CAPITULO 20. Mas alcohol que Sangre.

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El cuerpo de Violet estaba completamente magullado, cada movimiento le provocaba un dolor infernal y punzante, eso, mezclado con los cólicos del primer día, era más que suficiente como para solamente pedir que la dejaran descansar un segundo.

Aquella noche, Violet decidió quedarse a dormir en la sala, por más fría y sucia que estuviera, ella decidió pasar la noche en aquel lugar, sí Leo había regresado, sus ganas de querer morir también. Su dedo de en medio realmente dolía, además de que estaba hinchado y colorado, Violet intentaba ignorar aquel dolor, ni siquiera ella lograba entender cómo es que pudo quedarse dormida, sabiendo que su cuerpo está clamado por ser sanado.

3:34 A.M

A la madrugada siguiente; Aquel joven de cabellos oscuros -pero de tonalidad pelirroja- observó en silencio a Violet, deleitándose al ver como aquella joven seguía dormida, o más bien, inconsciente. Su piel ya no lucía de tono oliva, había perdido su color, ahora parecía más una palidez a falta de alimentos y luz natural. Leo se acercó poco a poco hacia aquella débil mujer, intentó no hacer mucho ruido para no despertarla. Se agachó, colocó sus manos debajo del cuerpo de aquella mujer y la cargo con cuidado, subió las escaleras, con mucho cuidado, pues él también estaba herido, aquella herida aún seguía "viva", intentó ignorar el dolor, pero aquella sensación de cuando la piel se despega de algo seco pero pegajoso-

—    ¡DIOS! ―Soltó entre dientes.

Realmente era doloroso. Leo podía sentir como la sangre volvía a brotar de su herida, pero lo primero era dejar a Violet sobre la cama y que esta tome calor, de lo contrario le daría hipotermia, y con más facilidad moriría.

Con pasos lentos y cortos, Leo decidió llevar a Violet a la recámara, la depositó sobre aquella enorme cama, y buscó las sabanas más calientes y gruesas para ella.

Después de todo, Leo no era de metal, era de carne y hueso, la única diferencia era que él trataba de comportarse y fingir que "todo estaba bien", que nada le dolía, que era fuerte, pero él sabía que no era así, Ben era la parte más vulnerable, la parte más sensible, más humana.

—    ¡Puta Madre! ―Gritó de dolor al sentir como el alcohol quemaba toda la zona de carne viva―. ¡Agh! ¡Mierda! ¡Mierda!

Leo se sostuvo con fuerza del lavamanos, sentía como el alcohol quemaba, ardía y picaba en aquella zona. Soltó quejidos y lloriqueos de dolor, esto junto con unas lágrimas de agonía.

Su estómago estaba revuelto, podía sentir como aquel líquido quemaba desde su interior, intentó retenerlo tapando su boca, pero no bastó, aquel líquido espeso y de color café salió de su cuerpo, escapándose por su boca y sus fosas nasales, Leo escupió los restos que quedaban, abrió la llave e intentó lavarse la boca con solo agua.

—    Ay Dios...Que asco.

Leo salió del baño, secando sus manos con una toalla y observando como Violet dormía tan plácidamente.

—    ­Me asusta el pensar que si vengo a tan solo unos segundos de diferencia... Aquel cerdo la hubiera- ―Restregó la yema de sus dedos contra sus parpados―. Mejor no pienso en eso.

A decir verdad, Leo estaba bastante asustado cuando vio a lo lejos el cómo un hombre gordo estaba encima de Violet, forzándola.

Aquel escenario en su cabeza lo atormentaba. Leo quería hacer algo, pero no quería forzarlo. Por ahora solo necesitaba alcoholizarse, así que bajó a la cocina, decidido en buscar algo de licor, lo que fuera. Para su suerte, el hombre que había asesinado era fan de todo tipo de licores, desde Heineken hasta un Blue Label. Sacó aquella botella de vidrio y la destapó en el camino, dirigiéndose al sofá, se dejó caer por completo sobre los cojines suaves de terciopelo.

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