Y un sombrío día nació (2 /4 )
Enid y yo cruzamos el umbral, dejando atrás los ecos de un día académico para sumergirnos en la libertad de la noche. Fuera del rígido horario escolar, nos envolvíamos en nuestras vestimentas de elección, extensiones de nuestras identidades. Mi atuendo, un reflejo de mi esencia, era un santuario de negro: cómodo, sí, pero también una declaración.
Vestía un conjunto que era la quintaesencia de la sobriedad: un suéter holgado de manga larga, adornado con detalles sutiles que solo un ojo atento apreciaría, emparejado con pantalones de tela que equilibraban la comodidad con una elegancia sin esfuerzo. Los zapatos, fieles a la paleta, eran prácticos, ideales para recorrer los pasillos de la academia con gracia. Aunque mi atuendo era de una simplicidad calculada, cada pieza era una elección deliberada, un equilibrio entre la discreción y la personalidad.
La sonrisa habitual de Enid se desvaneció al descubrir la transformación que Merlina había orquestado en la ventana. Con un golpe teatral, cerró la puerta y avanzó con una determinación que rara vez se manifestaba. Observé la escena, un silencioso espectador.
—¿Qué demonios has hecho con mi cuarto? —inquirió Enid, su voz teñida de confusión y asombro.
—Es nuestro cuarto —corregí desde atrás, levantando las manos en un gesto conciliador mientras Enid me lanzaba una mirada cargada de seriedad.
—He dividido nuestro espacio —enfatizó, poniéndose de pie con una dignidad ofendida—. Parece que un arcoíris ha expulsado su contenido aquí —dijo, desplazando con un pie las pegatinas hacia el territorio de Enid.
—Yo...
—Prefiero el silencio ahora. Es mi hora sagrada de escritura —interrumpió.
—¿Hora de escritura? —Enid replicó, su tono impregnado de irritación.
—Dedico una hora diaria a mi novela. Si hicieras lo mismo, quizás tu blog tendría más sustancia —Merlina replicó mientras preparaba su máquina de escribir—. He visto diarios de asesinos seriales con mejor estructura —comenté, no pudiendo evitar reconocer la validez de su observación.
—Escribo con mi voz, mi verdad. Es lo que mis seguidores adoran —se defendió Enid.
—Claramente, tus seguidores tienen un gusto cuestionable —Merlina se giró hacia ella, su postura emanaba una autoridad intimidante—. Reaccionan a tus relatos con pictogramas insulsos —se detuvo, dominando la habitación con su presencia.
—¿Te refieres a emojis? Es su manera de expresarse. Aunque dudo que entiendas ese concepto —replicó Enid.
—Cuando te observo, los emojis que me vienen a la mente son: una cuerda, una pala, una tumba —Merlina declaró antes de girar y regresar a su silla—. Y por cierto, "Addams" lleva doble 'D' —murmuró, rodé los ojos recordando la discusión que había dominado nuestro día—. Si vas a difundir rumores sobre mí, al menos deletrea mi nombre correctamente.
Enid, superada por la frustración, activó su reloj, y un pitido digital precedió a una melodía discordante que llenó la habitación. Merlina se giró bruscamente hacia ella.
—Apágalo —exigió con una severidad helada. Enid continuó bailando, desafiante, provocando una sonrisa de medio lado en Merlina—. Última advertencia —advirtió, acercándose con un aire amenazante.
—¡Ah! —las garras de Enid emergieron—. No te atrevas a desafiarme. Esta gatita tiene garras y no teme usarlas —las dos se enfrentaron, sus miradas eran dos espadas en duelo.
Me retiré al sentir una nueva presencia. La puerta se abrió, capturando la atención de ambas. Merlina me lanzó una mirada evaluadora antes de enfocarse en la recién llegada.
ESTÁS LEYENDO
No eres rara, solo... única (Merlina) *CORRIGIENDO Y ACTUALIZANDO*
Science FictionUna chica, Merlina, ha decidido escapar de su hogar en busca de libertad. Dotada de una personalidad fría y calculadora, se revela como alguien callada, reservada y con oscuros deseos de venganza. Sus caminos se cruzan con otra joven, y juntas se ve...