la detendrá» —Emilé Zola

PARTE I

No podía recordar lo último que sucedió. 

Vagas imágenes llegaban a mi conciencia, pero no eran nítidas y ciertamente, me confundían. Podía tratarse de un descabellado sueño, esos que siempre inundaban mi psique cuando cerraba mis parpados al anochecer. Sin embargo, el dolor que comencé a percibir lentamente por mis extremidades aseguraba de que no se trataba un sueño más aquello que estaba evocando en mi interior. El encuentro que había tenido con la baronesa Ballenary fue real. 

Tanto como amargo y sorprendente para mí pesar. 

No lograba entender las razones de su accionar en contra mía. Y por si fuese poco aquella tortura, no podía conciliar en dónde me encontraba. No estaba muerta. La muerte estaba lejos de parecerse a una habitación con cuatro paredes decoradas con artilugios de oro y de tonos esmeraldas, tampoco  estaba en mis aposentos.  Mucho menos yacía en Gardenfield.

Decidí levantarme de la cama en la que me encontraba, haciendo muecas y sonidos endebles que representaban el crudo dolor que nacía en mí. Seguí analizando el decorado del lugar, y todo era de color verde, perfectamente ordenado y organizado.

Si de algo estaba segura, es que aquella habitación no era de ningún granjero o pueblerino de la zona de Nothe, sino un lord de alta cuna. Al menos, tenia una parte de la respuesta de aquel acertijo. Sin embargo, poco conforme con eso y obstinada en llegar al fondo de todo esto decidí investigar la zona. Me acerque a la puerta, tomé el pomo reluciente y giré para abrirla. Al haberlo hecho, me encontré con un panorama que me dejó descolocada y con miedo en mí torrente sanguíneo.

Dos hombres custodiando la puerta y usando un lazo en sus hombros derechos que eran muy particulares.

No podía recordar dónde había visto ese ejemplar, mí mente estaba confundida por todo lo que me rodeaba y empezar a buscar en mí conciencia todas las posibles personas que había visto en mi llegada a tierra inglesa no era una buena idea.

De hecho era pésimo.

No obstante, lo supe a los segundos después, cuando uno de ellos se acerco más a mi cuerpo y vi la cicatriz en su respectivo rostro. Me resultaba todo cada vez más familiar, quizás me estaba volviendo paranoica por el golpe que me había dado. Aunque no, cuando supe quienes eran y de quién era la mansión en la cual yacía me alarme y abrí por demás mis ojos, con la intención de huir lo más rápido de ahí.

Así lo hice, no los dejé ni decir una palabra. 

Me encontraba corriendo con un camisón blanco por los pasillos de Claremont, la residencia de lord Cédric Russell. Y no estaba sola por desgracia, sus hombres comenzaron a seguirme cuando cometí dicha acción. Escuchaba como el ruido de sus zapatos resonaba en las paredes cuando pisaban y las palabras lejanas que pronunciaban, implorando me detuviera. Siendo honesta, no sabía hacía donde me dirigía. La única certeza es que estaba lejos de Gardenfield, que llevaba puesto un camisón y que trataron de asesinarme. Deje de lado todo aquello al instante, lo relevante ers encontrar la salida de aquella mansión, volver a donde pertenecía y hacer como si nada hubiese pasado.

Al menos quería creer que pertenecía. 

No estaba nada claro. Mi juicio se quebró el día en que me crucé con Ayrton y con el pasar de nuestros encuentros se fue perdiendo en aquel vacío que ambos teníamos en nuestro interior. No podía distinguir lo bueno de lo malo. Me había creado ilusas ideas junto a él, puso mis ideales a la deriva... y todo en vano, porque alguien más había llegado a su vida y me convirtió en una criatura sin gracia e inestable.

Tentación inefable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora