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—¿Entonces desde el principio sabías lo que iba a pasar al final?

—Sí.

—Y lo seguiste leyendo igual. ¿Por qué?

—Por el mismo motivo que vemos películas rosas de navidad.

—Que es...

—La seguridad. Esa sensación de terminar con el corazón lleno. De saber que por lo menos alguien tiene su final feliz. Aunque sea el protagonista de un simple relato inventado. Trae esperanza y te hace creer que todo puede suceder. Nos incentiva a confiar un poco más en el amor y no verlo como algo muerto, una cosa que ya no existe en nuestros días. Eso me parece invaluable. Además me encanta sonreír y este tipo de historias hace que lo haga todo el tiempo. Soy fiel creyente de que si yo estoy feliz puede ser que la gente a mi alrededor se contagie y se alegre por lo menos un poquito. Creo que tal vez es por eso que soy bibliotecaria en una escuela: quiero llevarles finales felices a los nenes. Mostrarles que todo es posible con un poco de fe, un poco de magia.

—Wow, yo... Tenés unos ideales preciosos. Nunca había conocido a alguien tan entregado como vos. Y a mí nunca se me había ocurrido todo lo que puede transmitir una película predecible o una simple muestra de felicidad. Sos una persona noble, bola de nieve. Te aseguro que tu sonrisa tiene el poder de alegrar los días de los demás —dice él muy seguro y admirado de su compañera de viaje. Ella se puso a pensar en la familia del primer tren, en cómo el pequeño se había calmado al saludarla y los gestos alegres cuando se despidió de ellos. No era mágica, pero estaba logrando lo que quería.

Se quedaron unos minutos en silencio. Los dos mirando por la ventana la nieve que sigue cayendo. El traqueteo del tren sobre las vías y el veloz paisaje les resulta tranquilizador. Ambos piensan en la magia de las fiestas, absortos en su entorno.

—Así que sos bibliotecaria en una escuela...

—Sí, desde hace un par de años ya.

—¿Te gusta?

—Me fascina. Es precioso poder guiar a los chicos a través del mundo de la literatura. Armé un programa de lectura increíble. Especial para cada año, obviamente. Los primeros libros son obligatorios y se leen a principio del ciclo lectivo. Después es opcional y los que tienen ganas pueden seguirlo. Este año se sumaron un montón de nenes. Hay tantos que pudimos armar el club de lectura —explica emocionada con un brillo especial en los ojos. A él le resulta maravilloso.

—¿Entonces vivís por y para los libros?

—Los libros y el café. Bibliotecaria los días hábiles, barista los fines de semana. Pero basta, suficiente de mí por ahora. Contame vos: ¿cómo te ganás la vida? —pregunta expectante. Su compañero se revuelve en la silla, no sabe qué responder. 

7 Horas Para Conocerte (Él y Ella #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora