CAPITULO 24. EVIDENCIAS.

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Argentina, Neuquén. 12:34 A.M.

La noche estaba demasiado silencia, tanto que a Violet le incomodaba. Tenía la pena y el miedo de que aquel joven de ojos claros no intentase matar al niño, pareciera que no era así. Mateo estaba dormido en los brazos de aquel chico, como si fuesen hermano mayor y menor. Después de todo, Mateo había llorado por horas al darse cuenta que su abuela no regresaría. ¿Y quién lo consoló? Ben.

"Es un gesto muy lindo de tu parte."

Recordó Violet aquellas palabras que ella misma dijo. ¿Había halagado a aquel hombre? Talvez. Mientras que ese par estaban dormidos, ella estaba parada junto al fuego, tratando de mantener el calor, la cama era muy pequeña como para que los tres cupieran, y ella no pensaba dejar afuera a Mateo, pero tampoco desafiar la cordura de Ben y los demás.

Agregando que... Apenas había seis sábanas para la cama, dos estaban en uso, por lo que las otras cuatro estaban guardadas en el ropero viejo de madera, aquel ropero que gritaba "Este ropero tiene décadas", los típicos de abuelita; Olor de madera fuerte, fresco por dentro, y brilloso por fuera ¿Por qué no se intentó tapar con las sábanas restantes? Fácil, las sábanas restantes eran muy delgadas, aquellas que se utilizaban en verano, mientras que las sábanas afelpadas y calientes las tenía ese par de mocosos.

— Ah...Dios. ―Lanzó otro leño en el fuego.

El sonido de los resortes de la cama llamó su atención, seguido de unos pasos perezosos, y un quejido. Aquel rostro; Suave, de piel blanca, mejillas coloradas, y labios ligeramente rosados se asomó por la entrada de la puerta. Bueno, "Puerta" entre comillas ya que no había nada más que una cortina como puerta que dividía la cocina del dormitorio.

El rostro de aquel chico era iluminado por las cálidas llamas del fuego, dándole aquella luz naranja y tenue.

— ¿No piensas dormir? ―Preguntó casi inaudible y ronco, aún seguía adormilado.

— Tú y Mateo están usando la cama, yo me quedaré aquí toda la noche.

— No puedes estar más de cuatro horas de pie frente al fuego.

— Sí puedo. Además ―meneó las brasas con un palito― tampoco es que pueda dormir en paz teniéndote cerca.

— ¿A quién te refieres?

— A Leo, y a Brahms.

— ¿Brahms?

— Sí, le soltó un puñetazo al policía.

— Ese...Ese no fue Brahms.

— Violet soltó un suspiro de "Lo sabía―: Me imaginé. ―Añadió.

— Brahms no es malo, créeme, es ausente.

— ¿Ah sí?

— Sí...Él le tiene más miedo a Leo que yo, por eso solo tomaba el puesto para estudiar y...

— ¿Y...?

— Y...Hay muchas cosas que le ocultamos.

— ¿Cuánto?

— Mucho...

— Bien. Por ahora no quiero saber nada más de eso ¿Sí? ―tiró otro leño al fuego y volteó a verlo, diciendo―: Solo, respóndeme una duda.

— Claro. ―Bostezó.

— ¿Hace cuánto que estás al mando?

— Bueno. ―Pensó―. Hace poco, ¿Por qué?

THE HELL IN THE HOUSE  |CANÍBAL • TERROR | DISPONIBLE EN AMAZON.COM ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora