𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 26

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Un sombrío dilema (5/5)

Merlina camino por el arduo bosque hasta llegar a esa dichosa cabaña que anteriormente le había intrigado, pero ahora la conocía a la perfección. Miro por los arbustos en donde había estado escondida con la chica, que hasta hace poco, no aceptaba que la quería. Ni siquiera aceptaba que le agradaba. Cuando esto terminara, iría con ella. Por suerte, Enid le dijo hace unos minutos antes de salir del hospital, que ya había regresado a su habitación y la había dejado en su cama.

Con eso como próxima meta, se metió a la cabaña y espero a su objetivo a que llegara. Sea lo que sea y la hora a la que fuera llegar, no importaba. Lo atraparía y lo haría pagar.

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Xavier llego unos minutos más tarde a la cabaña. Traía su abrigo puesto por el frio que la noche comenzaba a emanar. Entro cerrando la puerta. La oscuridad del lugar seria aterrador, al menos si estuviera solo, pero ese no era el caso. Se quito su bufanda y abrigo, poniéndolos en el perchero del lugar. Prendió la luz iluminando el lugar, se dio media vuelta topándose con esa cabellera negra muy conocida y sus ojos de pistola que en ese momento decían más de mil palabras. Una de ellas, lo culpaba por haber quitado a su única prueba de que por fin estaba un paso más adelante que los "profesionales". Claramente no estaba de humor.

— Okey, ¿no te queda claro? Aléjate ya de mi espacio. – ordeno acercándose a la menor, que estaba sentada a la otra esquina del lugar. Mirándolo, observándolo, calculándolo detalladamente.

— Sebes seguir tu propio consejo. – dio la vuelta al cuchillo en su mano izquierda, lo enterró en la mesa de madera a su lado. – Dejaste eso en mi cuarto. De hecho, lo dejaste en Dedos. – lo miro amenazante. – ¿Desde hace cuánto veías a Kinbott?

— ¿Estuviste...? – la miro incrédulo antes de soltar una risa irónica – Por qué lo pregunto si no me sorprende. Estuviste espiándome, ¿no? – se acerco y tomo el cuchillo de la mesa – Porque soy el villano en tu fantasía. – observo el cuchillo a detalle – Mi padre cree que mi salud mental es un problema publicitario que tiene que controlar. Quería mantener al hijo problemático fuera de los tabloides. – la miro mientras movía el cuchillo – Yo no fui a tu cuarto. – abrió los brazos – Puedes creerme o puedes no creerme, no me importa. – dijo eso más cerca, casi en susurro.

Merlina se alejo y paso su mirada por el lugar, pasando por su lado. Xavier suspiro algo irritado, tal vez porque sabía lo que venia o tal vez era un suspiro de alivio porque por fin esa niña lo dejaría en paz. Debió de haber hecho caso a Bianca cuando le dijo que se alejara de ___ que solo le traía problemas. Solo maldecía el estúpido amor que le tenía a esa chica porque por ella seguía ahí, tratando de defenderse aunque sea un poco.

— Tus pinturas mejoraron. – hablo dándose media vuelta y viéndolo. – Disfruté esta en particular. – quito la sabana de un molde de pintura.

En ella estaba plasmada la cara de la doctora Kinbott toda arañada y partida. Tal y como le paso a la verdadera. Tal y como sucedió ese día después de que Merlina se marchara.

— Se siente como si lo hubieras vivido.

— ¿Qué quieres? – pregunto ya cansado.

— Las preguntas las hago yo. – menciono con su voz más neutral. Camino hacia el escritorio que había en el lugar y busco entre las cosas una cosa en particular – ¿Qué hace el inhalador de Rowan en tu taller? – busco otra cosa – ¿O los anteojos de Eugene?

— Guau, guau – la paro confundido.

— ¿O estas fotos de acosador que me tomaste? – aventó las fotos en una pintura.

No eres rara, solo... única (Merlina) *CORRIGIENDO Y ACTUALIZANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora