CAPITULO 26. ¿MICHAEL?

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— ¿¡Michael!?

— Sí... ¿Por qué? ¿Pasó algo?

Violet no sabía si responder o no, aún así, decidió no responder. Con la mala suerte que se cargaba, capaz y Michael era peor que Leo, o similar a él. Lo único que hizo fue negar con la cabeza.

— Bien. ―Agachó la cabeza―. Te compramos ropa. ―Ofreció una bolsa llena de ropa.

— Gracias.

— ¿Puedo ayudarte en algo más?

— Estoy bien, gracias.

— Si gustas, puedo calentar agua para que te bañes.

— Gracias.

Michael era nuevo para ella, no sabía sus intenciones, su manera de pensar o que tanto sabía. Lo que le sorprendía a Violet era que el mismo Ben le mencionó que Michael casi nunca tomaba el control, entonces, ¿Qué hacía aquí?

— Me duchare primero, quiero bañarme con agua helada. ¿Te parece? Así esperas en lo que sale la tuya.

— Sí.

Su comportamiento era, distante, tímido, callado. Le recordaba a ella, cuando tenía trece años, en su fase emo.

«" Bueno que ni tan fase, aun sigo escuchando esa música"»

— Michael.

Aquel chico volteó a verla. Sin decir una palabra, alzando una ceja.

— Olvídalo...

Violet se arrepintió en el momento, podía sentir como volvía a correr en aquel bosque, y es lo que menos quería. Michael solo asintió y salió de la covacha, dejándola sola.

La joven caminó de lado a lado, pensando en que hacer y como llevarse a Mateo. Pero la presencia de Michael entrando a la habitación con una toalla en la cintura y el cabello mojado la asustaron.

— ¿Puedes salir? Quiero vestirme.

Indicó aquel chico. Cosa que le sorprendió a Violet. La expresión de Michael era triste, callada, como alguien deprimido. Violet solo aceptó ante la petición de Michael, saliendo con lentitud de aquel lugar, buscando a Mateo.

Aquel niño estaba acostado en la grama, boca arriba, disfrutando de la brisa.

— Matti!

El llamado de aquella joven levantó a Mateo, sacándolo de su primer sueño.

— Ven, quiero hacerte una pregunta.

— ¿Sí?

— Cuando tú y Leo, se fueron a comprar las cosas, ¿notaste algo extraño en él?

— Solo, vi que ya no hablaba mucho. Apenas y decía un "sí" o un "No". ¿Por qué?

— Nada, solo pregunta.

Ambos voltearon a ver que aquel hombre salía de la covacha, vestido con una camisa oversized azul marino y unos pantalones de chándal negro.

— ¿De dónde sacaron dinero para comprar las cosas? ―Preguntó en voz baja.

— Tiene bastante dinero, incluso tiene cuatro billeteras.

Violet volteó a ver al niño, incrédula de lo que había escuchado. Leo no solamente los mataba, les robaba.

— ¿Las tarjetas sirven?

— ¿Qué cosa?

— Las tarjetas esas de crédito, ¿Sirven?

THE HELL IN THE HOUSE  |CANÍBAL • TERROR | DISPONIBLE EN AMAZON.COM ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora