✺C A P Í T U L O XXIX✺

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✺𝓖𝓸𝓵𝓹𝓮𝓼

(Atención, este capítulo contiene algunos escenarios de violencia excesiva y puede hacer qué los más sensibles se sientan un poco mal, si eres de este grupo, pondré donde empieza y donde acaba la escena, gracias por su atención)

Kageyama se enteró a los pocos días de lo que estaba pasando entre Oikawa, Iwaizumi y Hinata. Al principio no le interesó, o eso quiso dar a entender delante de los jugadores del Karasuno, pero sin embargo, la rabia fluía por sus venas cada vez que escuchaba el nombre de esos tres en la misma frase.

Según la retorcida mente de Kageyama, después de lo de Yamaguchi de empezar a salir con él y urdir ese plan tan sumamente efectivo (para su sorpresa) contra el pelirrojo, este debería de estar arruinado emocionalmente. Debía de no querer atreverse a tocar a nadie ni con un palo y debía quedarse solo para el resto de su vida.

Le sorprendió cuando varios del Karasuno aún lo apoyaban, pero no le dio importancia porque ninguno lo quería románticamente. También le sorprendió ver que se iba con el Aoba Johsay y que la gente de ahí lo apreciaba, pero no le importó porque al parecer no era románticamente.

La mayor sorpresa y lo que activó el detonante de su rabia, era saber que había encontrado el amor y que ahora era feliz con no una, si no dos parejas. Y eso fue la gota que colmó el vaso.

Él, se había encargado de arruinarlo emocionalmente por unos largos meses, para hacerle creer que solo él era necesario, y luego se había encargado de, gracias a mensajes para nada bien escondidos con Yamaguchi, destrozarlo en ámbitos tanto emocionales como psicológicos como físicos, para hacerle creer que ya nada podría ser peor y que su única salida era renunciar al amor y olvidarse de todo lo que lo llevara a él.

En resumen, lo que quería Kageyama era hacer que Hinata se cerrara en banda a todo lo cariñoso que pudiese querer llegar a él, y provocar que se quedara solo para el resto de su vida. Eso era lo que él quería hacer funcionar en la cabeza de Hinata. Por eso le hacia morirse de la rabia lo que había oído y no podía permitirlo.

De hecho, justo días después de enterarse, se presentó en el Seijoh, dispuesto a hacer lo imposible para que su retorcida mente dijera, "ya está, ya no puede amar", y ahí sería cuando se tranquilizaría.

Llegó muy dispuesto, pasando entre estudiantes con un aura de muerte a su alrededor y con un bate en la mano hasta llegar al gimnasio. Justo ese día, a Hinata le había recomendado el entrenador que estirara un poco más las rodillas porque notaba sus saltos un poco rígidos, y era mejor prevenir que curar.

Logró convencerlo y hacer que los de tercero se fueran a sus clases porque a Hinata no se lo iban a llevar los extraterrestres por cinco minutos que se quedara estirando.

Bueno, pues para mala suerte de Hinata, lo que fue por él no fue un extraterrestre, si no un exnovio tóxico y enfurecido, peligroso socialmente y con un bate en la mano.

Pasó la puerta con sigilo, y creyendo que era alguno de sus compañeros, Hinata dio una pequeña risita.

-Todavía no he estirado la pierna derecha, pero no te preocupes que ya casi acabo... -se dio la vuelta, sorprendido al no ver a ninguno de sus compañeros ahí si no al monstruo de sus pesadillas. Se puso a la defensiva -¿Qué quieres?

-Hinata -llamó, pasando él bate con su mano izquierda por la derecha - Me suena haberte dicho muchas veces, qué no me hables así ¿no?

Hinata tragó saliva

-¿Qué qué haces aquí, Kageyama? -repitió.

El cambio [Iwaoihina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora