—Esto está riquísimo.
—¿Mejor que el café? —pregunta él divertido.
—Tampoco pidas tanto, pero me da una sensación navideña. Hoy ya había tomado tres tazas de café, creo que mi organismo se iba a enojar conmigo si pedía otra.
—Yo estoy igual, solo que con el té.
—¿Preferís el té antes que el café?
—Por supuesto. Hay muchísimos sabores de té, el café es uno solo.
—Uno, eso es mentira, hay muchos tipos: negro, americano, capuccino, cortado, lágrima, frappe, mocha, latte, con leche, espresso, machiato, irlandés...
—Okey, bola de nieve, ya entendí: hay muchos tipos de café (y al parecer los conocés todos). Dos preguntas: ¿cómo sabés tanto de café? ¿y cuál sería el dos?
—Ya te dije, bibliotecaria los días hábiles, barista los fines de semana —responde ella guiñandole un ojo—. Y dos, que prefieras el té me da más evidencias de que sos un príncipe sacado de una película rosa de navidad. Solo la gente de la realeza lo prefiere antes que al maravilloso, tostado, energético y delicioso café.
—Definitivamente tenés una obsesión por el café. ¿Qué tal los roles de canela?
—Están riquísimos, súper esponjosos y hasta calentitos.
—Me alegro de haber tomado buenas decisiones.
—Cuénteme, príncipe, ¿cómo pasa usted sus cumpleaños en Astiana? —pregunta dándole un sorbo a su bebida. La sostiene con las dos manos, apreciando su calor.
—Bueno, generalmente duermo hasta tarde —en su habitación real— y no llego a desayunar. Almuerzo con mi familia —en el palacio— algo que elijo yo: lasaña, ravioles de ricota con salsa roja o hamburguesas. Mi mamá —la reina— hace delicias hindúes de postre, todos los años, son mi cosa favorita en el mundo.
—Nunca las escuché nombrar, ¿qué son?
—Son unas pelotitas de yogur y leche en polvo que se pasan por coco.
—Suena rico. Seguí contando.
—A la tarde es la competencia de postres y siempre logro conseguir probar algo —porque es el miembro principal del jurado—. Cuando volvemos estoy agotado, así que no ceno, solo comemos torta helada de chocolate, frambuesa y mascarpone.
—¿Torta helada? ¿El veintitrés de diciembre?
—Nunca hace demasiado frío para tomar helado y nadie me puede decir lo contrario. Miro Elf comiendo pochoclos de caramelo salado y me voy a dormir.
—¿Elf? ¿Todos los años mirás Elf? ¿La miraste por veinticuatro años seguidos?
—No veinticuatro, pero desde que tengo memoria. Este año también la voy a ver, cuando llegue. Siempre me da risa, es aparentemente inevitable que la supere.
—¿Y qué es eso de pochoclos de caramelo salado? Nunca había escuchado.
—Son la combinación perfecta. Cuando mires Elf hacelos, yo te paso la receta.
—Si ves las seis que te dije yo miro Elf con pochoclos de caramelo salado.
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7 Horas Para Conocerte (Él y Ella #1)
Nouvelles23 de diciembre. Un viaje en tren con destino a Madrid. Ella, una simple bibliotecaria de escuela amante del café. Él, el príncipe de Astiana. Dos desconocidos con siete horas para conocerse. ¿Será real la magia navideña? Un libro corto, perfecto p...