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—Yo tampoco, príncipe. Pero no me pongas esa cara los pocos minutos que nos quedan. Quiero una sonrisa brillante que diga: hoy cumplí veinticinco años, una bibliotecaria amante del café un poco loca me pegó con una bola de nieve y estoy volviendo a mi país después de seis meses. Vamos, a ver cómo se achinan tus ojitos.

—Está bien, bola de nieve —accede curvando sus labios hacia arriba—. Aunque te considero más como una interesante lectora pelirroja increíblemente amable y poseedora de ideales nobles con una insana obsesión por el café.

—En mi caso no es necesario que diga qué me parecés a mí.

Un príncipe salido de una película rosa de navidad —recita él riendo.

—Exacto. Bueno, contame cuáles son tus propósitos para el año que viene.

—¿A qué viene eso?

—A que estamos a nada del año nuevo y no quiero pensar en que se va a terminar este viaje, ¿okey? Ahora respondeme, si es que tenés objetivos claros.

—Si bien me encanta viajar, creo que me gustaría enfocarme en el trabajo local. Ya hice suficientes tratos con el extranjero, quiero asegurarme de que sean aprobados y preocuparme más por el bienestar de los que me rodean.

—¿Eso significa que no tenés intenciones de visitar España?

—En ningún momento dije eso —menciona con el ceño fruncido. Al ver la sonrisa que ella luce en su rostro adopta un gesto divertido—. Si recibiera una invitación no me molestaría salir de Astiana por un par de días.

—Me agrada esa respuesta. ¿Qué otros planes tenés?

—No sé. Estoy seguro de que debe haber otros, solo que en este momento no se me ocurren. Soy una persona más de darse cuenta en el momento que planearlo con tanta anticipación. Quiero ver adónde me lleva la vida. ¿Vos?

—Mis objetivos de siempre: lograr que muchos chicos conozcan y se enamoren del mundo de la lectura, ayudar a todas las personas que pueda y viajar a Argentina. El último es el más difícil de todos, ya van tres años seguidos en los que no puedo cumplirlo. Fuera de eso, no hay nada más —responde desviando la vista a sus manos, nerviosa. Él la mira con curiosidad, preguntándose qué es lo que no cuenta.

—¿Cuál es el objetivo que no me estás diciendo, bola de nieve?

—¿Qué? Ya te dije que no tengo otros —la mira observa expectante hasta que ella cede y dice—: Es una estupidez. Ni siquiera es un objetivo, es un sueño imposible.

—Nada es imposible si nos esforzamos lo suficiente por lo que queremos.

—Me gustaría abrir una biblioteca café, un lugar al que gente como yo vaya porque saben que ahí van a estar cómodos y seguros. Es una locura, ya sé. Y no es que quiera dejar el colegio, amo a mis niños, pero es mi deseo desde que tengo quince.

—No me parece una locura ni una estupidez. Para mí vale la pena. Estoy seguro de que sería una manera increíble de que más personas lleguen al mundo de la lectura. Tenés que creer en vos, bola de nieve. Yo ya lo hago y sé que vas a lograrlo. 

7 Horas Para Conocerte (Él y Ella #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora