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Ella le pide unos minutos sin conversar para poder terminar de leer su novela de una vez por todas antes de que llegaran a Barcelona. Aunque las charlas son interesantes, había dejado el libro en un momento crítico para lo plana que era la trama y quería saber cuál era el cierre. Él acepta sin problema y se pone sus auriculares para escuchar una playlist navideña. Toma la decisión de observar su entorno, porque al entrar se sorprendió tanto de ver a la chica del parque que no lo había hecho y esa es una de sus partes preferidas de viajar en tren.

Lo primero que ve es cómo la sonrisa de labios cerrados vuelve a ser una constante en el rostro pecoso de su compañera. Pasa las páginas con suma delicadeza y tranquilidad. La portada del libro es azul, con edificios grises, dos personas y letras blancas. Resulta evidente que se trata de una historia de romance. Jamás la leería, pero le encantaría escucharla a ella hablar de la trama.

Desvía la vista y se toma un tiempo para analizar el paisaje que corre a toda velocidad por la ventana. Sigue nevando. Fugazmente aparece un parque, se ve muy poco verde, la mayor parte del terreno está cubierta por un manto blanco. Luego aparece una serie de casas y construcciones, una extensión de cemento y otra vez hierba cubierta por una abundante cantidad de copos de nieve. No paró desde las ocho de la mañana, a este paso el mundo va a volverse todo blanco.

Analiza un poco a las personas de alrededor. Le fascina que la gran mayoría lleve vestimenta navideña. Algunos incluso cargan con bolsas de las que asoma papel de regalo. Todos conversan con aire alegre y relajado. El ambiente festivo es hermoso, hace a todos más amables y serviciales. Excepto a esos que odian la navidad y son unos verdaderos grinch, como el señor que está en la fila de la izquierda, dos asientos más adelante, de brazos cruzados y ceño fruncido.

Pero su vista regresa a ella. Sigue luciendo su dulce sonrisa. Solo le quedan dos o tres páginas. Puede verse desde lejos que es amante de la navidad. Si bien luce un simple jean, en la parte de arriba tiene puesto un sweater entre bordó y rojo, con árboles blancos, corazoncitos y renos con narices sonrosadas. Él no está enamorado de su acompañante ni nada por el estilo. No forman parte de esas películas festivas que le gustan a ella, predecibles y con finales rosas. Es la vida real. Sin embargo, algo en su persona le resulta atrayente y embelesador. No comprende qué: su risa, la forma en que arruga la nariz, sus pecas, su cabello color fuego o, simplemente, su amabilidad. De cualquier manera él no cree en las casualidades y sabe que si ella apareció en su vida por algo debe ser.

—Y... fin —comenta a la vez que cierra el libro. Gira la cabeza hacia la ventana, luego vuelve a sus ojos dispares y dice—: Sigue nevando, qué lindo.

—¿Entonces? ¿Qué tal el libro? Contame —pide sacándose los auriculares.

—¿De verdad? —pregunta sorprendida, recibe un asentimiento de cabeza como respuesta. Sonriente respira hondo y comienza—: Bueno, todo empieza cuando... 

7 Horas Para Conocerte (Él y Ella #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora