PERSEA FORKS - Se acabó

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Lo que no lograba entender era porque actuaba así conmigo, cuando peleaba con otros la fuerza de Clarisse no se expandía de esta forma, pero cuando lo hacía conmigo, ella se descontrolaba

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Lo que no lograba entender era porque actuaba así conmigo, cuando peleaba con otros la fuerza de Clarisse no se expandía de esta forma, pero cuando lo hacía conmigo, ella se descontrolaba.

Mi espada chocó contra la suya y mis manos temblaron— Clarisse —intente regañar, pero ella volvió a arremeter y tuve que levantar la espada una vez más— detente —una y otra vez Clarisse atacaba como si tuviera que exterminarme.

— La Rue, ¡¿que haces?! —y Percy gritaba desde los estadios.

— ¡PE-LE-AAAAA! —y esta vez su espada volvió chocando contra la mía y terminó por empujarme con una expansión impresionante, logró hacerme retroceder dejando un camino de arena realmente marcado, había cerrado mis ojos por miedo, pero cuando los abrí lo primero que noté fue mi espada sin su filo, tan solo estaba la empuñadura y un pequeño resto del filo, La Rue había quebrado la espada y la suya estaba de un rojo carmesí, al igual que su mirada inquietante.

Inhalaba y exhalaba con tal furia, que entonces supe que había pérdido el control y esto realmente no era bueno.

— ¡Nadie entra al campo! —exclamó Quirón— ¡Clarisse, Lyra, se acabó! —Quirón estaba poniendo fin a esto— ha quedado empate —informó— pueden descansar —pero había algo en la mirada de Clarisse que realmente me decía que ella no quería descansar y no podía evitar mirarle desafiante, casi como eso hiriera algo en mi interior y mi sangre empezaba a hervir, hervir tanto como para enfrentarla.

Porque cuando Clarisse contraataco una vez más, saqué a Seismós, mi daga y la activé para protegerme con el arco, entonces la espada de Clarisse dejó de brillar y Seismós irradio su propia luz, haciendo retroceder a Clarisse y cuando una vez más ella intentó volver a atacarme, levante el arco y estire la cuerda, la flecha apareció y Clarisse se detuvo, estaba sudando y transpirando tanto odio, que no sabía discernir las cosas.

Entonces dije— se acabó —esperando a que Clarisse reaccionará.

Y para mi suerte, así fue, porque la chica tan solo gruñó con fuerza y envainó su espada para quitarse el cabello de su frente sudorosa y retroceder lejos de mí, tragué fuerte y solté la respiración que tanto había mantenido y de pronto el lugar que antes era un bullicio ahora estaba en completo silencio.

Mi emoción de ataque desapareció y poco a poco la flecha desapareció, volví a Seimós una daga una vez terminado y levanté mi mirada a Quirón, pero él miraba con firmeza a Clarisse, realmente parecía preocupado por ella y no era por menos, pues últimamente, Clarisse actuaba más impertinente que de costumbre.

Mi corazón palpitaba casi tanto como los galopes de caballos a carrera, mis manos sentían hormigueos y casi sentía que la furia dentro de mí hubiera aparecido de no ser porque Clarisse cedió, baje mi mirada al suelo mientras guardaba la daga y entonces encontré la otra mitad de la espada, entre la arena, casi oculta.

Suspire con pesadez.

Y entre tantas personas encontré a Thalia, había vuelto al campamento, había sentido una mirada juzgadora sobre mí y resultó ser ella. Mi relación con Thalia estos dos últimos meses no había sido mala, pero seguía siendo la misma egocéntrica y cortante de siempre, cada que la veía siempre era de lejos y aunque ahora no buscaba pelear conmigo, sí sentía que algo en ella me decía que estaba vigilando mi actitud.

PERSEA FORKS © - El Campamento MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora