🔑 PRÓLOGO

113 11 0
                                    

La primera vez que ví a Luke Wayans, fue en mi tercer año de secundaria, era el chico más amable y bondadoso que alguna vez haya podido tocar la tierra, era atlético, castaño y totalmente un sol del cielo. Luke era nuevo, pero rápidamente se convirtió en el más popular de todos, era bueno en deportes, maravilloso en la actuación y tenía un don increíblemente indescifrable para ser sociable, no sabía cómo le hacía, yo siempre intentaba hacerlo, pero por alguna extraña razón mis compañeros terminaban rechazándome.

Rechazando en todo momento...

Luke pertenecía al equipo de béisbol de la secundaria y también del acomunado, dónde vivíamos, era uno de los mejores por no decir el mejor, porque realmente lo era, siempre en Forks hacía frío, pero cuando Luke aparecía los rayos del sol venían con él, rara vez te sentirías incómodo con él. Cada que me acercaba a Luke, tomaba cerca de cinco mini infartos por minuto, las manos me sudaban y me veía los zapatos como si estuvieran sucios o dañados, rezaba a los cielos que realmente no estuvieran dañados o sucios, sería demasiado penoso.

Y ahora que lo pienso, en Forks era natural la lluvia o el clima templado, por ello nunca se me hizo raro que las calles estuvieran empapadas o que de vez en cuando hubieran retazos de lluvia cayendo del cielo. El verano pasado, justo antes de que Luke Wayans se graduara y se fuera de Forks, él y yo hablamos por primera vez.

Durante cuatro años me gustó Luke Wayans, en secreto por supuesto, aunque Stella era fue su novia hasta lo último de la secundaria, nunca pude evitar sentirme atraída por él, porque no era solo su físico lo que llamaba mi atención, sino ese brillo incesante que Luke siempre transmitía, como si fuese siempre un sol, un radiante sol que brillaba en las calles templadas de Forks.

Luego sucedió nuestro primer encuentro y la primera vez que realmente lo conocí, formalmente, fue un día que mamá no pudo ir por mí a la secundaria y tuve que venir por mi cuenta, claro que estaba perdida, técnicamente desorientada de lo que debía hacer.

Ese día estaba nublado, corría el riesgo de una lluvia, más no se veía, la parada del autobús siempre estaba al otro lado de la calle, por la ruta que iba hacia el centro comercial como final.

El autobús demoraba en llegar unos veinticinco minutos según el tablero digital, pero yo era impaciente y esperaba que llegase antes, ese día un grupo de cuatro vinieron en el mismo turno, reían y conversaban, pero seguía siendo invisible para cualquiera de ellos, conocía a dos personas de ahí, Ashley y Becca, ambas iban en mi clase de Biología con el profesor Barth, pero no me reconocían, con Ashley había tenido una clase compartida de Biología, ella fue mi compañera por designio del profesor, no por su propia voluntad, pero tan solo habló sobre el proyecto y nada más.

Sí había tenido intenciones de charlar, pero parecía que no quería simplemente entablar una conversación conmigo.

Entonces sí, estaba ahí, sola, con un grupo de chicos a mi derecha y mi mirada puesta al frente, fijamente en el chico castaño que justamente salía de la secundaria, Luke siempre venía en auto, tenía un auto, pero hoy parecía no poseerlo, pensé que iría a su auto, pensé que tan solo lo volvería a ver de lejos, pero cuando se despidió de unos chicos y camino recto hacia las afuera del instituto, el corazón se me quería salir del pecho.

Luke Wayans venía hacia acá, Luke Wayans venía hacia acá.

Trate de respirar con tranquilidad, pero parecía que no sabía cómo hacerlo, él cruzó la calle y mis mejillas empezaron a arder, contuve la respiración y despeje mi tormentosa mirada de él hacia el suelo, casi como si no soportará su deslumbrante presencia y para mí mala suerte, él se detuvo justo a mi lado.

Estaba esperando el bus justo a mi lado.

Y entonces preguntó:

— ¿Sabes si el bus pasa por los comerciales de Port Angels? —esperaba que se lo estuviera preguntando a los chicos de al lado— disculpa, ¿Sabes si pasa por Port Angels? —pero ladeó su cabeza justo frente a mí rostro y sonrió.

Y el mundo se detuvo.

No supe qué responder, era la primera vez que hacía esto, desvíe mi mirada intimidada por ello, así que respondí algo cohibida— no, no lo sé —

— oh —creo que en ese momento Luke pensó que era una chica mal educada, quise enmendar eso casi al instante, cuando el bus salió de la parada.

No me había percatado que el bus había llegado a la estación y que se había ido con el grupo de chicos que estaba con nosotros en la parada, lo había perdido, como también lo perdió Luke.

— ¿Sabes a dónde vas? —preguntó de nuevo.

Me cohibí más que antes y antes que la pena me sepultará, decidí responder— realmente, creo que no lo sé, es la primera vez que vengo a esto —

Pensé que se burlaría de mí, no entiendo cómo llegué a pensar que Luke podía ser capaz de algo así, pero sucedió y no como esperaba.

— bueno, entonces tienes suerte por estar conmigo —dijo orgulloso sin presumir de más— me llamó Luke Wayans, creo no haberte conocido antes —estaba siendo cordial conmigo.

Estaba demasiado nerviosa, pero Luke estiró su mano y acepté su entrega— Lyra Forks —masculle sin mucho esfuerzo, consumida por la pena.

— Lyra —y mi nombre en sus labios era dulce.

Y de pronto justo cuando nuestras miradas se cruzaron, algo surgió en mi corazón y se derramó por todo mi cuerpo, casi como una sensación de frenesí instantáneo y de pronto, una lluvia arropó nuestro cuerpos, casi como si el mismísimo Zeus hubiera interrumpido, pero Luke parecía venir preparado.

El abrió lo que parecía un pequeño paraguas, era negro y de ciertos diseños extraños, pero cuando le abrió el paraguas se expandió sobre nosotros dos como por arte de magia y Luke dijo— siempre hay que venir preparado para esto —siempre con una sonrisa— compartiré mi paraguas contigo, si así me lo permites —todo un príncipe...

Esa fue la primera vez que hablé con Luke Wayans y no fue la última, porque después de ese día Luke me notaba en las clases, en el comedor, en las salidas y entradas y aunque no hablará conmigo todo el tiempo, Luke de alguna forma sí me tenía en cuenta e inevitablemente termine enamorándome de él.

Y siempre me pregunté, si él sentiría lo mismo que yo... me lo pregunté hasta el último día, cuando lo vi irse sin despedirse de mí, con sus amigos y su novia Stella.

Recuerdo haberle deseado lo mejor en mi mente, aunque en mis sueños deseaba habérselo dicho realmente.

Recuerdo haberle deseado lo mejor en mi mente, aunque en mis sueños deseaba habérselo dicho realmente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
PERSEA FORKS © - El Campamento MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora