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El traqueteo en las vías hace que levante la vista de su libro. Los protagonistas acaban de besarse por primera vez, debajo de un muérdago, y ella no puede dejar de sonreír. Acaba de llegar el tren. Guarda las cosas que tiene sueltas, tira el vaso vacío y sube. Repite lo mismo que hizo con el primer viaje, camina hasta uno de los vagones del fondo y se sienta del lado de la ventana. La gente no deja de entrar. Hay muchas personas más que la vez anterior. Todos están bien abrigados hasta que encuentran un lugar y se ponen cómodos, sacándose los gruesos sacos y camperas. Algunos llevan sweaters de navidad. Faltan menos de cuarenta y ocho horas para la festividad. Apenas puede creerlo.

Las puertas están por cerrarse. Los pocos sitios libres que quedan son ocupados velozmente. Todos, excepto el de su izquierda. La entrada se cierra. Como sabe que ya no puede subir nadie más pone su pequeña bolsa de mano rosa en el asiento vacío y retoma su lectura.

Él entra al tren por los pelos. Su mochila casi queda atrapada entre las hojas de la puerta. Pasó raspando, en el último segundo. En ese vagón no queda lugar. Avanza al siguiente que también está lleno. Pero la tercera es la vencida y en una de las últimas filas encuentra un sitio casi vacío. Carraspea para llamar la atención de la dueña de la cartera que está ocupando su futuro lugar.

Ella termina de leer el párrafo y lo mira. Al instante se pone roja como un tomate: es el hombre de la bola de nieve. Él también la reconoce y una sonrisa aparece en su rostro, achinando sus ojos.

Je peux? —pregunta con un perfecto acento francés señalando la butaca.

Oui —susurra y corre su equipaje.

Él se sienta en el lugar libre. Ella retoma su lectura. Algo vibra entre ellos. 

7 Horas Para Conocerte (Él y Ella #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora