𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑. ESPINAS.

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Lissy intentó trepar la pared para alcanzar la ventana, pero, le fue inútil, necesitaba ayuda de sus amigos y ni siquiera tenía la certeza de si ellos estuviesen vivos o no.

Mark fue en busca de aquel hombre, si bien, daba miedo, no era un mutante o alguien inmortal, seguía siendo un ser humano, sangraba igual que él.

Pero, a costa de todo esto, una pequeña pregunta inundó su mente

"¿Dónde está su hijo"

Recordando vagamente en sus memorias, se percató que él jamás había visto u oído la presencia de aquel joven, ¿A caso era una víctima más, tendría que ir a salvarlo?

Su mente se inundó de aquella imagen, la muerte de William, eran tan joven y lleno de vida, pero ya no podía hacer nada, lo mínimo que podía hacer por él, era salir de ese lugar y llamar a la policía, para que así recuperasen su cuerpo y darle un funeral digno.

Recordaba como uno de sus ojos había salido de su órbita, como su cabeza estaba partida a la mitad dejando ver su cerebro. Mark cerró con fuerza sus ojos y restregó su mano contra su rostro, intentando no pensar en ello, pero le era imposible...

Vomitó con tal brusquedad, que su garganta comenzó a arder, limpió su boca y comenzó a tomar bocanadas de aire.

Intentó pensar en un plan, había tres personas en la casa, el padre, la madre y su hijo [...] Sí tan solo algo le confirmase que Violet y Lissy sigan vivas, podrían armar un plan y posiblemente huir de allí, por desgracia no sabía nada sobre Violet y tampoco sobre Lissy, en teoría, estaba solo.

— ¿Dónde están? —Musitó.

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Violet aún se encontraba sin ningún rasguño, aún.

Las botas que llevaba puestas eran de tacón, por lo que tenía que ser muy cuidadosa al caminar y no llamar la atención, pensó múltiples veces en quitárselas, pero luego pensó

«¿Y si hay vidrios rotos?, ¿Y si necesito correr en el bosque, habiendo miles de ramas puntiagudas? ¿Y si necesito patear algo con fuerza sin lastimar mi pie?»

La pensó un una, ni dos veces, así que mejor, se las dejó puestas.

Aquel joven con el que había charlado anteriormente ya no estaba.

¿Lo habrá soñado?

¡No!

Violet recuerda perfectamente como conversaron, lo último que recuerda es que se sentó en el sofá y se quedó dormida. Violet llegó hasta el fondo del corredor (en el segundo piso) había varias puertas, si elegía mal, era muy probable que nunca más viese la luz del día. Tomó su decisión, y fue en dirección a la puerta que estaba más cerca, lógicamente, si entraba en la habitación del final la matarían. Un ruido de sierra la asustó, chocó con el mueble, botando el jarrón de porcelana china que estaba encima, intentó alcanzarlo con sus manos, pero le fue inútil, el jarrón estaba hecho pedazos. Sus manos temblaban, sus ojos lagrimearon y su respiración comenzó a acelerarse, era su fin, ya no le quedaba nada más, escuchó las fuertes pisoteadas que se aproximaban hacia ella, era Leandro. Intentó abrir la puerta que tenía al lado, pero estaba cerrada con llave, no le quedaba de otra, tenía que correr hasta la última habitación, aun sabiendo que la buscarían allí.

Corrió hasta el fondo de la habitación, volteaba a ver hacia atrás repetidas veces, esperando que aquel hombre no la buscase, escuchó como subía las escaleras y encendía la sierra nuevamente. Violet había quedado en shock, sus piernas no se movían, aunque ella quería, todo su cuerpo estaba tembloroso.

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