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Aria Baudelaire se caracterizaba por ser una mujer ordinaria en varios aspectos externos e internos.
Menos en su profesión.
Su vida se ve envuelta por el indómito Ayrton Hoffman, quien lleva un pasado oscuro desde los pies hasta su cabeza. Todo en ese hombre emana misterio en la atmósfera, un enigma complejo que con ferviente anhelo desea conocer la inocente institutriz.
No obstante, Ayrton no puede atreverse a nada, mucho menos estar al lado de la nueva integrante que pisó la mansión con la necesidad de educar a los niños que tiene a cargo.
Él es la materialización del mismísimo mal y el infierno en el cual se aloja, es macabro para la dulce Aria.
Lo que menos desea es corromper a la mujer que trajo dicha en Gardenfield, que por varios años se vio envuelta en la agonía gracias a los acontecimientos aberrantes que yacen escondidos detrás de sus paredes.
Pero, cuando el deseo los llama a ambos, es difícil de ignorarlo.
