✺E X T R A✺

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✺𝓛𝓪 𝓫𝓸𝓭𝓪

Estaba nervioso. Y no hablamos del tipo de nervio malo, de esos que te recorren el cuerpo dándote nauseas y mal cuerpo. No. Era de esos nervios que cuando los sientes, sabes que estás haciendo algo que te emociona, de los que te da mariposas en la barriga y te hacen ser impaciente.

Habían tomado esta decisión en caliente, apresurada y sin planificación. Ese día él estaba en Brasil, Oikawa en Argentina e Iwaizumi en USA. En videollamada, Oikawa e Iwaizumi estaban comentando cosas sobre su próximo viaje a Japón y qué harían para aprovechar al máximo su estancia allí.

Él se había excusado diciendo que iría al baño. Desapareció durante unos minutos, y cuando volvió, estaba vestido de traje. Al principio ninguno de los otros dos se había dado cuenta de aquel cambio, pero al verse muteados por él, dirigieron su mirada hacia él.

Lo miraron como si le hubieran salido dos cabezas más. Entonces, dio un speech  sobre cómo había sido su amor lo que lo había sacado de aquel abismo en el que había estado durante un doloroso año, y posteriormente, la depresión en la que se sumió al haber ido a Brasil, cuando empezó a sentirse solo. Habló sobre como a pesar del tiempo, todavía sentía la emoción de aquel primer beso en aquella cena en la que le pidieron salir.

Habló también de como deseaba tenerlos a ellos para siempre en su vida y de como se sentía sobre su relación a distancia. Y cuando ya los tres hubieron llorado después de un montón de anécdotas, él sacó dos cajas, pequeñas, una azul celeste y la otra azul marino. Las puso en frente de la cámara, y mientras les preguntó a ambos la tan ansiada pregunta, abrió las dos cajas.

Ambos eran color plata, y ambos tenían grabados formas de enredaderas. sin embargo, uno de los anillos, el de la cajita azul celeste, tenía el diamante redondo. El otro, el de la caja azul marino, tenía el diamante cuadrado. Los otros dos se quedaron mirando las cajitas, anonadados. Tardaron en procesar bien lo que estaba pasando, pero cuando lo hicieron, gritaron un sí estridente que hizo que el compañero de cuarto de Shoyo se asomara preocupado a ver lo que pasaba.

Después de la pedida, la noticia se extendió como la polvora, y Oikawa se encargó de ello. Cuando Shoyo les mandó por correo su cajita a cada uno, Oikawa se encargó de subir a todas sus redes una foto de el anillo y al lado una suya llevándolo. Los teléfonos de los tres se llenaron de llamadas y mensajes de seres queridos. Algunos flipando, otros felicitando.

Shoyo aún recuerda el mensaje que le llegó de su madre el día que se enteró que su hijo se había comprometido: «Lo estás haciendo bien, cariño». Lloró tanto al leer ese mensaje, que su compañero de cuarto se asomó de nuevo a ver que todo estaba bien.

Y toda esta travesía nos conduce al día de hoy, el día de la boda. Habían sido unos preparativos exasperantes. Los tres tenían visiones diferentes sobre todo: música, baile, flores, regalos, ropa..., y habían habido muchas discusiones, muchos lloros por parte de los tres y muchas amenazas con dejarlo todo. Sin embargo, aquí estaban. Los tres estaban enteros, cada uno en una habitación diferente, con gente diferente, y con un traje diferente.

Shoyo se miraba al espejo, enfundado en un traje gris brillante y claro, con una corbata del color de su pelo. Kenma le ajustaba el tiro de la cintura, y Tsukishima le dio la peineta con el velo, que se pondría cuando caminara por el pasillo. Yachi le retocaba el maquillaje y Kyoko y Tanaka limpiaban sus zapatos

-Me siento fatal haciendo que hagáis esto -dijo mirando a todos los que lo ayudaban -de hecho, preferiría que fuerais a ayudar a Oikawa, él os necesita más que yo

Los que lo ayudaban se miraron entre sí. Era verdad. Eso nos lleva a la habitación en la que estaba Oikawa, histérico. Hanamaki, Yahaba, Kuro y Bokuto se refugiaban de las cosas que Oikawa lanzaba.

El cambio [Iwaoihina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora