Capítulo 6 | Celebración.

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«Parece más sabio asumir lo peor desde el principio y dejar que lo mejor llegue como una sorpresa» - Julio Verne.


-Entiendo si rechaza la invitación.

Pronunció luego de minutos, en los cuales estuvimos sumidos en silencio y mirándonos de forma atenta, expectantes a los actos del otro. Temía por el aura que transmitía en el ambiente y el brillo que desprendía el iris de sus ojos, despertando más aquellas sensaciones.

-No quiero escándalos ni especulaciones con el personal -comenté arrastrando las palabras, sosteniendo su mirada turquesa e ignorando todo lo que yacía en mi alrededor. Sólo concentrada en él y todo lo que representaba para mi.

Desvió sus ojos con la mandíbula tensa y me dio la espalda. Aun no podía entender la razón de detestar el contacto visual con los demás. No había nada más bello que los ojos, por el sin fin de sentimientos que transmitían, y la sonrisa del ser humano.

-No se preocupe por eso. No la miraran mal, tiene mi palabra que ningún empleado de Gardenfield se pondrá en su contra -dijo a cuestas, aún de espaldas mío y distinguí que sus músculos se estaba contrayendo.

De nuevo mi presencia le estaba incomodando de sobremanera. Aunque, ¿porqué razón? Era pequeña a comparación de él, la diferencia en cuanto a nuestra altura era impresionante y a la vez carecía de fuerza.

Debía ser yo la que este en su situación, esa de querer huir lo más rápido de su cercanía. No obstante, los papeles estaban intercambiados en la historia y adentro de mi alma emanaba cierta curiosidad por cada acto que ejecutaba, cada facción que me dedicaba y cada palabra que salía de sus labios finos.

-Entiendo -susurré con dejes de esperanza en mi voz. No buscaba traer discordia en la mansión, más cuando hacia semanas que yacía alojada y me estaba ganando el respeto al igual que el cariño de varios. Algunos cargaban más desconfianza que otros, pero aun así no era humillada y agradecía no tener esos tratos, como ya me había pasado.

Apreté mis labios con fuerza, para no seguir hablando más de la cuenta y recordando la situación en la cual nos encontrábamos.

Yo tenia que decir lo poco y necesario.

-Puedes irte, prometo que se lo compensare en su remuneración.

-¿Y mi mes de prueba? -pregunté al instante y llena de interés, porque lo que más me mantenía inquieta era el hecho de desconocer mi travesía. Más que nada, porque pronto llegaría a su fin el plazo que me había impuesto para demostrar mi capacidad e intelecto como institutriz a los niños Murray, y anhelaba con fervor saber si aún seguiría ejerciendo mi puesto.

Al menos, un par de meses más,

Hasta encontrar otra bacante en el diario. Sea en algún pueblecito remoto de Inglaterra, el magnifico Londres o en Francia, mi país natal y estando más cerca de mis padres al igual que hermanos.

-Aún es pronto para asegurarle aquello.

Asentí para mi misma y al rato, cuando todas mis inquietudes se desvanecieron y supe que no tenia que aclarar más propósitos junto a mi empleador, salí de su despacho con una sensación amarga que envolvía mi garganta, para luego acostarme de una buena vez.

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