CAPITULO 34. ¿TODO REVUELTO O TODO RESUELTO ?

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Las sábanas estaban empapadas de sangre, el cuerpo de aquella mujer seguía sin moverse, no estaba muerta, no, solo estaba cansada, no tenía ni un gramo de fuerza, estaba agotada. 

Leo seguía masticando aquel trozo de carne cruda, contento y satisfecho de probar la sangre de nuevo, de masticar la carne, de oler aquel fluido rojo.

Mientras que Violet, por dentro intentaba despertarse, intentaba conciliar su consciencia, pero apenas y podía abrir los ojos, aunque, se sentía feliz, feliz de saber que no hizo ruido como para despertar y asustar al pequeño Mateo, sus últimos alientos de vida eran un conmovedor "hasta aquí pude".

Violet realmente sentía que estaba muriendo, una muerte muy lenta, fría y dolorosa. Cerró sus ojos, esperando ya no despertarse, esperando ya no escuchar y ya no sentir nada.


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Argentina Neuquén; 8:13 A.M

Una mesa llena de documentos, fotografías, lapiceros, y borradores. Todo estaba revuelto, intentaban encontrar al culpable de los asesinatos, reconocer los cuerpos de cada persona, llevar a cabo los asesinatos de estos meses. Todo era inmenso, y las manos eran insuficientes.

—    Acaban de notificar que hay un cuerpo por "suicidio" en la provincia de Río Negro. ―Comentó uno de los policías.

—    Esto no tiene nada que ver con los demás casos, somos de Neuquén, que la policía dese lugar se encargue de sus asuntos. ―Respondió aquel hombre de barba y bigote.

—    Ese es el caso, a las personas de aquel lugar se les hace muy sospechoso el que se haya suicidado minutos antes de que un joven saliera de la tienda.

—    ¿Un joven pelirrojo?

—    Sí. Además, los niños del incendio, uno de ellos indicó que la persona que les prendió fuego fue un chico pelirrojo.

—    Pero dijeron que se llamaba Leo, y al tipo que buscamos es uno llamado Brahms Broocks.

—    Quizás se cambio el nombre para tener más tiempo de escapar. ―Aseguró aquel joven policía.

Aquella conversación la estaba escuchando Alex, quien había entrado a las oficinas de los policías para pedir un permiso de entrar a ver a Mark. El rostro de Alex estaba estupefacto, ojos abiertos al tope, boca abierta y cejas fruncidas.

Una mujer de recepción le otorgó un papel de permiso para ingresar a ver a Mark, Alex salió disparado de aquel lugar, corriendo a la celda de Mark, pero este no estaba, la celda estaba vacía, uno de los guardas de aquella celda le gritó a Alex:

—    Están en su hora de desayuno, todos están en el comedor.

Seguido de esto, Alex le dio las gracias y salió corriendo hacia el comedor de los presos. Abrió de golpe ambas puertas de aquel lugar, buscando entre todos los presos vestidos de gris, a lo lejos pudo ver como uno de ellos destacaba por su forma de caminar, de ser y de interactuar, ese era Mark, quien caminaba con su bandeja en mano, portando una cajita de leche de fres y unos panes con milanesa.

—    ¡Mark! ―Llamó Alex.

—    Ven. ―Hizo seña con la mano, invitándolo a comer en la mesa.

Mark comía solo, los demás presos tenían miedo de él, no por su físico, sino por lo que se escuchó allá afuera de él. Alex caminó hasta el lugar de Mark, una mesa vacía, fría y en medio de las demás mesas, la mirada de los presos estaba sobre Alex y Mark, sorprendidos de que Alex iba por Mark y asustados por lo que podría llegar a hacer Mark "el caníbal".

THE HELL IN THE HOUSE  |CANÍBAL • TERROR | DISPONIBLE EN AMAZON.COM ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora